sábado, 28 de abril de 2012

El Topo


  Algunos lectores me han preguntado por el caso Repsol-YPF en términos morales. De ahí viene el uso de la palabra robo, por ejemplo. El caso es visto como defensa o ruptura de principios jurídicos, como el choque entre ortodoxia y heterodoxia económica (como si la economía fuese un sacerdocio). Es la menos interesante de las aristas, a menos que uno crea que los herejes recibirán su castigo en la hoguera y los creyentes su justa recompensa en el cielo.
 
Anoche veía El Topo, el western metafísico y bizarro de Alejandro Jodorowsky, y debe ser por eso que me imagino a dos pistoleros frente a frente, en las calles polvorientas de un pueblo llamado Vaca Muerta.
 
De un lado está Axel Kicillof el joven y guapo bonaerense. Del otro Antonio Brufau, el viejo zorro catalán. ¿Quién desenfunda primero?
 
Kicillof es impetuoso, irónico, dialéctico. Brufau es calculador y avaro y se le conoce en Vaca Muerta como “el perro del hortelano”, el que no come ni deja comer.
 
“Invierte y te perdono la vida”, le dice Kiciloff a Brufau mirándolo a los ojos.
 
“No me pidas lo imposible, chaval”, responde Brufau. “Mátame y mi gente irá a por ti y los tuyos”. “Gallego, no hay lugar para los dos en Vaca Muerta”, dice Kicillof
 
Brufau se encomienda a su curcifijo. Kicillof a Hegel y a la Khabalah. Para sorpresa del catalán, el joven desenfunda y aprieta el gatillo.

Brufau cae de espaldas en el tierral desolado. Y Kicillof camina lentamente hacia las oficinas de la pulpería que hasta hace poco ocupaba su rival.
 
No hay una sola interpretación de la expropiación de YPF por el gobierno argentino. Si es legítimo, si es sensato, si es racional. Si hundirá a Argentina o si hundirá ya no a España sino a Repsol, y en particular a su CEO. Como todo contencioso, las partes reivindican lo moral, pero y sería ingenuo comprarles este argumento sin un mínimo de desconfianza.
 
  Para los que no conocen a Brufau ni la historia de esta disputa, les recomiendo esta crónica publicada en Madrid hace tres años. En esta se le describe como un llanero solitario que dice “no deberle nada a nadie”, aunque dirija la petrolera más apalancada (endeuda) del sector, el rey de los paraísos fiscales. Como “un perro sin collar que hoy está en el punto de mira de muchas pistolas”.
 
  Brufau era un oscuro contador de Arthur Andersen, la misma consultora que quebró por el escándalo de Enron. Ahí dice haberlo “aprendido todo”, para pasar luego a la Caixa, el poder fáctico de Cataluña, y de ahí a Repsol.
 
En sus cinco años a cargo de la petrolera incumplió todas sus promesas; debió incluso repeler a tiros un el intento de toma de control de sus socios Sacyr y Pemex. Y a sus socios argentinos los tenía al borde del ataque de nervios por su torpe insistencia en negociar con un gobierno que nunca lo reconoció como interlocutor válido, de tan avaro que era. “Aparece cinco días en Buenos Aires y se pasa cuatro jugando golf”, dice una fuente entrevistada por el cronista madrileño Jesús Cacho.
 
  ¿Alguien le explicó a Brufau que Kicillof tenía todos los incentivos para un duelo a plena luz del día? ¿Que representaba a un gobierno para quien el ostracismo financiero mundial es un cuco que no asusta? Por Dios, Antonio, ¿quién puede temer ser expulsado de un club al que no pertenece?
 
  Y ahora Brufau está tendido en el suelo, con una bala alojada en el hombro, viendo como Kicillof guarda su pistola humeante y se aleja dejándole solo el polvo de la derrota.
 
 

lunes, 23 de abril de 2012

Casa Tomada

Parece que a Antonio Brufau no lo entrenaron en teoría de juegos. No midió el riesgo, creyó que tenía al frente a un perejil. Hoy tiene más cuentas que rendirles a sus accionistas que CFK a los suyos. Nadie, del entorno de Brufau lo preparó correctamente para entender a Borges y a Piazzolla. Debió haber escuchado, verso por verso, la Balada para un Loco, o leer al revés El Hombre de la Esquina Rosada, para entender el país con que estaba metido.

Otro que se equivoca es Moises Naim. El venezolano propone invocar Freud en el diferendo Argentina-Repsol, es decir, al subconsciente de una sola persona: la presidenta. En realidad debiera haber mencionado a Nietzsche: el eterno retorno. Y a Jung: un inconsciente colectivo.

