domingo, 27 de noviembre de 2011
América Latina
A primera vista América Latina es un himno nacionalista-populista, una especie de Canto General Reloaded, visibilizado y retransmitido a la velocidad de las redes sociales.
Pero es mucho más que eso.
La letra, inspirada como todas las de Calle 13, opera como un llamado, un relato de la identidad, pero también como demarcación, el trazado de una frontera entre lo económico y lo ético. Por una parte celebra la trampa de Maradona como triunfo antiimperialista, por otra afirma que el capitalismo no puede comprar la vida. Una afirmación valerosa, cuando no temeraria, en un mundo donde la economía financiera supera con creces a la economía real: las deudas son varias veces los salarios, los contratos futuros son más que todas las materias primas que produce el planeta.
Desde el siglo XVI la vida no ha dejado de financiarizarse, con distintas velocidades y alcances. Ya en ese entonces la corona española empeñaba sus flujos de oro y plata de América. Los banqueros holandeses y genoveses la adelantaban el dinero que aún no salía de las minas de Potosí (a un 30% de interés) para que el piadoso Felipe II pudiese financiar sus palacios y sus guerras de religión.
Es un lugar común decir que el neoliberalismo ha privatizado el agua, pero la verdad es que esto ocurrió mucho antes. Napoleón III fue el primer gobernante en licitar la gestión del agua a una empresa privada, en este caso una filial del Crédit Leyonnais. Hoy esta multinacional (rebautizada como Suez) ha extendido su modelo de gestión a gran parte del mundo. El agua es escasa y la lluvia no se puede comprar, pero Suez sabe cómo manejarla y crear valor para sus accionistas.
Las vidas no se pueden comprar, pero si hipotecar y financiarizar. Si una empresa uruguaya produce 10.000 calzoncillos mensuales, y para ello emplea a 50 personas, esos 50 sueldos se pagan a través de un banco dispuesto a adelantarle al trabajador el equivalente a varios meses de salario para que se compre un plasma. O sea que, mensualmente, no se generan solo 10.000 calzoncillos y 50 sueldos, sino tantos como el sistema financiero pueda (y esté dispuesto) a multiplicar a través de sus distintos instrumentos. La educación está financiarizada desde el momento en que las instituciones (tengan o no fines de lucro) hacen esta misma operación con las matrículas y mensualidades que pagan los alumnos. Y lo mismo la salud y la vejez.
La diferencia entre un país como Angola y otro como Chile radica en que, en Angola, estas operaciones no tienen lugar, o su proporción frente a la economía real es aún bajísima. No existe en África un mercado en torno a la posesión de la tierra, salvo allí donde existen recursos naturales de interés para las multinacionales brasileñas o chinas.
En otras palabras, nuestros niveles de vida actuales se construyeron sobre esta multiplicación mágica (no existe otra palabra) de nuestro valor económico como generadores de algún tipo de producto físico o simbólico, una operación que consiste en traer al presente lo que produciremos a futuro. ¿De qué otro modo, si no, seríamos capaces de construirnos casas, desplazarnos en vehículos alimentados con combustibles fósiles, abordar aviones y viajar 12 mil kilómetros hacia el otro rincón del mundo? Un estudiante universitario es un flujo de fondos, lo mismo que un enfermo de cáncer o la cuenca de un río. Activos y pasivos que se traspasan, un spread que alguien capitaliza.
Y en cuanto a la política, la actividad que supone debiera arbitrar estos procesos, es sintomático que los grandes discursos ya no provengan de los propios políticos, sino de cantantes como René Pérez, alias Residente.
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Antes era razón versus fe. Creo que ahora podría ser innovación científica versus productividad: a medida que tenemos mejores medicamentos, vivimos más años, se le exige más a la productividad del trabajador para que pueda financiar su salud y retiro (fuera de ser solidario con las generaciones precedentes). La tensión es cada vez mayor con el detalle incómodo de que dicha mayor productividad requiere cada vez de mayores recursos naturales, muchos de ellos finitos. En fin, es una ecuación difícil de cuadrar sin dolor. El problema es que este ambiente es propicio para los profetas de todas las revoluciones, desde la islámica, pasando por la extrema izquierda hasta José Piñera que no se arrugaría en privatizar el aire. Va costar mantenerse cuerdo, centrado, gradualista, realista. No es mala idea rezar... El tango se podría llamar: "Todos queríamos ser inmortales"
ResponderEliminarAsí es, las economías desarrolladas se han sobrefinanciarizado, al mismo tiempo que s población envejece y se torna menos productiva. No es culpa del Estado de Bienestar per se, como sostienen algunos frescos, sino de la manera como se administra. Admiro tu fe en la oración, a mi ese tren nunca me recogió, pero lo respeto... abrazio
ResponderEliminarRezar es parte del arsenal tecnológico humano, Buda, San Ignacio se dieron cuenta que había que conectarse con el silencio interior para poder algo de lo que está pasando allá fuera. De mística, poco, de epistemología bastante. Además, es una actividad sustentable: tres minutos de oración o meditación evitan mucas compras compulsivas, especulaciones bursátiles inútiles, etc El neurobudismo la lleva!!!
ResponderEliminarSí, por el lado del Buda me ha ido mejor, como que el tren para en más estaciones, ¿no?
ResponderEliminarLa economía se comió a la política, y d este echo A Latina ha sido un espectador y facilitador.
ResponderEliminarYo me pregunto si el spread lo capitalizan los mismos el problema del circulare(liquidez) es difícil de contener sin Estado re-distribuidor, tendría que haber una ciudadanía muy empoderada ¿o no?
Hola Joven! Creo que dependerá de qué entendemos por empoderamiento... reivindicación de la calle es solo el principio. Lo más difícil viene después: la articulación discursiva y progamática de los disitntos descontentos y sensibilidades. ¡Son muchas! Ya ves que los Indignados y los Occupy están en la primera fase recién. Y el objeto del descontento todavía es difuso: yo veo que la crisis es resultado de una sobrefinanciarización desregulada de prácticamente todo lo que vemos y tocamos. no es algo menor... Saludos
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