sábado, 11 de abril de 2009
Universo Paralelo
Acabo de encontrar en un viejo cajón de mi casa en Viña un artículo de Beaudrillard titulado "Deuda Global y Universo Paralelo". Debe datar de mediados de los noventa, cuando el sistema parecía imbatible tras la caída del muro. El ensayo parte de dos imágenes: el contador de la deuda pública norteamericana, ubicado en Times Square, Nueva York, y el contador de los segundos que faltaban, en aquel entonces, para el cambio de siglo, ubicado en el Centro Pompidou de París.
Cito algunos párrafos decididores a la luz de la debacle actual:
"La deuda circula en su propia órbita, con su propia trayectoria hecha de un capital que, a partir de ahora, está libre de cualquier contingencia económica y se desplaza en un universo paralelo. La aceleración del capital ha exonerado al dinero de toda obligación respecto del universo cotidiano de la producción, el valor y la utilidad. No es ni siquiera un universo orbital: es más bien ex-orbital, ex-céntrico, ex-centrado, con apenas una débil probabilidad de reunirse algún día con el nuestro".
Como se puede apreciar, Beaudrillard describe irónicamente el funcionamiento de los mercados financieros a mediados de la década pasada, cuando el desarrollo de derivados, futuros, opciones y otros mecanismos esotéricos para administrar el riesgo, parecían a punto de perpetuar el sistema capitalista ad infinitum. Y lo hace con un dejo de melancolía.
"Estamos vivos sólo por este desequilibrio, esta proliferación y esta promesa de infinito creada por la deuda. La deuda planetaria o global, por cierto, no tiene sentido en los términos clásicos de capital accionario o crediticio. Actúa como nuestra línea de crédito colectiva, como un sistema crediticio simbólico mediante el cual las pensiones, las corporaciones y las naciones están vinculadas entre sí por default."
Es maravilloso constatar como una inteligencia de una disciplina es capaz de desentrañar los secretos de otra, sin entrar en la minucia. No conozco ningún economista contemporáneo que haya llegado al quid del asunto con semejante lucidez. Ahora nos toca a nosotros responderle a Beaudrillard, quien se debe estar riendo a carcajadas en su tumba: pues sí, Jean, nuestro sistema crediticio-simbólico está quebrado, y el universo paralelo de la deuda se ha finalmente reunido con nuestro universo cotidiano de cuentas, salarios, préstamos hipotecarios y sueños consumistas inviables. Interesante época para estar vivo, ¿no?
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No sé si sabías, pero al contador de deuda de Nueva York se le acabaron los dígitos para cuantificar la cifra el año pasado. Ahora que la deuda de EEUU llegó a 10 billones de dólares, tienen pensado agregarle dos dígitos más. Lo que partió casi como una humorada a fines de los ochenta, cuando lo inauguraron, es ahora un chiste cruel.
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