La historia argentina es cíclica, tiene recurrencias entre la fiesta dionisiaca, el bonapartismo y la república romana, con veneno y cuchillazos. Un país que ha expropiado a extranjeros y nacionales no una sino varias veces. Un país donde la clase dominante renuncia –una y otra vez- a administrar sensatamente el ahorro nacional.

Argentina es la economía más promisoria y decepcionante del G20, el terror de los banqueros de inversión, el enfant terrible de los organismos multilaterales, el escarnio de los economistas del consenso, el lugar donde todavía se hacen las mejores películas y se escriben las mejores novelas, donde 8 mil personas mueren en accidentes automovilísticos y pocas cosas son lo que parecen.

Nadie entrenó a Brufau para jugar el juego criollo. Y tampoco para leer que su adversario tenía mucho menos que perder. Como dijo Lavagna en El País: No se engañe: si mañana hubiera condiciones de seguridad, van a venir las compañías americanas que ayer a la tarde festejaban la situación de Repsol... Es que el agua, el petróleo y el gas son materias primas vitales. Que España no compre más biocombustibles es un problema de España.

Brufau fue además víctima de sus delirios de grandeza (Freud podría tener algo que decir aquí). Olvidó que Repsol es un advenedizo en las majors petroleras del mundo. Que no es BP, ni Texaco ni Chevron. Ningún asesor comunicacional le recomendó leer “Casa Tomada”. Habría entendido mejor, habría agachado el moño.

viernes, 20 de abril de 2012

Borges e YPF

¿Qué hubiera dicho Borges del affaire? Leí que se refirió a la guerra de Las Malvinas como dos pelados peleándose por una peineta. Lo comenté a propósito de YPF, aunque en este caso el más pelado es España. Una economía de rentas, España, sin agua ni hidrocarburos. Socialistas y populares (España S.A) apostaron por el galeón de Indias y el negocio inmobiliario. Reventada la burbuja se les hunde el estado de bienestar.

Argentina también es un poco calva. Digamos un pelado joven y prematuramente obeso. Una república del G.20 que, en el curso de una generación, cortó toda conexión al financiamiento internacional. Para bien y para mal. Pero Argentina, a diferencia de España, está parada sobre una cuenca hidrográfica, con acuíferos generosos, ganadería y agroindustria. Hablar de seguridad jurídica en Argentina es un eufemismo porque el Estado, cada diez años, se jode a alguien. A los propios argentinos en 2001 y en 1989, o al banco Barings en 1891. Repsol es uno más en una larga lista de víctimas.

¿Qué más represalias tiene que temer Argentina? El verdadero riesgo para Cristina Fernández es no aumentar la producción. Tiene vencimientos por 14.000 millones y un déficit petrolero de 10.000. Y 40.000 en reservas. Seguramente están depositadas en jurisdicción donde Repsol no las puede embargar.

Para España, en cambio, es una cuestión de principios. Y de amor. España y Argentina se quieren y se odian más de lo que desearían. Es algo freudiano. "Esta no es la Argentina querida", dijo Antonio Brufau, CEO de Repsol YPF en rueda de prensa.

No tiene tanto que perder España. El affaire Repsol YPF no cambia su situación frente a los mercados. Sigue siendo parte de los PIGS, por el momento. Además que la famosa certeza jurídica está más que asegurada en América Latina, ¿O realmente creen que Correa expropiará alguna constructora? ¿Ollanta? ¿Pepe Mujica? La película "Naconalización 2" no tiene muchos voluntarios para el casting.

El gallito por YPF ha sido personalizado entre Cristina Fernández y Mariano Rajoy. Incluso el rey de España dicen que tomó un teléfono. Pero la verdad es que la pelea es entre un economista heterodoxo argentino de 41 años, y un funcionario catalán de España S.A., de 64 años, Antonio Brufau.

Dos sistemas discursivos están en choque. Juzgue usted, lector (a).





En Madrid hablan de robo, pero la expropiación es una herramienta legal. La usaron los laboristas británicos en 1945. Mitterrand en 1982. Es cara, financiera y políticamente. Y Cristina Fernández la usó. Pero Brufau sí también tiene un caso legal contra el Estado argentino, porque la expropiación es discriminatoria: es solo contra Repsol, no contra el resto de los accionistas. Y no se hizo con OPA, como ordenan los estatutos. Un decreto ley y, según acusa Brufau, un decreto ley vigente desde el dictador Videla, bastaron para allanar las oficinas y expulsar a los funcionarios.

