lunes, 18 de mayo de 2009

Junten Agua



A medida que crecemos y nos civilizamos, los recursos que sostienen la vida y que siempre hemos dado por sentados dejan de serlo. En mis tiempos de economista serio recuerdo haber estado en un seminario variopinto y multisectorial, en que una señora del INN (Instituto Nacional de Normalización) decía ya por aquellos años (2002 o 2003, si mal no recuerdo) que el agua se va a acabar. Yo no lo podía creer. La señora aquella, una ingeniera mayorcita, cero asomo de coquetería, nerd a más no poder, estaba allí para hablar de cómo el mundo que habitamos es viable porque todos los sistemas legales del mundo se han puesto de acuerdo para estandarizar los anchos de las calles, las dimensiones de un water, las alturas de los postes y todas las certezas que nos permiten circular por la ciudad sin morir en el intento. Y el agua potable, claro, es un estándar. Cuántos minerales y metales pesados, cuánto cloro y cuánta a materia orgánica, etc.

La sacamos de los ríos y de los lagos, porque desalinizar el agua del mar es total y absolutamente inviable desde un punto de vista económico. La ONU ha definido que 60 litros diarios es el mínimo que requiere un ser humano para hidratarse, lavarse, limpiar y cocinar alimentos, etc. Pero resulta que en países como EEUU el consumo per cápita asciende a 600 litros. Hay muchas piscinas en ese país, y se dan paradojas como la de Phoenix, Arizona, ciudad desértica donde el uso de piscinas y jacuzzis es una suerte de derecho aspiracional, en especial de los jubilados que constituyen una proporción significativa de la población. Arizona, cuyas cuentas fiscales (ya lo hemos dicho) están por los suelos y pronto se podría declarar en bancarrota tal y como la República Argentina hace algunos años.

Y ojo que Chile es uno de los paraísos en lo que a agua dulce se refiere. Gracias a la cordillera, los lagos y nuestro crecimiento demográfico relativamente bajo control, estamos en una situación privilegiada. Pero de pronto ocurren cosas como la de Chaitén y una comunidad determinada se queda sin viviendas y sin agua. ¿Y a quién recurrimos? Pues al ejército argentino… No es chiste, esta antigua mafia de torturadores antisemitas y anticomunistas se ha reciclado últimamente y de manera notable en una organización destinada a proteger los recursos vitales de la nación. Los argentinos nos mandaron a unas milicas lanas, potentes, geógrafas de profesión, que rápidamente y con la tecnología pertinente identificaron las principales napas de la zona. Así los chaiteninos tuvieron agua hasta que la evacuación se hizo impostergable.

Argentina tiene muy claro que por su territorio plano sufrirá alteraciones dramáticas en un escenario de cambio global climático. Ni la ONEMI, ni nuestros milicos, con todo lo empeñosos que son, tienen ni la más remota idea de cómo obtener agua en situaciones de crisis. Si el nivel del mar sube, como parece que lo hará dentro de las próximas décadas, tendremos que evacuar las costas y relocalizar a un tercio de la población. Y tendremos que sacar agua de alguna parte. Y, ojo, que el agua está privatizada… La minería se traga el agua del norte, la hidroelectricidad, la del sur. La agricultura, las ciudades: agua y más agua. No es sólo un tema de cuánto nos sale la cuenta mensual. Por favor, eso es un pelo de la cola.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Brotecitos Verdes



El debate del momento es si la crisis tocó fondo. Los economistas, con su flema habitual, machacan cifras, se cuelgan de una o de otra para decir sí, lo peor ya pasó… Y emplean una imagen poética: brotecitos verdes de crecimiento.

Dicen que los mall chilenos estaban llenos para el día de la madre, dicen que el turismo mundial ha caído en un 7% desde el año pasado. Dicen, también, que las aerolíneas le están cobrando el doble a los pasajeros obesos: más peso que elevar por cada litro de combustible. Pobres gordos, pobres deudores hipotecarios. Lo que nadie dice, a pesar de cifras levemente menos angustiosas que los meses anteriores (el IMACE chileno cayó menos de lo esperado) es que el corazón del sistema está hecho mierda.

