miércoles, 15 de agosto de 2012

Delicious Demon



Muchos dirán que Islandia es una economía de tamaño ínfimo. Que su población está homogéneamente bien educada y nutrida. Que tienen un Gini de 25 y un per caíta de 43.000 USD. Que tiene energía geotérmica barata para sus necesidades. Largo etcétera al que podemos agregar Bjork, Gus Gus, Sigur Rós y la escena musical de Reikiavik.

Aún así los islandeses han dejado al mundo estupefacto con su respuesta a la crisis. Los ciudadanos y la clase política entendieron una distinción básica: una cosa son los bancos y otra los banqueros. A esos los sacaron de sus escritorios y los llevaron a la justicia. La moneda local se devaluó un 80%, eligieron a una lesbiana de 65 años (ex azafata) como primer ministro y hoy mire donde están.

Los islandeses no solo decapitaron directorios y gerencias. Los bancos debían 10 veces el PIB en moneda extranjera. Para recapitalizarlos y sostener la moneda, pidieron ayuda al FMI. Hicieron lo mismo y todo lo contrario que el resto. Hoy el FMI tiene el 65% de sus recursos comprometidos no para ayudar a precarios países tercermundistas, sino para salvar a naciones europeas de nivel de vida alto. Islandia es el único que tiene contentos tanto al FMI como a sus propios ciudadanos.

La receta es hetero y ortodoxa a la vez: megadevaluación, juicio al banquero sociópata, estado de bienestar y ayuda multilateral. Como resultadocrecieron las exportaciones (básicamete aluminio y productos pesqueras), la gente pudo seguir consumiendo y el Estado volvió a recaudar. Es de Perogrullo, pero lo hicieron.

Claro, dirán los picados, los islandeses son más productivos que el español promedio. Es una economía tan chica que se puede dar el lujo de imponer controles de capital. ¿Se imaginan si lo hubiese hecho Estados Unidos? Además que los finlandeses pudieron mantener su seguridad social porque el Estado debía menos, mucho menos que España o Grecia… Son los matices del caso.

El más importante es político: la señal de castigar la irresponsabilidad financiera. El riesgo moral fue eficazmente tergiversado en Estados Unidos y Gran Bretaña con la monstruosidad del too big too fail. Por cierto que los bancos demasiado grandes no podían quebrar en 2008, pero sus directivos debieron haber pagado, al menos, parte de la cuenta. Y sus miles de conflictos de intereses desguazados y revendidos por partes. Como dice el poema de Poe: nevermore.

Hoy la cuenta del banquero la paga la gente de a pie. La champagne, los aviones y las putas. El convertible del año. El arte contemporáneo. ¿Cuánto vale ese diputado?

Insensible a cualquier cosa que no sean los latigazos de su dominatrix alemana, el pío Mariano Rajoy empuja a sus ciudadanos a la penuria y el via crucis. Al carajo cientos de miles de extranjeros que vinieron a entregar sus brazos a la construcción de palecetes y resorts aspiracionales en toda España. Que se sumen a los perdedores que rebuscan entre los desechos del Corte Inglés. Qué echen raíces esperando que los atienda alguien en el hospital. Ahí está, según El País, el colombiano Carlos, que padece de esquizofrenia. España no le da atención médica, y su gobierno tampoco está apurado en repatriarlo. Eso es maldad.

domingo, 1 de julio de 2012

Gente Común



El País ha publicado impactantes fotos de personas rebuscando en los contenedores de desechos de una gran tienda madrileña. No parecen gitanos ni inmigrantes. Mujeres mayores, jubiladas pobres. Eso ocurre mientras España asciende al Olimpo del fútbol.

Hubo un tiempo remoto en que se pensaba que dar oportunidades valía la pena. Regalarlas incluso. Cientos de miles de jóvenes cuyos padres habían sido obreros o pequeños funcionarios comenzaron a ir a la universidad pagando poco o nada. Se hicieron abogados, científicos, sociólogos. Algunos fueron artistas. Eran los 60 y los 70, y mientras el sistema más los apoyaba, ellos (los sociólogos, los artistas, al menos) más lo cuestionaban. Y así nacieron escuelas, redes, estilos nuevos.

