martes, 21 de junio de 2011

No es el poder

Mientras el caso La Polar se judicializa (y se politiza, era qué no), algunos comienzan a echarle la culpa al modelo de gestión y de propiedad de la empresa que ensartó a casi medio millón de personas.

Nuestro asesor jurídico Pablo Tromben nos aclara el tema:





Conforme avanzan las semanas, se empiezan a conocer más detalles del caso La Polar, se difunden la cantidad de afectados, el monto de las provisiones (el más del doble de lo inicialmente comunicado al mercado) y, siendo las 10:20 minutos del lunes 20 de junio de 2011, el precio de las acciones se transa en $380 una caída porcentual de un -66,43%.

En cuanto a las causas de este desastre, se señala, que el accidente problema de La Polar, se produjo básicamente por la falta de un accionista controlador, en palabras de Alejandro Ferreiero, ex Superintendente de Valores y seguros "Así como hablamos de que la concentración de la propiedad a veces trae problemas, porque puede eventualmente suponer un perjuicio para los minoritarios, la falta de controlador claro genera un ambiente donde los ejecutivos pueden percibir que operan con menos controles”.

Veremos que tal afirmación se relativiza si se tiene presente cuál es la experiencia en los mercados financieros más desarrollados y si se presta atención a un par de normas de nuestra ley de sociedades anónimas.

La teoría y el patrón imperante en Chile.

Según Armour, Hansman y Kraakman, en “The anatomy of Corporate Law”, a propósito de los patterns of corporate ownership, en Estados Unidos y el Reino Unido, hay un gran número de sociedades o corporaciones que transan sus acciones en bolsa, las que presentan un dispersed share ownership. Ningún accionistas individual o grupo de accionistas, son capaces de ejercer control sobre la compañía. Por el contrario en países pertenecientes a la tradición europea continental, las sociedades que transan sus acciones en bolsa tienen un accionista controlador, a través de un accionista individual o “una familia”, tal como en Italia; otra compañía o un grupo de compañías que actúan coordinadamente, como en Alemania; o por el Estado, como en el caso de Francia.

Reconocen que no hay acuerdo en cuanto a cuáles son las fuerzas que moldean los referidos patrones de propiedad, citando estudios que sostienen que son las estrategias de protección a accionistas no controladores, frente al oportunismo gerencial y de los controladores, las que tenderían a determinar un patrón diluido de propiedad accionaria. O la interrelación con el desarrollo industrial, en el caso de Japón y los países de tradición europea continental.

Según el Profesor de la Escuela de Administración de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Fernando Le Fort, la estructura óptima para una corporación que opera en un mercado de capitales competitivo consistiría en una gran cantidad de accionistas pequeños, propietarios de acciones comunes, que no tengan otro rol en la empresa y que deleguen su autoridad en un directorio y un grupo de ejecutivos.

Asimismo, sostiene que la menor protección a los inversionistas a través de leyes, regulaciones y mecanismos corporativos, se ve en la práctica compensada por un aumento en la concentración de la propiedad, lo que determinaría que los inversionistas busquen protegerse a sí mismos aumentando su poder de voto. Esta solución de gobierno corporativo no está exenta de problemas, ya que la existencia de un accionista controlador implica que los accionistas minoritarios así como otros inversionistas y stakeholders se encuentran más expuestos a ser expropiados.

En el escenario nacional, el patrón imperante es el del conglomerado o grupo, que controla directa o indirectamente a sociedades anónimas con cotización bursátil.

El Caso La Polar:

La Polar escapa de la regla general imperante en Chile, ya que se encuadra en el patrón de propiedad accionaria diluido, no existiendo ningún accionista que posea más del 10%.

¿Evitó la propiedad diluida el oportunismo gerencial en perjuicio de los accionistas y de los estamentos no accionarios?, la respuesta es claramente no. La pregunta que surge inmediatamente es por qué convendría que La Polar tuviera un controlador. La teoría –y ciertamente la práctica- indica que es más probable que los problemas – y los costos- de agencia, se presenten con más fuerza cuando existe un controlador.

¿Qué dice la ley de sociedades anónimas?

