lunes, 29 de agosto de 2011

Bienes públicos













En EE.UU. Warren Buffet quiere pagar mas impuestos. En Francia Liliane Bettancourt quiere lo mismo. Si lo hicieran en Chile las grandes fortunas, otro gallo cantaría para la presidencia de Sebastián Piñera.

Pero claro, no va a ocurrir.

Tal como en Europa hay derechos adquiridos por la ciudadanía, en Chile hay derechos adquiridos por las empresas y las grandes fortunas. “La tributación en definitiva está radicada en los propietarios, socios o accionistas de las empresas, constituyendo el impuesto de Primera Categoría que pagan éstas últimas, un crédito en contra de los impuestos Global Complementario o Adicional que afecta a las personas antes indicadas” (Artículo 20 Ley de Impuesto a la Renta).

En otras palabras, las ganancias de la CMPC son un crédito fiscal para la familia Matte. En otras palabras, la única fuente real de ingresos adicionales que tendría el fisco serían estas grandes fortunas, y no las empresas que estas controlan.

No es la única joya del sistema. El edificio entero se sustenta en la noción de que la vivienda, salud, educación y jubilación son bienes privados. Esta erradicación radical de la solidaridad explica, por ejemplo, el lugar que adquirió en el inconsciente colectivo la Teletón.

El problema es que, con o sin Teletón, 4 de cada 5 chilenos no puede pagarse la educación, la salud, la vivienda y la vejez al mismo tiempo. No se puede tener un título universitario, una casa y una jubilación digna con tres hijos y el ingreso medio. Con un adulto mayor aquejado de una enfermedad degenerativa, ni hablar. Para eso hay que endeudarse, y como me recuerda un amigo estadounidense, “la clase media chilena está entre UF+6% y Dicom”.

Fundamentalmente el horizonte utópico del sistema no es solo que cada cual mata su toro... sino que lo hace contento. No debe existir solidaridad intertemporal ni intergeneracional. Pero a muchos nos importa (y mucho) la deuda educativa de nuestros hijos. Nos importa la ancianidad de nuestros viejos. Nos importa nuestra propia ancianidad. Depende de cuánto podremos ahorrar, pero también de que los pendejos de hoy sean profesionales bacanes a futuro. Que hagan buenos negocios, inventen conceptos gráficos, novelas, royalties industriales, culturales y científicos. Que puedan viajar, aprender idiomas y armar redes en todo el mundo. Y los que no sean genios por lo menos sean gente jugada y confiable. Un conjunto de situaciones que no es posible con carreras caras y malas, aranceles de referencia y el doble lucro de universidades y bancos avalados por el Estado. Joseph Ramos se olvidó del fundador de la Escuela de Economía de la U. de Chile, Pedro Aguirre Cerda: gobernar es educar... la educación es el bien público por antonomasia.

Ahora bien, si al presidente de la república le da pudor pedirle ayuda a las grandes fortunas (de las que forma parte), existe una alternativa para devolverle al sistema educativo su carácter de bien público, y es obvia: emitir deuda pública. Prácticamente no existen papeles chilenos en el mercado mundial. Sería un título tan apetecido y líquido que inversionistas como Buffet se los pelearían.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Mala pedagogía














El programa de CNN donde Sergio Bitar se descontroló y Joseph Ramos trató de hacer mala pedagogía quedará en la historia de la TV.

El descontrol del ex ministro es comprensible. Debe ser humillante que un niño encare a un político con cuatro décadas de experiencia, que estuvo con Allende y lo pagó con cárcel. Pero lo de Ramos es más grave. Viviendo de un macroeconomista importante, decano de la escuela de más prestigiosa y antigua del país, simplemente da pena.

Lo dijo una, dos y hasta tres veces. Comparó la educación superior con el mercado inmobiliario, dando a entender que ambas son una inversión que debe ser sufragada por el individuo aquí, ahora y a futuro, porque es este es su único beneficiario. Eso y la machacada frase de que el IVA de la señora Juanita no debe financiar la educación de un médico ABC1. Vaya, vaya, vaya… Joseph, yo te admiraba.

