miércoles, 15 de agosto de 2012

Delicious Demon



Muchos dirán que Islandia es una economía de tamaño ínfimo. Que su población está homogéneamente bien educada y nutrida. Que tienen un Gini de 25 y un per caíta de 43.000 USD. Que tiene energía geotérmica barata para sus necesidades. Largo etcétera al que podemos agregar Bjork, Gus Gus, Sigur Rós y la escena musical de Reikiavik.

Aún así los islandeses han dejado al mundo estupefacto con su respuesta a la crisis. Los ciudadanos y la clase política entendieron una distinción básica: una cosa son los bancos y otra los banqueros. A esos los sacaron de sus escritorios y los llevaron a la justicia. La moneda local se devaluó un 80%, eligieron a una lesbiana de 65 años (ex azafata) como primer ministro y hoy mire donde están.

Los islandeses no solo decapitaron directorios y gerencias. Los bancos debían 10 veces el PIB en moneda extranjera. Para recapitalizarlos y sostener la moneda, pidieron ayuda al FMI. Hicieron lo mismo y todo lo contrario que el resto. Hoy el FMI tiene el 65% de sus recursos comprometidos no para ayudar a precarios países tercermundistas, sino para salvar a naciones europeas de nivel de vida alto. Islandia es el único que tiene contentos tanto al FMI como a sus propios ciudadanos.

La receta es hetero y ortodoxa a la vez: megadevaluación, juicio al banquero sociópata, estado de bienestar y ayuda multilateral. Como resultadocrecieron las exportaciones (básicamete aluminio y productos pesqueras), la gente pudo seguir consumiendo y el Estado volvió a recaudar. Es de Perogrullo, pero lo hicieron.

Claro, dirán los picados, los islandeses son más productivos que el español promedio. Es una economía tan chica que se puede dar el lujo de imponer controles de capital. ¿Se imaginan si lo hubiese hecho Estados Unidos? Además que los finlandeses pudieron mantener su seguridad social porque el Estado debía menos, mucho menos que España o Grecia… Son los matices del caso.

El más importante es político: la señal de castigar la irresponsabilidad financiera. El riesgo moral fue eficazmente tergiversado en Estados Unidos y Gran Bretaña con la monstruosidad del too big too fail. Por cierto que los bancos demasiado grandes no podían quebrar en 2008, pero sus directivos debieron haber pagado, al menos, parte de la cuenta. Y sus miles de conflictos de intereses desguazados y revendidos por partes. Como dice el poema de Poe: nevermore.

Hoy la cuenta del banquero la paga la gente de a pie. La champagne, los aviones y las putas. El convertible del año. El arte contemporáneo. ¿Cuánto vale ese diputado?

Insensible a cualquier cosa que no sean los latigazos de su dominatrix alemana, el pío Mariano Rajoy empuja a sus ciudadanos a la penuria y el via crucis. Al carajo cientos de miles de extranjeros que vinieron a entregar sus brazos a la construcción de palecetes y resorts aspiracionales en toda España. Que se sumen a los perdedores que rebuscan entre los desechos del Corte Inglés. Qué echen raíces esperando que los atienda alguien en el hospital. Ahí está, según El País, el colombiano Carlos, que padece de esquizofrenia. España no le da atención médica, y su gobierno tampoco está apurado en repatriarlo. Eso es maldad.

domingo, 1 de julio de 2012

Gente Común



El País ha publicado impactantes fotos de personas rebuscando en los contenedores de desechos de una gran tienda madrileña. No parecen gitanos ni inmigrantes. Mujeres mayores, jubiladas pobres. Eso ocurre mientras España asciende al Olimpo del fútbol.

Hubo un tiempo remoto en que se pensaba que dar oportunidades valía la pena. Regalarlas incluso. Cientos de miles de jóvenes cuyos padres habían sido obreros o pequeños funcionarios comenzaron a ir a la universidad pagando poco o nada. Se hicieron abogados, científicos, sociólogos. Algunos fueron artistas. Eran los 60 y los 70, y mientras el sistema más los apoyaba, ellos (los sociólogos, los artistas, al menos) más lo cuestionaban. Y así nacieron escuelas, redes, estilos nuevos.

Piénsese, por ejemplo, en la ciudad de Sheffield, en el Reino Unido. En torno a su Escuela de Arte surgió una escena musical, y algo parecido pasó también en Manchester. En 1978 un grupo de estudiantes de arte de Sheffield formaron Pulp. El año no es casualidad, fue el último en que gobernaron los laboristas de la vieja escuela. Al año siguiente llegaría Thatcher y dar oportunidades dejó de ser fashion. Se recortaron los presupuestos, subieron los aranceles, aparecieron los bancos ofreciendo préstamos. Estudiar dejó de ser inversión social y pasó a ser un servicio financiero. Doce años más tarde todo había cambiado y Pulp grabó Common People, una canción que comienza con una descripción:

Venía de Grecia con sed de conocimiento, estudiaba escultura en Saint Martin. Ahí fue donde llamé su atención Y me dijo que su viejo tenía billete

La letra (autoría de un tal Jarvis Cocker) no describe físicamente a la muchacha, solo informa que viene de más arriba y quiere conocer plebeyos, vivir como ellos, acostarse con uno. Un trip adolescente. A él le gusta, pero se ríe de su afán antropológico. Si la canción es buena, el clip es un clásico britpop: un despliegue de vulgaridad Little Britain estilizada.

"I want to live like common people,
I want to do whatever common people do,
I want to sleep with common people,
I want to sleep with common people,
like you."

Por alguna razón se me vino a la cabeza Common People a propósito de los detalles que comienzan a salir, paulatinamente, acerca del mayor fraude bancario global que se haya conocido hasta la fecha.