Piénsese, por ejemplo, en la ciudad de Sheffield, en el Reino Unido. En torno a su Escuela de Arte surgió una escena musical, y algo parecido pasó también en Manchester. En 1978 un grupo de estudiantes de arte de Sheffield formaron Pulp. El año no es casualidad, fue el último en que gobernaron los laboristas de la vieja escuela. Al año siguiente llegaría Thatcher y dar oportunidades dejó de ser fashion. Se recortaron los presupuestos, subieron los aranceles, aparecieron los bancos ofreciendo préstamos. Estudiar dejó de ser inversión social y pasó a ser un servicio financiero. Doce años más tarde todo había cambiado y Pulp grabó Common People, una canción que comienza con una descripción:

Venía de Grecia con sed de conocimiento, estudiaba escultura en Saint Martin. Ahí fue donde llamé su atención Y me dijo que su viejo tenía billete

La letra (autoría de un tal Jarvis Cocker) no describe físicamente a la muchacha, solo informa que viene de más arriba y quiere conocer plebeyos, vivir como ellos, acostarse con uno. Un trip adolescente. A él le gusta, pero se ríe de su afán antropológico. Si la canción es buena, el clip es un clásico britpop: un despliegue de vulgaridad Little Britain estilizada.

"I want to live like common people,
I want to do whatever common people do,
I want to sleep with common people,
I want to sleep with common people,
like you."

Por alguna razón se me vino a la cabeza Common People a propósito de los detalles que comienzan a salir, paulatinamente, acerca del mayor fraude bancario global que se haya conocido hasta la fecha.

El periodismo aún no le pone nombre, pero es del tamaño de un continente, una capa entera del capitalismo financiero que sale a la luz. Grandes nombres, mucho dinero succionado de la economía real y que se transformó, finalmente, en dividendos para accionistas y bonos de desempeño para los ejecutivos. Barclays, Citi, JP Morgan, Deutsche Bank; la lista irá aumentando con los días con procesos simultáneos en Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá.

Siempre se nos contó que los bancos se prestan dinero entre sí a corto plazo. Los que tienen excedentes le prestan dinero a los que tienen escasez puntual. Como siempre les está entrando dinero, estas operaciones se saldan siempre. Si algo sale mal hay un banco central para prestar ropa.

Pero una de las matrices del entramado mundial, el mercado interbancario que se rige por las tasas Libor y Euríbor, no funcionaba así desde hacer por lo menos cinco años. Por lo que se sabe, estos bancos internacionales se prestaban dinero a tasas inferiores a las reales. Así aumentaban su spread y sus utilidades, prestando con un buen diferencial estos recursos captados a un precio artificial. Del otro lado estaban las personas, las empresas, las pymes. Y los fondos de pensiones que invierten en derivados financieros, esos incomprensiblemente complejos mecanismos que el sistema usa para saltarse las leyes de la gravedad y del tiempo.

La historia comienza recién a reescribirse. Saldrán nombres y circunstancias de esta gente poco común, se describirán sus cenas en restaurantes, sus encuentros en resorts. Prostitución cara. Se escribirán libros y se harán películas. Quizá, incluso (depende de los ciudadanos y de lo que va quedando de las instituciones democráticas) haya cambios políticos globales.

Pepe Mujica lo dijo en Río + 20 (tal vez lo único relevante que salió de ahí) que la globalización nos gobierna y que debemos gobernarla. El megacomplot de los bancos demuestra que es ineludible, que las ganancias de la desregulación eran puro verso.