La metáfora de la pobladora financiando al joven ABC1 es la más engañosa que han inventado los promotores del statu quo. Hasta donde dicta la lógica de los números, el IVA de la señora Juanita ya está comprometido con un nivel vigente de gasto público. Aumentarlo al nivel que exigiría una reforma educacional implicaría reformar el régimen tributario, tal y como lo ha dicho… el propio Ramos…
Y de subir el IVA a la señora Juanita, hsata donde yo sé, no ha hablado nadie.

Luego está el tema de la justicia intergeneracional. Los beneficois y costos que le lega una generación a otra. Un régimen de educación pública de calidad se paga a futuro, cuando el individuo que recibió formación subsidiada deberá pagarla indirectamente vía impuesto a la renta y devolver lo recibido en la forma de productividad marginal y prestaciones de calidad a sus semejantes. Después de todo faltan médicos, faltan oftalmólogos, faltan ingenieros en minas. Y estos profesionales, indistintamente de qué parte de la pirámide social provienen, generarán mayores flujo de IVA por viajes al extranjero y consumo suntuario que no es ni por lejos el de la señora Juanita hoy: eso y el bien raíz que Ramos utiliza como antojadizo y equívoco benchmarking.

Hay otro elemento de justicia intergeneracional que Ramos deja misteriosamente de lado: el bono demográfico. Está comprobado que la natalidad chilena está a la baja. Ergo: en las próximas décadas habrá cada vez menos jóvenes y la demanda universitaria, tras alcanzar un peak, comenzará a descender. El momento de actuar es, por lo tanto, ahora.

Debe ser humillante para un profesor universitario que un pendejo le recuerde lo que cae de suyo: la inversión en educación es un bien social que incrementa la productividad y contribuye al crecimiento económico, alineando los intereses del individuo con los de la comunidad. Compararla con una inversión en bienes raíces no resiste el menor análisis. It’s just bad economics, Mr. Ramos.

La mala pedagogía de Joseph Ramos tiene, sin embargo, un mérito: transparentar al máximo las premisas del sistema. Ese se basó, en el caso chileno, en erradicar del inconsciente colectivo toda idea de solidaridad intergeneracional e interclase. Mi salud, mi educación y mi vejez son asunto mío y solo mío: no necesito ayuda de nadie, ni estoy dispuesto a ayudar a nadie a obtenerlas. Lo importante es que yo tenga la libertad de elegir al prestador que más me gusta, el que nos ofrece más.

Hoy sabemos que un sistema basado exclusivamente en estas premisas no es tanto perverso como insostenible. Algún grado de solidaridad se requiere para la creciente población de jubilados. Y mucha, mucha solidaridad se necesitará para que la masa decreciente de jóvenes obtenga formación de calidad. ¿O quién cree Ramos que sostendrá la productividad del futuro? ¿Quién cree que va a sostener las pensiones solidarias del futuro, ya que solo una fracción de los cotizantes de las AFP logrará vivir solo de sus ahorros?



miércoles, 17 de agosto de 2011

La ansiedades de la elite


¿Quién es Camila Vallejos? Se pregunta una carta que circula entre miembros la elite. De la elite-elite. Si la palabra escrita pudiese reproducir tonos y énfasis, la de esta pregunta sería de un miedo rabioso, de una estupefacción ante el abismo entrevisto por aquellos acostumbrados controlar. Camila Vallejos, como gran parte del país lo sabe, es una muchacha de gran belleza, de verbo decidido, que estudia en la universidad más antigua del país y milita en un viejo partido izquierdista que durante años apenas tuvo recursos para pagar la cuenta de la luz, después de que su gran sponsor multinacional colapsara por sus contradicciones internas.