España es un pelado viejo y Argentina un pelado joven. Un pelado viejo y zorro y un pelado joven que podría envejecer luego. Es como un tío viejo y avaro y un sobrino joven y revoltoso, que no reconoce sus deudas, que todavía sonríe como esas antiguas estrellas del cine italiano.

lunes, 16 de abril de 2012

El Crucero del Amor




El vuelo partió con 10 horas de retraso. Los pasajeros armaron tal escándalo que terminé huyendo de sus gritos y refugiándome en el bar del aeropuerto. Pero en fin, al menos llegué a Puerto Vallarta y durante el viaje pude ver The Inside Job, repetírmela y tomar nota de los nombres y apellidos de los genios de la física que crearon dinero artificial con los derivados financieros y se lo repartieron a ellos mismos mediante bonos y compensaciones que los directores aprobaron sin chistar. También les llegaba.

Escandaloso, oprobioso, sin nombre. El ministro de hacienda que antes de asumir fue director de un fondo de inversiones, el académico que hacía papers financiado por los especuladores y asesora al gobierno para borrar de un plumazo todo rastro de la palabra regulación. Un verdadero circo romano de aviones privados, yates y escorts.

Ahora estoy en Puerto Vallarta, estado de Jalisco, Estados Unidos Mexicanos, sin maleta, con la misma ropa de hace 72 horas, buscando sustituir las prendas perdidas por otras nuevas en la tienda de departamentos de nombre Liverpool. Justo al frente está el malecón donde, como me recuerda Gonzalo León, recalaba El Crucero del Amor.

Ahí mismo se inaugurará, dentro de pocas horas el World Economic Fórum Latin America, cuyo lema es “comprometidos para mejorar el mundo”. Loable labor.

El subtexto de hoy es que el mundo está mal. Que muchas certezas se vienen abajo. En Noruega un asesino serial se declara inocente y afirma haber asesinado a decenas de personas en defensa propia. En España una generación completa está arruinada y sus gobernantes muestran más firmeza para defender una empresa petrolera. Mañana estará Mariano Rajoy acá, y seguramente no escatimará palabras contra la perfidia de Cristina Fernández.

Los pasajeros del Crucero del Amor erran matrimonios maduros, que peleaban y lloraban, sanaban sus heridas y se reconciliaban antes de descender en tierras mexicanas. Eran otros tiempos.

jueves, 5 de abril de 2012

Boda de Locas




En vísperas del Mundial de 1962, un grupo de homosexuales de Valparaíso y Viña del Mar organizaron una fiesta. Alguien los denunció, llegó la policía y el hecho fue descrito en el chileno vernáculo de la época por Clarín, el diario populista de Darío Saint Marie, bajo el título de “BODA DE LOCAS EN EL PUERTO”.

Lo curioso es que la humorada dio lugar a una investigación judicial, el nombramiento de un ministro en visita (el equivalente al ministerio público de hoy), la dictación de órdenes de detención… Y el diario de Saint Marie festinó durante días con los rumores acerca de la condición socioeconómica de “las locas”, alimentando simultáneamente el morbo populista y homofóbico.

Hubo un tiempo en que sucedían estas cosas en Chile. Hubo un tiempo, anterior incluso, en que las mujeres no tenían los mismos derechos que los hombres. Hubo un tiempo, más remoto aún, en que los judíos no podían ejercer ciertas profesiones en el imperio austrohúngaro (o entrar siquiera a España). Hubo un tiempo en que la sodomía era un delito castigado con pena capital, como la que se aplicó al obispo irlandés John Atherton (en la imagen).

“Todos los animales son iguales, pero hay animales más iguales que otros”. La frase de Orwell sigue vigente, en el caso de los homosexuales. Varios parlamentarios que se oponen a la ley antidiscriminación se escudan detrás del artículo 19-2 de la constitución chilena, que “ya establece la igualdad ante la ley”. El mismo argumento lo retoma el abogado conservador Álvaro Ferrer en La Tercera. Y saben que no es cierto, que hay animales más iguales que otros. Los más iguales entre todos los animales, en países como Chile, siguen siendo los varones heterosexuales.

Un homosexual, por el contrario, no puede celebrar un contrato de tuición de un menor de edad, aun siendo su hijo. Ni un contrato de vida en común, con derechos y deberes recíprocos. En la práctica, el legislador los deja fuera del famoso artículo 19-2.

Hubo un tiempo en que el contrato matrimonial ritualizado de la iglesia era el único válido. Un tiempo en que los servicios de salud y educación eran competencia exclusiva de la iglesia, que monopolizaba además los registros de nacimiento, matrimonio y muerte: el ciclo completo de la vida. Nacieron los Estados modernos y este monopolio dejó de existir. Los judíos pudieron ejercer contratos, las mujeres algunos, y la vida se secularizó. O parte de ella. Porque sigue existiendo una fracción importante fuera de la órbita del constitucionalismo, regida aún por relatos tradicionalistas para los cuales el matrimonio es una institución autónoma de la historia, independiente al devenir de las subjetividades e inmune al debate democrático. Las locas ya no van presas por hacer fiestas, pero son menos iguales que los otros animales.