El plebeyo de Common People lleva a la chica abajista al supermercado y le dice. “Haz como si no tuvieras dinero, arrienda una pieza encima de una tienda, córtate el pelo y búscate un trabajo. Haz como si nunca fuiste a la universidad. Pero no lo lograrás nunca porque, cuando estés acostada y veas las cucarachas subiendo por la muralla, siempre podrás llamar a papá. Nunca serás como la gente común”.

jueves, 14 de junio de 2012

Capitalismo bipolar



Qué maravilloso debe ser pertenecer a una élite que no debe rendirle cuentas a nadie, que puede administrar, transferir, enajenar y vender activos públicos a parientes y amigos, sin más límites que la imaginación y el pudor. Pienso en los años dorados del PRI (y en las sabrosas privatizaciones de Salinas de Gortari), en las autocracias árabes, en la oligarquía poscomunista rusa. Pero también en la posdictadura chilena, cuando todos bailábamos tecno o grunge y apenas nos interesaba lo que su publicaba en el Diario Oficial. Son momentos en que se junta el hambre con las ganas de comer, cuando se puede ser probo y corrupto, oscuro y transparente a la vez. Cuando el discurso oficial es que la gente solo quiere estabilidad y hay carta blanca para hacer de todo.

Debemos estar agradecidos de no vivir tiempos así. La alternancia política en Chile ha sincerado muchas cosas y hoy es posible ponderar, por ejemplo, los Contratos Especiales de Operación de Litio (CEOL). En el tiempo en que “la gente solo quiere estabilidad” los CEOL habrían pasado perfectamente piola, una nota breve en alguna publicación de economía y negocios. Hoy se discute qué tan buena idea es esto de entregar (regalar) el recurso a cambio de un royalty de un 7%. Muchos se preguntan por qué un coloso minero como Codelco apenas manifiesta interés en el negocio.

Algunas pistas: el subsecretario de minería Pablo Wagner señaló hace un año que “la nacionalización del cobre es un error histórico”. Wagner estudió en la Univesidad Católica, trabajó en el Penta, hace clases en una universidad privada y es militante de la UDI. Hombre sincero, recién asumido en el cargo declaró a Minería Chilena que uno de sus objetivos era “hacer que el litio deje de ser un mineral estratégico y pueda explotarse de una manera más profunda”.

¿Cómo la crianza de cerdos, por ejemplo?

Desde entonces Wagner está más cauteloso y ha dejado de darse gustitos ideológicos con micrófono abierto. Y está promocionando los CEOL como esos vendedores de seguros que le interrumpen a uno la mañanana o el almuerzo. ¡Aproveche! ¡Mañana será tarde!Tenemos litio para 1.500 años, pero tenemos que explotarlo ahora o perderemos el liderazgo ante Argentina, Bolivia, Afghanistán o Australia.

¿Codelco? No se preocupoe, ciudadano o ciudadana, Codelco tiene su boliche de litio en el salar de Pedernales, solo que no le interesa explotarlo. ¿Impuestos? El Estado cobrará la friolera de US$ 350 millones... durante 20 años.

Esa misma lógica mercantil (vender el recurso rápido y barato para ser el mero mero de un negocio de volumen), pasa por alto que el litio es un commodity y su aporte a la economía verde (vehículos eléctricos) es marginal. Del orden de 1 a 500. Así que, Wagner y amigos, vamos regalando la harina que ya nos tocará comprar de vuelta el pan.

Mientras tanto, su superior directo, el ministro de minería Hernán de Solminihac, debió inhabilitarse en la discusión por el futuro de la explotación del litio por su parentesco con un alto ejecutivo de Soquimich, principal productor del recurso a nivel mundial, una empresa privatizada por Pinochet y dirigida desde entonces por un pariente político. Pero no nos deprimamos, que el litio ayuda, y Soquimich y algunos aliados nipones y coreanos crearon ya un centro de investigación. Para que algo de pan produzcamos.