La carta de la elite confirma que su desorientación es total. Que sus preguntas retóricas son rabiosas y que sus respuestas pueden ser temiblemente inadecuadas, como lo demostró la peregrina idea de que prohibir las marchas (y reprimirlas) acabaría con ellas. Que el presidente de la república insiste en hablar como Patricio Aylwin (“Chile quiere paz”) y el presidente de su propio partido como el Almirante Merino (“inútiles subversivos”). Que están desfasados en dos décadas y solo pueden ver en su radar una conspiración internacional, una vendetta de la oposición, una campaña masiva de desestabilización, o una combinación imaginaria y monstruosa de todas las anteriores. Y es normal: no han recibido ni la formación teórica, ni son depositarios de la sensibilidad adecuada para percibir que la historia tiene ciclos, que los sistemas son entrópicos (a menos que se reformen) y que los sujetos en esta época (especialmente en esta época) no necesitan grandes formaciones para poner en jaque a la estructura. Basta una narrativa coherente.
Antes la élite menospreciaba la importancia del PC y hoy la exagera. Como no encuentra respuestas, amenaza. Como no se cree sus amenazas, se sobreactúa. Trata de revivir el fantasma del frente de masas, del guevarismo sesentero, del frente popular, pero no hay músicos para esa banda.

Y entonces saca el tema de la violencia.

Tema complejo, la violencia. Sociológico, psicológico, pero fundamentalmente mediático. La violencia de los negros, la violencia de los extranjeros, la violencia de los pobres, de los estudiantes y de los hinchas de fútbol, de los israelíes y de los palestinos. Una imagen vale mil palabras, decía irónicamente Susan Sontag. Pero, curiosamente, a este gobierno le ha fallado la gestión de imagen. Curiosamente este gobierno tuvo un rotundo éxito en prevenir la violencia del llamado Día del Joven Combatiente. Este gobierno (como cualquier gobierno) tiene todas las herramientas tecnológicas y legales para identificar a los jóvenes psicológica y emocionalmente dañados que recurren a la violencia como forma de expresión. Son tan pocos y tan fáciles de identificar (como se demostró el último Día del Joven Combatiente), que cuesta entender la pasividad, la inoperancia, la impotencia del Ministerio del Interior ante la violencia. Usted, partidario del gobierno, miembro de la elite, pregúntele al señor ministro: ¿qué pasó con el sistema diseñado por Jorge Nasser, mediante el cual se logró reducir la violencia el Día del Joven a su menor expresión de los últimos años? Pregúntele por qué se dejó de utilizar: se llevará una sorpresa.

Los mandos policiales dicen que las bombas lacrimógenas son para evitar el combate cuerpo a cuerpo y el uso de lumas, palos y elementos más peligrosos. Yo les creo. Dependen de Interior. Pero a los encapuchados, a los violentos que figuran en una o más bases de datos, ni siquiera hay que reprimirlos más: basta con llamarlos a declarar el día de la protesta. Pero la orden no llega ni a tribunales ni a fuerzas especiales. La orden de Interior como que es dejarlos actuar. La orden como que se diluye en la enorme necesidad de rating de los noticiarios, la necesidad de la elite de explicárselo todo a través del miedo.


lunes, 8 de agosto de 2011

Robocop y la utopía neoliberal




Recuerdo cuando la vi en el cine Olimpo de Viña (¿o fue en el Rex?). En cualquier caso ninguna de las salas existe. Yo no conocía ni siquiera la palabra cyberpunk, pero si sabía que Ronald Reagan, Thatcher y Pinochet tenían un cuento. Yo estudiaba ingenieria comercial y sabia que estaban privatizándolo todo. No se me escapó el chiste de que la ciudad de Detroit, financieramente quebrada en un futuro no muy lejano, ha privatizado todos los servicios incluyendo la policía (law enforcement). La administración se la ganó la Corporación Omni, donde un ejecutivo inescrupuloso maneja el crimen y planea robotizar la policía. El resto de la peli es sabida: de un poli asesinado nace Robocop, el arma mas efectiva contra el lumpen delictivo urbano jamás creado por el hombre. El experimento perfecto. Pero el ejecutivo no cuenta con los trabajadores: los policías de carne y hueso votan ir a huelga, y se desata el caos.

Una película visionaria, Robocop. Anticipó en casi un cuarto de siglo los acontecimientos de Agosto 2011, el mes en que la máquina saltó por los aires. Anarchy in the UK, campamentos en Israel, indignados en España, Demencia legislativa en EE.UU y movimiento estudiantil-ciudadano en Chile.

