domingo, 1 de julio de 2012

Gente Común



El País ha publicado impactantes fotos de personas rebuscando en los contenedores de desechos de una gran tienda madrileña. No parecen gitanos ni inmigrantes. Mujeres mayores, jubiladas pobres. Eso ocurre mientras España asciende al Olimpo del fútbol.

Hubo un tiempo remoto en que se pensaba que dar oportunidades valía la pena. Regalarlas incluso. Cientos de miles de jóvenes cuyos padres habían sido obreros o pequeños funcionarios comenzaron a ir a la universidad pagando poco o nada. Se hicieron abogados, científicos, sociólogos. Algunos fueron artistas. Eran los 60 y los 70, y mientras el sistema más los apoyaba, ellos (los sociólogos, los artistas, al menos) más lo cuestionaban. Y así nacieron escuelas, redes, estilos nuevos.

Piénsese, por ejemplo, en la ciudad de Sheffield, en el Reino Unido. En torno a su Escuela de Arte surgió una escena musical, y algo parecido pasó también en Manchester. En 1978 un grupo de estudiantes de arte de Sheffield formaron Pulp. El año no es casualidad, fue el último en que gobernaron los laboristas de la vieja escuela. Al año siguiente llegaría Thatcher y dar oportunidades dejó de ser fashion. Se recortaron los presupuestos, subieron los aranceles, aparecieron los bancos ofreciendo préstamos. Estudiar dejó de ser inversión social y pasó a ser un servicio financiero. Doce años más tarde todo había cambiado y Pulp grabó Common People, una canción que comienza con una descripción:

Venía de Grecia con sed de conocimiento, estudiaba escultura en Saint Martin. Ahí fue donde llamé su atención Y me dijo que su viejo tenía billete

La letra (autoría de un tal Jarvis Cocker) no describe físicamente a la muchacha, solo informa que viene de más arriba y quiere conocer plebeyos, vivir como ellos, acostarse con uno. Un trip adolescente. A él le gusta, pero se ríe de su afán antropológico. Si la canción es buena, el clip es un clásico britpop: un despliegue de vulgaridad Little Britain estilizada.

"I want to live like common people,
I want to do whatever common people do,
I want to sleep with common people,
I want to sleep with common people,
like you."

Por alguna razón se me vino a la cabeza Common People a propósito de los detalles que comienzan a salir, paulatinamente, acerca del mayor fraude bancario global que se haya conocido hasta la fecha.

El periodismo aún no le pone nombre, pero es del tamaño de un continente, una capa entera del capitalismo financiero que sale a la luz. Grandes nombres, mucho dinero succionado de la economía real y que se transformó, finalmente, en dividendos para accionistas y bonos de desempeño para los ejecutivos. Barclays, Citi, JP Morgan, Deutsche Bank; la lista irá aumentando con los días con procesos simultáneos en Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá.

Siempre se nos contó que los bancos se prestan dinero entre sí a corto plazo. Los que tienen excedentes le prestan dinero a los que tienen escasez puntual. Como siempre les está entrando dinero, estas operaciones se saldan siempre. Si algo sale mal hay un banco central para prestar ropa.

Pero una de las matrices del entramado mundial, el mercado interbancario que se rige por las tasas Libor y Euríbor, no funcionaba así desde hacer por lo menos cinco años. Por lo que se sabe, estos bancos internacionales se prestaban dinero a tasas inferiores a las reales. Así aumentaban su spread y sus utilidades, prestando con un buen diferencial estos recursos captados a un precio artificial. Del otro lado estaban las personas, las empresas, las pymes. Y los fondos de pensiones que invierten en derivados financieros, esos incomprensiblemente complejos mecanismos que el sistema usa para saltarse las leyes de la gravedad y del tiempo.

La historia comienza recién a reescribirse. Saldrán nombres y circunstancias de esta gente poco común, se describirán sus cenas en restaurantes, sus encuentros en resorts. Prostitución cara. Se escribirán libros y se harán películas. Quizá, incluso (depende de los ciudadanos y de lo que va quedando de las instituciones democráticas) haya cambios políticos globales.

Pepe Mujica lo dijo en Río + 20 (tal vez lo único relevante que salió de ahí) que la globalización nos gobierna y que debemos gobernarla. El megacomplot de los bancos demuestra que es ineludible, que las ganancias de la desregulación eran puro verso.

El plebeyo de Common People lleva a la chica abajista al supermercado y le dice. “Haz como si no tuvieras dinero, arrienda una pieza encima de una tienda, córtate el pelo y búscate un trabajo. Haz como si nunca fuiste a la universidad. Pero no lo lograrás nunca porque, cuando estés acostada y veas las cucarachas subiendo por la muralla, siempre podrás llamar a papá. Nunca serás como la gente común”.