Baterías. Remedios. El flagelo de la depresión. El cambio climático y los autos híbridos. Las elites endogámicas. Los errores históricos. La maravillosa aventura de enriquecerse a costa del Estado y luego ejercer e docencia y el mecenazgo cultural.

domingo, 3 de junio de 2012

El Amanecer de los Zombis



Una semana mala para los mercados y pésima para el presidente Barack Obama. Una semana en que dos casos aislados y chocantes de canibalismo urbano estremecieron a Estados Unidos. Dos en un país de más de 300 millones de habitantes no es mucho, y su visibilidad exagera, quizá, el alcance real de las enfermedades mentales severas. Y, sin embargo…

Según datos de la Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por su sigla en inglés), un 4% de la población estadounidense sufre alguna enfermedad mental grave. En el segmento de entre 18 y 25 años es el porcentaje es el doble. Los hombres duplican a las mujeres, y por raza, los más afectados son los mestizos, seguido de blancos y negros. Un 1,2% padece de personalidad límite (borderline), 1,1% sufre de esquizofrenia, 2,6% de bipolaridad y 6,7% son víctimas de depresión severa. Las cifras son de hace 4 años, o sea, antes de que comenzara la recesión.

Sin entrar a comprara estas estos datos con los de otros países desarrollados o emergentes (digamos, Chile o Suecia), lo grave es que se producen en una nación sin un sistema público universal de salud. Un país donde una porción significativa de los ciudadanos considera tal cosa una siniestra e inaceptable intromisión socialista en sus vidas. Un país donde muchos de los individuos que requieren atención médica urgente tienen, sin embargo, acceso legal a armas de fuego.

Hace algunos meses Jill Lepore publicó en el New Yorker una genealogía política de la II Enmienda y sus defensores. Descubrió que el espíritu de la ley era permitir la formación de milicias para la defensa del territorio en caso de invasión extranjera. Que su articulación como programa político de derecha, al igual que la militancia contra el aborto, nació durante las guerras culturales de los sesenta y setenta. El caso de la ley de salud mental de Alaska es sintomático. Dar salud mental gratuita a los habitantes de este remoto e inclemente territorio polar era parte de un complot totalitario.

Hoy una ley federal de acceso a la salud mental sería acusada de totalitaria por los malos lectores de la señora Ayn Rand, cuyo “objetivismo” individualista y libertario opera, para estos efectos, como una verdadera ideología de la anti-empatía. Si sufres alucinaciones, angustias, trastornos del sueño, ansiedad, cambios de ánimo violentos, si temes a tu vecino o estás convencido de que te observan, es tu problema. Si tienes un arma es tu derecho. Yo pago mis impuestos.

Reconozco que puedo estar cargándole los datos injustamente a Miss Rand y sus seguidores, y que el problema tenga una dimensión mayor, más allá incluso a los sistemas económicos y de las políticas públicas. En una sociedad socialdemócrata como la Noruega un supremacista blanco seguidor de los templaros asesinó a sangre fría a setenta personas. Y en Canadá, donde sí existe salud socializada y universal, un actor porno descuartizó a su pareja y filmó, según la policía, actos necrofílicos con los restos, para luego mandarlos por correo a las sedes de los dos principales partidos políticos del país. Esto ocurrió la misma semana de los ataques caníbales en EE.UU., y mientras decenas de miles de estudiantes marchaban en Montreal contra el alza de las matrículas universitarias.

Tal vez haya que buscar las pistas para este tipo de violencia en otra parte, en Deleuze y Guattari, por ejemplo, en el viejo Freud, o en las obras maestras que filmó Fritz Lang a meses de que Hitler subiera al poder. Una de ellas tiene la capacidad de aterrorizarme más que cualquier película contemporánea de asesinos seriales, y me refiero a M, el Vampiro de Düsseldorf, basada en los crímenes de Peter Kürten (en la foto de encabezado de este post). Kürten asesinó violó a mujeres y niñas el mismo año en que se produjo el crash de Wall Street. Fue condenado a muerte y ejecutado meses antes de que Hitler llegara al poder. Y compartía con este el bigotillo recortado.

lunes, 14 de mayo de 2012

Merkel, Lord Byron y el retorno de la dracma



Lord Byron murió el 19 de abril de 1824 en Messolonghi. Había viajado a Grecia para liderar la guerra de independencia y ser rey de une Grecia renovada y moderna, pero las rencillas entre los caciques mermaron su ánimo y sus defensas, contrajo malaria y los médico no hallaron nada mejor que sacarle sangre.