¿Cree usted en la casualidad? ¿En la astrología? Yo no, pero las respeto a las dos, y es singular que el sistema esté colapsando en España, en Chile, en UK., EE.UU. e Israel. Son los cinco máximos ejemplos mundiales de la NeoLibCon (o NeoConLib), la alianza entre neoconservadurismo y neoliberalismo que ha llevado al mundo al callejón. Cinco países que, en distintos contextos, se compraron el mix NeoConLib entero y ahora lo ven colapsar.

Fast Forward: Israel, EE.UU, UK y Chile desmantelaron sus estados de bienestar. Chile privatizó las pensiones y la educación. EE.UU y UK externalizaron la industria. Israel desmanteló su Estado de Bienestar en medio de una guerra. Chile gasta el 3,4% del PIB en defensa. España le puso precio a cada hectárea de su territorio y los bancos transformaron a millones de mil-euristas en seudopropietarios que ahora están indignados. Israel sigue siendo militarmente fuerte, pero su clase media se asfixia. EE.UU sigue siendo militarmente fuerte pero millones de estadounidenses no tienen seguro de salud. Chile sigue siendo militarmente fuerte y macroeconómicamente estable, pero 57% de sus ciudadanos no confían ni en el gobierno ni en la oposición. Todo esta reverendamente mal, quizá terminalmente mal…

Pero en este quinteto de naciones desdichadas, estos cinco jinetes del Apocalipsis NeoConLib, no todos están reaccionando igual.

En Chile miles de estudiantes tienen paralizado a un gobierno. En Israel 1 de cada 10 ciudadanos esta acampando en plazas y marchando en la calle. En EE.UU nade hace todavía nada (sospecho que los estadounidenses simplemente se miran, discreta y desconfiadamente por encima del hombro). Y en UK, cuna del punk, país desarrollado, especulativo, plutocrático y multiétnico, gobernado hoy por la única derecha secular que queda en el mundo (aparte de Francia y Alemania), un país donde 331 personas han muerto bajo custodia policial entre 1998 y 2011, ahí simplemente saquean.

Saquean en Camden, Notting Hill, saquean en Birmingham y en Liverpool. Saqueaban en Chile durante el terremoto y temblaba cuando Piñera juró como presidente. Hoy todo tiembla. Y cuando murió Franco, Pinochet lo fue a ver. Y cuando Pinochet estuvo detenido en Londres lo fue a ver Thatcher. Y mientras en Chile hoy se rebelan los aspiracionales, en Londres se revelan los flaites. Los ingleses son los chilenos de Europa. Los israelíes son los chilenos del Medio Oriente. Los españoles son los chilenos en veinte años más, aspiracionales estafados. Y se acerca el 2012.

Se anticipó en un cuarto de siglo Robocop (dirigida por Paul Verhoeven). Como cuando los flaites saquean Detroit a piacere porque los policías votaron la huelga, y solo queda Robocop para hacerles frente. En Robocop la corporación Omni planea no solo robotizar a la policía, sino dinamitar toda la ciudad y reconstruirla cerca. Mientras más flaites mate Robocop, mejor. Reconstruirán Detroit en otro lado y la rebautizaran Delta City, la Utopia NeoLibCon, una ciudad sin Estado, una ciudad 100% privatizada. Pero Robocop todavía tiene memoria humana y desenmascara al ejecutivo que maneja el crimen. Lo acribilla en medio de una sesión de directorio y la Corporación se redime porque, mal que mal, era película gringa, esas que ocurren fuera de la realidad.

domingo, 7 de agosto de 2011

Doble A




Chile en crisis. Israel en crisis. Italia y España en crisis. Los sistemas humanos pasan por largos periodos de estabilidad, pero su entropía fundamental (que unos ganan mucho poder a costa de otros), les pasa finalmente la cuenta. Porque los desempoderados subjetivizan el agravio, crean relatos que se van pasando de generación en generacion, hasta el momento mágico o trágico en que explotan y se transforma en acción. Porque los empoderados creen que sus privilegios durarán para siempre, asumen riesgos absurdos, crean dogmas y se aíslan de la realidad hasta que esta les estalla en la cara.

Con el downgrade de EE.UU como emisor de deuda estamos ad portas de ver el colapso de setenta años de historia financiera. Una bomba racimo que ha caído sobre la economía mundial y sacude su arquitectura completa. Mañana lunes las carteras de todos los Estados, bancos, fondos de pensión, aseguradoras, valdrán menos. 1,5 billones de dólares menos. Los gobiernos corren a prestarse ropa pero ya es tarde y solo tienen dos salidas: default o inflación. O se imprime dinero… o Game over.