Si la administración de la sociedad anónima recae por expresa disposición legal en el directorio, y las funciones de los accionistas son más bien escasas y se ejercen en la junta de accionistas –que requiere de un serie de formalidades para su convocatoria y celebración-, la forma en que los controladores pueden fortalecer su posición y obtener un rol preponderante –en desmedro o no de minoritarios y terceros- es asegurar su representación en el directorio. A través de este pueden nombrar gerentes y ejecutivos principales.

La ley de sociedad anónima es clara: los directores elegidos por un grupo o clase de accionistas tienen los mismos deberes para con la sociedad y los demás accionistas que los directores restantes, no pudiendo faltar a éstos y a aquélla a pretexto de defender los intereses de quienes los eligieron. En otras palabras, los deberes fiduciarios de los directores son los mismos para y a favor de todos los accionistas, y correlativamente, su cumplimiento, puede ser exigido por todos ellos, en contra de aquellos.

La regla es clara y precisa, aunque quizás meramente programática. A mi juicio, permitiría prescindir de la discusión académica respecto a qué patrón de propiedad es más óptimo o eficiente para controlar el problema de agencia y maximizar el valor de la corporación. Sin importar la filiación de los directores, y si existe o no un controlador, estos deben ejercer sus funciones y sus derechos y deberes a favor de la compañía y su accionistas, considerados como un todo. Tienen la obligación de controlar y dirigir a la administración, ya que en la relación directores-gerentes, son los directores quienes ocupan el rol de principal. El gerente es un agente y, en caso de extracción de valor y de expropiación de minoritarios, son los directores los responsables.

lunes, 13 de junio de 2011

Contabilidad creativa y utopías de mercado

Imaginémonos un arquero que jamás ataja goles, pero que viste una camiseta vistosa, posa para los fotógrafos y firma autógrafos para la galería, con su prestigio intacto. ¿Cómo explicar esta paradoja? Es lo que sucede con las clasificadoras de riesgo. Trátese e países enteros (Grecia), sectores económicos (inmobiliario EE.UU) o de simples empresas de la periferia económica mundial (La Polar), en contadísimas ocasiones han sido capaces de una linda atajada que sostenga la fe pública en los emisores de deuda o títulos accionarios.

La Polar no tendrá el calado para poner en jaque el sistema previsional chileno. En las carteras consolidadas de las administradoras, la cadena comercial no es ni el 1%. Pero escándalo sí supone un fuerte golpe a su credibilidad. Para su interpretación legal, léase la columna siguiente por P. Tromben.

Como Enron, es un caso de contabilidad creativa. La gerencia pensó haber encontrado la piedra filosofal para transformar sus metales innobles en oro. A los morosos se les renegociaba unilateralmente, aumentando sus deudas y maquillándolas de manera de inflar el activo y reducir las provisiones. Ingeniería contable para lograr un aumento de capital en términos beneficiosos. Hubiera funcionado en 1997, cuando los consumidores eran corderos para el sacrificio, pero en 2011 era jugar con fuego.

Por alguna razón los guardianes del sistema actúan a veces como sus más feroces enemigos. El anarquista despistado, el vegano recalcitrante, el ambientalista radical son meras piedras en el zapato al lado del poder devastador del alto funcionario infectado con “el virus del agente”. La pregunta ahora es si existen otras carteras viciadas en el retail, o si La Polar es, siguiendo el ejemplo de Enron, el anticipo de una crisis de mayor envergadura. Los mercados financieros, a pesar de su supuesta reacionalidad, llevan algo así como trescientos años levantando utopías que tarde o temprano se desmoronan.

Cabe preguntarse también si el gobierno chileno, a diferencia del de George W. Bush, está sintonizado con salvar al sistema de su enemigo interior y pagar los costos de corto plazo. Los políticos rara vez lo hacen, y para probarlo vale este singular relato de la burbuja inmobiliaria española.

jueves, 9 de junio de 2011

La Polar... llegar y refinanciar (Pablo Tromben*)



Una serie de rumores circulan en los medios y en la twitosfera, relacionados con una serie de prácticas de renegociaciones unilaterales de acreencias realizadas por La Polar. Todavía se conocen muy pocos detalles, pero el hecho es que las acciones de la empresa cayeron un espectacular 41,36% .