Un año antes Byron de moriri publicó su gran poema épico Don Juan, cuyo Canto II comienza así:

O ye! who teach the ingenuous youth of nations,
Holland, France, England, Germany, or Spain,
I pray ye flog them upon all occasions,
It mends their morals, never mind the pain

Dos litros de sangre le sacaron los médicos a Byron, según testigos presenciales. Una lección que no han aprendido los economistas ortodoxos, los paladines de la cura de austeridad que tienen a la Unión Eupea al borde del colapso.

La culpa, en todo caso, no es de estos economistas ortodoxos. Como los augures de la república romana, son adivinadores de signos que le dicen al César lo que este quiere oír. La culpa es de políticos como Ángela Merlel, que les han dado este crédito casi sacerdotal, hipotecando ante sus oráculos la acción política verdadera, la negociación realista que estima la devastación y los costos políticos de imponerle austeridad en el otro sin practicarla uno.

La debacle europea tendrá como símbolo el retorno de la comunidad imaginada, como la llamó Benedict Anderson. Aquella que se nutre del héroe militar, del artista de la lengua, de la flor o árbol emblemático que la La Unión Monetaria erradicó de las monedas y billetes comunitarios. Deben estar atentas las casas de moneda a la licitación ultrasecreta para imprimir dracmas. Apostemos porque los rostros que se imprimirán en las nuevas denominaciones: yo voy por Aristóteles, Platón, Kafavis y María Callas, aunque la lista es larga y la podrán engrosar deportistas, obispos ortofoxos y, por qué no, al propio Lord Byron.

Las alternativas de Europa son muchas menos que hace seis meses y Krugman las enumeró el fin de semana: seguir con el discurso de la austeridad y dejar que todo se vaya al carajo, o entrar directamente en el modo control de daños. O sea, meterse la mano al bolsillo y evitar que España y Portugal también busquen sus propias imprentas de billetes.

Merkel y el establishment UE están donde están por haber sido esclavos de una mentalidad cortoplacista y pedagógica. Nadie les explicó cómo operan los relatos colectivos. Nunca vieron que castigar al funcionario y al jubilado griego por las turbiedades de sus funcionarios era lo mismo que imponerle sanciones a Irán o a Cuba: una herramienta que solo activa el rechazo a las imposiciones externas. Porque los globalizadores nunca han entendido (o no han querido entender) que las naciones aún existen y que el ciudadano de a pie (taxista, comerciante, asalariado) rechaza a los políticos coludidos con “las fuerzas foráneas”. Un alemán debiera saber eso. ¿Cómo explicar entonces que le hayan impuesto al mileurista griego unas condiciones inaceptables, que vacían de toda legitimidad y contenido al centro político?

Con toda probabilidad las elecciones griegas se repetirán, y el mensaje anti austeridad saldrá reforzado, y así Hollande y Merkel tendrán una muy amena charla en su primer encuentro. Los equipos técnicos de cada lado ya debieran estar acercándose para evitar que a la nueva dracma le sigan nuevas pesetas, nuevos escudos, nuevas liras, y un mundo nuevo, extraño y lleno de peligros.

sábado, 12 de mayo de 2012

Obama dobla la apuesta


El 7 de octubre de 1955 un poeta de 30 años subió al escenario de un tugurio de San Francisco, California. Traía unas hojas mecanografiadas y comenzó a leer con una voz pastosa y dramática ante una sala expectante y repleta de humo:

I have seen the best minds of my generation destroyed
by madness, starving hysterical naked,
draggind themselves through the negro streets at dawn
Looking for an angry fix.


Estaba naciendo algo nuevo, una sensibilidad subterránea que salía rabiosamente a la luz pública. Howl es un grito contra una sociedad conservadora, donde la diferencia era considerada una enfermedad a tratar mediante el electroshock y otras aberraciones. La publicación del poema, en la misma ciudad, dio lugar a un bullado proceso por obscenidad que puso en jaque el alcance real de la libertad de expresión. La libertad para decir y escribir y publicar cosas como:

Who let themselves be fucked in the ass by saintly Motorcylcists, and screamed with joy

Más de medio siglo más tarde, el presidente de EE.UU, en el contexto de su campaña por la reelección, ha dado su apoyo al matrimonio homosexual. No es algo que se vea todos los días. Tampoco un gesto ni remotamente espontáneo sino producto del cálculo electoral, pero que promete sentar una línea de demarcación, un antes y un después en la política occidental. Si Barack Obama es reelegido en noviembre se validará una hipótesis con implicancias de largo plazo, que pocos candidatos podrán obviar.