Creo que la respuesta será inflación. Dólares y euros mucho más baratos. China estará indignada pero sin mucho margen para influir, pues depende que europeos y estadounidenses consuman, y mucho.

Este escenario de fin de época, los efectos macroeconómicos de una reforma radical en la educacional chilena cobran otro cariz. De hecho, en una recesión mundial como la que se vislumbra (larga y profunda) el aumento de gasto publico seria hasta bienvenido. La necesidad de aislar el efecto inflacionario mediante mayores tasas de interés desaparecería o se reduciría significativamente, así como el efecto indeseado de apreciar aún más el peso. Pero sigue vigente la pregunta sobre el financiamiento, planteado en el post anterior: ¿impuestos, liquidación de reservas internacionales, o déficit? O las alternativas más radicales: ¿venta de activos (privatización) o renacionalización de la gran minería del cobre? ¿Quien da más?

sábado, 6 de agosto de 2011

Lo que costaría financiar las demandas


Supongamos que los estudiantes ganaran. Supongamos que en las próximas semanas dejaran sin munición a carabineros. Supongamos que un gobierno acorralado aceptara plebiscitar un aumento intempestivo del presupuesto de educación equivalente al 1% del PIB. 2.000 millones de dólares.

Para votar Si o No a semejante propuesta, los chilenos debieran saber que las alternativas de financiamiento reales son:

Que suban los precios
Que suban las tasas de interés
Que el dólar caiga.
Que se reduzcan otros presupuestos del Estado
Que suban los impuestos
Una combinación de las anteriores.


¿Cuál es mejor o peor? Economista marginal desmenuza el queque.

a) Un aumento de gasto público implica aumento de demanda agregada. Pero la capacidad productiva del país y los precios internacionales de todo lo que importa no pueden satisfacer toda esta mayor demanda. Una parte se traducirá en mayores precios. La inflación pasará tranquilamente de dos dígitos si no se toman otras medidas, así que vaya imaginándoselo si ya es de solo uno.

b) Por estatutos, el Banco Central debe controlar la estabilidad de los precios. Para que el mayor gasto no provoque inflación, tiene que reprimir la mayor demanda mediante mayores tasas de interés, que inhibe el gasto privado. Vaya amortizando si se elige esta a sangre de pato. Además que los empresarios invertirán menos, se crearán menos puestos de trabajo, etc.

c) Si suben las tasas, los bonos del Banco Central se tornan más atractivos a nivel mundial y llegará más inversión extranjera de cartera. Mayor demanda por pesos chilenos hace al dólar bajar. Un lindo estimulo para que el chileno conozca el mundo. Mande a su hijo a estudiar a Europa. Aproveche de conocer el Taj-Mahal. Pero si exporta vino o fruta, si le pagan consultorías en dólares o euros, vaya preocupándose.

d) Si no queremos que más gasto público en educación no provoque inflación, aumente el costo de las deudas o abarate escandalosamente el dólar, el Estado tendrá que bajar otras partidas presupuestarias. ¿Que tal salud? Mala idea. ¿Justicia? Peor: no queremos puerta giratoria ni bochornos internacionales, así que vamos construyendo más cárceles. Bajemos ciencia y cultura. ¿A quien le importan los científicos o los artistas? Pero es tan poco lo que gastan que sería una maldad. Bajemos defensa, dice usted, el pacifista. La mayor parte son sueldos, pensiones y manutención del arsenal atómico que los gobiernos de la Concertación comprometieron para motivar a los uniformados. A menos que los vendamos a pérdida. Finalmente: ¡despidamos funcionarios! (Broma).

e) Si no queremos que el gasto se pague con mayor inflación, mayores tasas, dólar bajo o menos gasto fiscal en otro sector sensible, el gobierno tendrá que subir los impuestos. ¿Cuáles, mi reina? El royalty ya se asignó a la reconstrucción, y si sube el IVA habrá barricadas hasta en Las Condes. Si sube el impuesto a las utilidades, la CPC y la Sofofa saltarán. ¿Pero cuantos votos da la el Club de la Unión? Pocos, pero vaya que financia campañas. Y arriba quemando el sol.