Lo que sí se sabe es que su gerente general interino comunicó esta mañana, como hecho esencial, que el directorio de la compañía fue informado recientemente (sesiones extraordinarias de fecha 6 y 8 de junio de 2011) respecto de las “políticas y prácticas de la compañía relacionadas con las renegociaciones de deuda de los tenedores de tarjetas”. En la gestión de la cartera de crédito “se habrían efectuado de una forma no autorizada por el Directorio y en disconformidad con los criterios y parámetros establecidos por la compañía (…). Cuento corto: una reestructuración global de la plana administrativa y la adopción de provisiones adicionales. En español puro y simple: van a perder dinero… mucho dinero (unos 200.000 millones).

Sabemos que se trata de un emisor de valores de oferta pública, cuyas acciones se transan en bolsa y que dentro de sus accionistas , entre otros inversionistas “sofisticados”, figuran AFP, Administradoras Generales de Fondos, Compañías de Seguros y Fondos Mutuos.

¿Cómo pudieron estar tan equivocados, tan perdidos? Incluso fondos de pensiones clase E (menos riesgos), estimaron que había poco riesgo en La Polar y que invertir en ella era un buen deal.

¿Falla la regulación y soluciona el mercado?

Por su calidad de emisor de valores, la Polar está sujeta a una serie de obligaciones adicionales para resguardar a los inversionistas que confiaron en ella. Se supone que los mecanismos de fortalecimiento de gobiernos corporativos implementados en los últimos años, tanto por el legislador, como por la SVS, están para algo. Además la empresa daba señales al mercado, en cumplimiento de sus obligaciones de información y publicidad, y a los operadores financieros que canalizan las inversiones del público.

Estaríamos entonces frente a un fenómeno de “asimetrías de la información” y a un problema de la agencia y sus costos en varios niveles: accionistas-administración; accionistas mayoritarios-accionistas minoritarios; y accionistas minoritarios-estamentos no accionarios. Todo mal.

Ni la infinidad de obligaciones de información, de mecanismos de fortalecimiento de gobiernos corporativos, el comité de directores integrado en su mayoría por directores independientes, ni el derecho –obligación ante la SVS después del caso FASA- que les corresponde a los directores de estar informados de todo lo relacionado con la marcha de la empresa, fueron suficientes para evitar la situación que afecta a esta empresa y a los millones de chilenos cuyos fondos de pensiones se invirtieron en ella.

Si fracasan las estrategias normativas para evitar este tipo de situaciones, es el mercado el que deviene en “regulador de última instancia”, castigando directamente a la empresa, mediante la reducción de su valor, e indirectamente a los inversionistas que con culpa o no –producto del riesgo inducido- invirtieron en la Polar.

No es conveniente ni prudente confiar en forma excesiva en el mercado como regulador: a lo largo de la historia ha quedado demostrado que hay muchas oportunidades, bajos instintos y moral hazzards que no lo hacen el más indicado para hacer la pega. Lo recomendable es profundizar las estrategias normativas y de gobierno corporativo. Son las precauciones básicas para este tipo de situaciones que tanto daño producen al sistema en su conjunto.

Finalmente dejamos al lector la cita que Nouriel Roubini y Stephen Mihm hacen en “Cómo salimos de ésta” de John Maynard Keynes quien dice en su libro “A Tract on Monetary Reform” que “los economistas se plantean una tarea demasiado fácil, y demasiado inútil, si en cada tormenta lo único que nos dicen es que cuando pasa el temporal el océano está otra vez tranquilo”

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* Abogado y hermano mayor de Economista Marginal

lunes, 6 de junio de 2011

Mundos Paralelos

¿Existirá un universo paralelo donde el capitalismo no existe? ¿Otro donde el patriarcado nunca fue la forma dominante de sociedad? ¿Un tercero donde vivimos en una teocracia sin Estado? Y si nos remitimos más y más atrás: ¿un universo donde el planeta Tierra no formó una atmósfera capaz de bloquear los rayos ultravioleta y la vida simplemente nunca surgió?