En ninguna parte del mundo la comunidad homosexual es homogénea ideológicamente. Los hay de derecha o de izquierda, liberales y socialistas, creyentes y ateos. Según el Huffington Post, las encuestas a boca de urna durante las últimas elecciones parlamentarias en EE.UU (2010), 31% de los homosexuales y lesbianas votaron por los republicanos contra un 19% en las presidenciales de 2008. En la última convención del Partido Conservador británico figuraba un delegado travesti que manifestaba, ante las cámaras de The Guardian, su rechazo a la Unión Europea.

La de Obama es, por tanto, una jugada electoral con costos y beneficios que sus asesores han medido con cuidado. Especialmente después del primer rally de campaña en Ohio, donde, según The Guardian, había demasiados asientos vacíos.

La jugada debiera, por lo pronto, galvanizar la campaña del presidente y asentar un golpe difícil de replicar en el campo adversario. ¿Qué Mitt Romney en su propio campo? ¿Prometer la prohibición del aborto? O más aún, ¿quitarle el voto latino a Obama haciendo gestos hacia los emigrantes?

La ingeniería electoral, el afinamiento de los relatos de campaña, es una ciencia y un arte. Es una mezcla de estadística e intuición. Cada categoría sociodemográfica tiene un comportamiento esperado, cada sujeto es una sumatoria de motivaciones, relatos e historiales. ¿Qué harán ahora, por ejemplo, los católicos progresistas como Martin Sheen? ¿Los afroamericanos bautistas como Jesse Jackson? ¿Cuánto pierde y cuánto gana Obama con su inédito gesto, que más encima tiene poco contenido legal puesto que el contrato matrimonial es resorte de los estados y no del gobierno federal?

En sociedades complejas y seculares, uno o dos puntos porcentuales son la diferencia entre el triunfo o la derrota. No se hace campaña por el voto duro (salvo para asegurarlo) sino por los indecisos. Sarkozy, buscó en vano el voto de ultraderecha, pero si hubiese hecho como Obama quizá hubiera puesto en aprietos a Hollande y el 6 de mayo pasado la fiesta hubiera sido en La Concorde y no en la Bastilla.

No es difícil imaginar cómo hubiera reaccionado Gingbserg ante el anuncio de Obama, o su compañero de vida Peter Orlovsky, fallecido hace dos años. En aquella noche de 1955, el poeta terminó su recital con las siguientes palabras:

America this is quite serious
America I’m putting my queer shoulder to the wheel

domingo, 6 de mayo de 2012

Je t’aime, moi non plus


Hace poco volví de Brasil de madrugada. Tomé un taxi y el chofer tenía la radio encendida en la clásica balada erótica de Serge Gainsbourg. Te Amo, yo tampoco. El sol apenas despuntaba en la cordillera cuando los gorjeos orgásmicos de su pareja de entonces, Jane Birkin, llegaron a su clímax. Francia no solo es el país del glamour, la moda, la alta costura y el marqués de Sade.

Siguiendo la terminología de Benedict Anderson, Francia es una de las primeras comunidades imaginadas, la primera construcción discursiva de una nación de iguales, reunidos bajo una misma legalidad y un conjunto simbólico de imágenes y signos. Al punto de defenderlos militarmente.

El impacto de este discurso republicano-secular llegó a todos los rincones del mundo e imantó la voluntad de individuos como mi abuelo materno, un profesor de estado nacido en 1918 y quien, en 1951 viajó a París, la ciudad que no acaba nunca, para estudiar el idioma de la modernidad y del positivismo.