Hay una quinta opción adicional y es traer reservas internacionales: la he dejado aparte porque es el peor negocio de todos. Vender las posiciones en bonos del tesoro en los mercados de hoy es a perdida. Traer los dólares fortalecerá aun más al peso y botara aun más el dólar. Todo mal.

Alguna combinación tendrá que adoptar el gobierno (y la oposición anodina y descapitalizada) si quiere encajar los 2.000 millones de dólares de gasto publico adicional y desmovilizar a los estudiantes. Una tarea políticamente titánica y que solo se puede ganar parafraseando a Don Francisco: con el apoyo de todos.

viernes, 5 de agosto de 2011

La Comuna




Desde mi ventana vi como una turba se tomaba la esquina clave de la capital y bloqueaba el tránsito. Vi también como el carro policial huía después de arrojar una bomba lacrimógena. Tres veces intentó la policía retomar la esquina, y tres veces los manifestantes regresaron hasta que finalmente el autoridad desistió. Para los consumidores de noticias televisivas comenzó entonces un proceso extraño, porque muchos (entre ellos yo) comenzaron a moverse a ambos lados de la pantalla.

Al bajar después de que las lacrimógenas se disiparon pude comprobar que la calle no estaba tomada por el lumpen ni jóvenes drogadictos, sino por mis propios vecinos: jóvenes profesionales, diseñadores, artistas visuales, profesores universitarios, cocineros de restaurantes caros. Algunas parejas homosexuales observaban el espectáculo con ternura y los perros, infaltables en cada acto político chileno, movían la cola al ritmo de las cacerolas que se tomaron el barrio.

Lo que se vio anoche en varias comunas de Santiago y de Chile está más cerca de los indignados españoles y egipcios. Algo que arrastra a personas moderadas y para nada marginales a mostrar su rechazo al sistema político y económico vigente. Porque es un hecho que ya pocos pueden ocultar: Chile vive la mayor crisis política desde el retorno a la democracia. Una crisis postmoderna en cuanto no la lideran partidos políticos ni la financian potencias extranjeras.

Max Weber distinguía entre la ética de los resultados y la ética de los fines últimos. La ética de los resultados es pragmática y dispuesta a obtener resultados mediante negociación. Los chilenos le dieron el beneficio de la duda a esta última durante veinte años. Venían de un periodo traumático y todo lo que oliera a conflicto los asustaba. De ahí que dejaron a las cúpulas políticas y empresariales negociando a puerta cerrada la estabilidad jurídica para el capital, o la entrega más que generosa de los recursos naturales a la explotación privada extranjera. Total, se consumía a crédito, los conflictos sectoriales se resolvían mediante llamados telefónicos y, con el tiempo, se creó un sistema de protección social “pobre pero honrado”.

Pero el sistema no estaba preparado para envejecer. Su gran prueba de estrés, la alternancia, resultó catastrófica: sin la capacidad de hacer arbitraje de conflictos a través de operadores políticos, sin un gran relato histórico e ingenuamente convencido de poder traducir gestión empresarial en políticas públicas, el gobierno ha logrado romper records de impopularidad. Pero es el sistema entero, oposición incluida, el que ha perdido legitimidad a una velocidad asombrosa: imposible repetir los acuerdos cupulares de antaño y aplicar la ética de resultados. Los estudiantes impusieron otra, la de los resultados ulteriores, la ética que no hace concesiones: educación pública de calidad y fin del lucro. Eso les permite subir su apuesta y dejar a la autoridad en el callejón sin salida que hoy se encuentra.

Los cacerolazos de anoche parecían transformar en ritmo la lista de agravios de cada sujeto: contra la casa comercial, contra el operador de celulares, el sistema de transporte, de salud y de educación. Los chilenos se han saturado de indicadores que los sindican como campeones mundiales de todo lo que hace una sociedad infeliz: el país más desigual, el país con la educación más cara, el país con más cesáreas, etc. Al tomare calles y esquinas anoche se formó una comuna: algo muy, pero muy novedoso.