El gran hallazgo ontológico del siglo XX es el principio de la indeterminación. Las partículas atómicas pueden estar en dos lugares al mismo tiempo. Se han fabricado armas atómicas en base a ello. Experimentamos, aquí y ahora, el tiempo como sucesivo, pero si viajáramos a la velocidad de la luz lo veríamos retroceder. Freud hizo algo parecido con la mente y los sueños. Durmiendo vivimos en un lado B donde violamos todos nuestros tabúes racionales.

¿Hubo realmente dos guerras mundiales, el capitalismo y la democracia liberal ganaron la Guerra Fría? La memoria dice que sí. Hay fotos, archivos, documentales, películas… Y sin embargo... En veinte años más se recordará que los árabes hicieron en el siglo XXI lo que los franceses hicieron en el XVIII. Y que latinoamericanos quisieron tener democracias de verdad y se tomaron las calles.

El determinismo histórico nos dice: lo que está pasando es la única posibilidad. Dice esta ideología que el sistema (en toda su complejidad) es un resultado racional. Pero Freud, Einstein y Planck le dirán que usted y yo somos solo posibilidades, y que nuestro cotidiano, dominado por empresas de retail, aseguradoras, oligopolios bancarios y productos transgénicos, es resultado del azar, un output que vivimos o padecemos (elija usted) porque algunos hicieron su trabajo y otros no.

Una de los que lo está haciendo es Annie Leonard, estadounidense, magíster en planificación urbana de Cornell y creadora de la película de animación The Story of Stuff. Leonard es una ambientalista especial y su foco está en el ciclo de los productos que consumimos sin la menor conciencia de donde vienen ni donde van a parar. The Story of Stuff es un éxito viral en internet y un ataque en clave Plaza Sésamo al capitalismo globalizado. Ha analizado también, desde la misma perspectiva, la industria electrónica, los cosméticos, el agua embotellada y el comercio de bonos de carbono.

“Con los años, me obsesioné un poco con todas mis cosas”, dice Leonard. “¿Alguna vez te preguntaste de dónde vienen todas las cosas que compramos y adónde van a parar cuando las tiramos? Yo no podía dejar de preguntármelo. Así que investigué. Lo que dicen los libros de texto es que las cosas simplemente se mueven a través de un sistema: desde la extracción, a la producción, a la distribución, al consumo y a la disposición o desechos. A esta suma de etapas se le llama la ‘economía de los materiales’. Yo indagué un poco más. De hecho, pasé diez años viajando por el mundo para rastrear de dónde provienen nuestras cosas y adónde van. ¿Y sabes lo que descubrí? Que ésta no es toda la historia. Que hay muchos huecos en esta explicación. A primera vista, este sistema parece funcionar bien. Sin ningún problema. Pero la verdad es que es un sistema en crisis. Y la razón por la que está en crisis es que se trata de un sistema lineal y nosotros vivimos en un planeta finito”.

Leonard analiza las externalidades de cada una de las etapas del proceso: el agotamiento de los recursos no renovables, los materiales químicos altamente tóxicos en la fabricación, la enajenación del consumo y la acumulación de materiales no degradables al final de la cadena. Es contundente y didáctica, aunque comete el pecado de no citar sus fuentes.

De esta falencia se cuelga su principal detractor (“su perseguidor”, podríamos decir en términos cortazarianos), un tal Lee Doren, abogado y “coordinador comunicacional” de Competitive Enterprise Institute, un think tank conservador y libertario (como se le llama en EE.UU a los libremercadistas extremos) fundado por Exxon, Ford y Pfeizer, entre otros.

Es interesante contrastar ambas posturas: son, literalmente, universos paralelos acunados en la misma matriz cultural. Si tuviera que hacer sus respectivas genealogías, diría que Leonard es hija de Thoreau, Whitman, William Carlos Williams, Joan Baez y Bob Dylan. En cuanto a Lee Doren… Milton Freidman, Ayn Rand (el quivalente al Guardián en el Centeno de derecha) y… ¿La Biblia James? Juzgue usted mismo.