Yo tenía 15 años y cursaba el primer año de secundaria en la Alianza Francesa de Viña de Mar la última vez que Francia cambió de signo presidencial desde el hemisferio derecho al izquierdo. Eso fue hace casi 31 años, tiempo suficiente para un comentario que es también un compendio de recuerdos. Por ejemplo, la enigmática conferencia de José María Navasal, el comentarista de política internacional de Canal 13 en ese entonces, días después del triunfo de François Mitterrand en las urnas.

No recuerdo el detalle de la conferencia; supongo que Navasal venía a darnos argumentos para que no fuésemos estigmatizados como el colegio socialista de la ciudad, y para que no cayésemos en el terror (y el error) de temer la llegada del “caos marxista” a París. Navasal nos dijo que existía ya algo llamado Comunidad Económica Europea, que le imponía a Francia ciertas responsabilidades y compromisos como, por ejemplo, no pasarse a la órbita soviética, la fórmula que los adolescentes de ese entonces debíamos asociar el Mal Absoluto. Francia era Francia, nos aseguró Navasal, y lo seguiría siendo.

François Hollande ha repetido la hazaña de Miterrand prácticamente con el mismo porcentaje de votos, 51% y fracción. Un detalle no menor, considerando la desaparición del Partido Comunista como fuerza relevante del paisaje político. Y esa Comunidad Económica que en 1981 era apenas un proyecto hoy es una unión monetaria en crisis.

Las diferencias entre 1981 y 2012 no terminan ahí. Basta contrastar los debates presidenciales. El debate civilizado y racional entre Miterrand y Giscard d’Estaing, vs el debate agrio y descalificador entre Hollande y Sarkozy. El hecho que en 1981 aún se hablara de “clase trabajadora”, en contraste con los temas dominantes de 2012: “poder adquisitivo” e “inmigración”.

En su discurso como presidente electo Hollande no mencionó una sola vez a Mitterrand. Ni a León Blum, ni a Mendès-France, ni ninguna otra tradición izquierdista. Ni menos a Ángela Merkel, la dominatrix de Europa. A diferencia de Mitterrand, Hollande no subió al podio con un clavel rojo, y dio su discurso de la victoria junto al tándem formado por el tricolor republicano y las 27 estrellas de la Unión Europea. Hollande no trae consigo un programa de nacionalismo económico sino un mandato para enfrentar la ortodoxia liberal, aquella que encarnan Merkel y su vasallo Rajoy, según la cual la crisis europea es responsabilidad de la dadivosidad socialdemócrata y no de la permisividad de los mercados financieros.

Mitterrand intentó tres veces la presidencia y a la cuarta lo logró. Hollande llegó de rebote, tras la caída en desgracia del fauno Strauss-Kahn. Mitterrando era un hombre de la guerra, de Vichy y de la IV República, un paranoico y un micromanager. Un manipulador lleno de dobleces, que escondió durante décadas un cáncer terminal y una hija natural. Hollande es Monsieur Normal. Un funcionario del partido.

Mitterrand llegó con el slogan de cambiar la vida. Hollande llega para conservarla tal como un francés promedio la concibe: salud y educación gratuitas, subsidio de desempleo, etc. Un conservadurismo republicano enajenado por las gestos nuveau riche de su predecesor y por la idea de que el ciudadano debe pagar por los excesos del banquero.

Dicho esto, Francia está atrapada en una dinámica demográfica y social de difícil gestión. No es que Sarkozy haya precisamente reducido el Estado. “Es ahora”, rezaba el slogan de campaña de Hollande. Un ahora dudoso y crispado por la necesidad urgente de financiar, con actividad económica real, esas prestaciones y servicios a los que tienen derecho no solo los ciudadanos franceses, sino todos aquellos que pisan el suelo de la república. La igualdad y la fraternidad son caras, y la libertad tiene un precio concreto. Francia ya no tiene un banco central ni menos la holgura fiscal que le permitió a Mitterrand nacionalizar la banca y la industria pesada. Las ambiciones de Hollande son más modestas: en el fondo son conservadoras.