Al comienzo de la crisis, allá por octubre, un amigo me preguntó si era conveniente comprar billetes verdes y yo le dije, sin pensarlo, que por ningún motivo. Eso era válido cuando la crisis afectaba, única y exclusivamente, a los países sudacas por su manejo macroeconómico chambón y corrupto. La crisis actual es resultado del manejo chambón y corrupto del dólar. El consumo imperial de los norteamericanos descansaba en un dólar fuerte, caro, apoyado por altas rentabilidades bursátiles y/o papeles del tesoro U.S.A confiables, que compensaban el monstruoso déficit comercial gringo. Ahora que estos papeles se han abaratado producto del nivel estratosférico de lucas que deben invertir para salvar a la banca, nada de eso corre.

En este mismo blog he mencionado las finanzas estatales como semilla de la futura guerra civil gringa (una metáfora, por cierto) y la imposibilidad de volver al statu quo de antes del 1997, cuando comenzó su la lenta implosión del sistema desde sus periferias asiáticas y sudacas. Si para salvar a los estados hay que emitir más dólares, es desvalorizar más lo que ya tiene un valor menguado a niveles de insolvencia. ¿Se imaginan un mundo en que la moneda china vale más que el dólar? ¿Un mundo donde los salarios norteamericanos y los chinos están aparejados? Inviable, ¿no?

Para este economista marginal es evidente que la crisis no se manifiesta en hambre y desempleo universales, como en 1930, sino en una lenta desarticulación de los circuitos de opulencia elitista y escapismo generalizado que fueron los noventa y los primeros años del siglo XXI.

Para los que me tachan de apocalíptico, debo aclarar que la crisis me hace feliz, a mí, un ciudadano endeudado como todos, porque estoy convencido de que nos libera de las ataduras que nos han tenido todos estos años adictos al zapping y a la insoportable levedad del consumo. Como sociedad civil no existimos, y sólo una crisis puede hacer despertar al jacobino dormido que llevamos adentro, aquel que nos liberará de la esclavitud de los transgénicos, las energías fósiles, los McDonald’s y los 4x4.

domingo, 10 de mayo de 2009

La Quiebra de los Estados Unidos


En estos tiempos de temores económicos y sanitarios, pocos están siguiendo los movimientos micropolíticos. Como el que, silenciosamente, está impulsando la derecha dura norteamericana desde sus bastiones en el Medio Oeste y en el Sur. Consiste básicamente es dotarse de aparatos legales para repeler toda legislación federal que no les parezca, ahora que dicho poder está en manos de negros, latinos lesbianas, degenerados de las grandes universidades filo-marxistas y ateas de Nueva York y sus satélites.

Se les llama resoluciones de “soberanía estatal” y se acogen a la décima enmienda, es decir, la tenue frontera entre los gobiernos estatales y el federal (corríjanme, constitucionalistas, si es tan tenue).
“Los poderes no delegados por la constitución a los Estados Unidos, ni prohibidos por los estados, se reservan a los estados respectivamente, o al pueblo”.

Más de veinte de estados han sacado resoluciones en que reivindican soberanía. Los textos parecen un copy-paste, pero tienen diferencias sutiles. Recuerdan que el ejecutivo y el congreso federal son “agentes” de los estados, y les acusan de violar la constitución, advirtiéndoles que no tolerarán en lo sucesivo nuevas intromisiones en su área de competencia: “Que sirva de advertencia y demanda al gobierno federal, en calidad de nuestro agente, de cesar todo mandato más allá de sus poderes constitucionalmente delegados” (traducción de este servidor de la resolución HCR 50 de la legislatura de Texas).

La resolución de Georgia es particularmente freaky en su lenguaje dieciochesco: reivindica el derecho del estado de “suprimir libelos, falsedades, difamaciones, así como la herejía y la falsa religión…” Glup.

¿Cuál es el telón de crisis de esta súbita fiebre autonomista? La furia de los gobiernos locales con el rescate financiero: son lucas que necesitan desesperadamente puesto que muchos de ellos están quebrados. 46 de los 50 tienen déficits fiscales dignos de nación-bananera, que harían palidecer al director del FMI. Varios están cortando programas, aumentando impuestos locales y rebatiendo las devoluciones (igual que acá con los honorarios) para sobrevivir al 2009. Los mismos bancos insolventes que han sido rescatados por el gobierno federal no están refinanciando sus deudas. Uno de los casos más dramáticos es Arizona, que por cierto pasó su resolución de soberanía. Estaría a 120 días de quedarse sin planilla de sueldo para los funcionarios. Como en Argentina el 2001 (¿alguien recuerda los patacones?).

Algunos expertos declaran que estas resoluciones tienen más impacto sicológico que legal. Pero la última vez que se abrió esta caja de Pandora fue en 1861 en Carolina del Sur…