El periodismo aún no le pone nombre, pero es del tamaño de un continente, una capa entera del capitalismo financiero que sale a la luz. Grandes nombres, mucho dinero succionado de la economía real y que se transformó, finalmente, en dividendos para accionistas y bonos de desempeño para los ejecutivos. Barclays, Citi, JP Morgan, Deutsche Bank; la lista irá aumentando con los días con procesos simultáneos en Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá.

Siempre se nos contó que los bancos se prestan dinero entre sí a corto plazo. Los que tienen excedentes le prestan dinero a los que tienen escasez puntual. Como siempre les está entrando dinero, estas operaciones se saldan siempre. Si algo sale mal hay un banco central para prestar ropa.

Pero una de las matrices del entramado mundial, el mercado interbancario que se rige por las tasas Libor y Euríbor, no funcionaba así desde hacer por lo menos cinco años. Por lo que se sabe, estos bancos internacionales se prestaban dinero a tasas inferiores a las reales. Así aumentaban su spread y sus utilidades, prestando con un buen diferencial estos recursos captados a un precio artificial. Del otro lado estaban las personas, las empresas, las pymes. Y los fondos de pensiones que invierten en derivados financieros, esos incomprensiblemente complejos mecanismos que el sistema usa para saltarse las leyes de la gravedad y del tiempo.

La historia comienza recién a reescribirse. Saldrán nombres y circunstancias de esta gente poco común, se describirán sus cenas en restaurantes, sus encuentros en resorts. Prostitución cara. Se escribirán libros y se harán películas. Quizá, incluso (depende de los ciudadanos y de lo que va quedando de las instituciones democráticas) haya cambios políticos globales.

Pepe Mujica lo dijo en Río + 20 (tal vez lo único relevante que salió de ahí) que la globalización nos gobierna y que debemos gobernarla. El megacomplot de los bancos demuestra que es ineludible, que las ganancias de la desregulación eran puro verso.

El plebeyo de Common People lleva a la chica abajista al supermercado y le dice. “Haz como si no tuvieras dinero, arrienda una pieza encima de una tienda, córtate el pelo y búscate un trabajo. Haz como si nunca fuiste a la universidad. Pero no lo lograrás nunca porque, cuando estés acostada y veas las cucarachas subiendo por la muralla, siempre podrás llamar a papá. Nunca serás como la gente común”.

jueves, 14 de junio de 2012

Capitalismo bipolar



Qué maravilloso debe ser pertenecer a una élite que no debe rendirle cuentas a nadie, que puede administrar, transferir, enajenar y vender activos públicos a parientes y amigos, sin más límites que la imaginación y el pudor. Pienso en los años dorados del PRI (y en las sabrosas privatizaciones de Salinas de Gortari), en las autocracias árabes, en la oligarquía poscomunista rusa. Pero también en la posdictadura chilena, cuando todos bailábamos tecno o grunge y apenas nos interesaba lo que su publicaba en el Diario Oficial. Son momentos en que se junta el hambre con las ganas de comer, cuando se puede ser probo y corrupto, oscuro y transparente a la vez. Cuando el discurso oficial es que la gente solo quiere estabilidad y hay carta blanca para hacer de todo.

Debemos estar agradecidos de no vivir tiempos así. La alternancia política en Chile ha sincerado muchas cosas y hoy es posible ponderar, por ejemplo, los Contratos Especiales de Operación de Litio (CEOL). En el tiempo en que “la gente solo quiere estabilidad” los CEOL habrían pasado perfectamente piola, una nota breve en alguna publicación de economía y negocios. Hoy se discute qué tan buena idea es esto de entregar (regalar) el recurso a cambio de un royalty de un 7%. Muchos se preguntan por qué un coloso minero como Codelco apenas manifiesta interés en el negocio.

Algunas pistas: el subsecretario de minería Pablo Wagner señaló hace un año que “la nacionalización del cobre es un error histórico”. Wagner estudió en la Univesidad Católica, trabajó en el Penta, hace clases en una universidad privada y es militante de la UDI. Hombre sincero, recién asumido en el cargo declaró a Minería Chilena que uno de sus objetivos era “hacer que el litio deje de ser un mineral estratégico y pueda explotarse de una manera más profunda”.

¿Cómo la crianza de cerdos, por ejemplo?

Desde entonces Wagner está más cauteloso y ha dejado de darse gustitos ideológicos con micrófono abierto. Y está promocionando los CEOL como esos vendedores de seguros que le interrumpen a uno la mañanana o el almuerzo. ¡Aproveche! ¡Mañana será tarde!Tenemos litio para 1.500 años, pero tenemos que explotarlo ahora o perderemos el liderazgo ante Argentina, Bolivia, Afghanistán o Australia.

¿Codelco? No se preocupoe, ciudadano o ciudadana, Codelco tiene su boliche de litio en el salar de Pedernales, solo que no le interesa explotarlo. ¿Impuestos? El Estado cobrará la friolera de US$ 350 millones... durante 20 años.

Esa misma lógica mercantil (vender el recurso rápido y barato para ser el mero mero de un negocio de volumen), pasa por alto que el litio es un commodity y su aporte a la economía verde (vehículos eléctricos) es marginal. Del orden de 1 a 500. Así que, Wagner y amigos, vamos regalando la harina que ya nos tocará comprar de vuelta el pan.

Mientras tanto, su superior directo, el ministro de minería Hernán de Solminihac, debió inhabilitarse en la discusión por el futuro de la explotación del litio por su parentesco con un alto ejecutivo de Soquimich, principal productor del recurso a nivel mundial, una empresa privatizada por Pinochet y dirigida desde entonces por un pariente político. Pero no nos deprimamos, que el litio ayuda, y Soquimich y algunos aliados nipones y coreanos crearon ya un centro de investigación. Para que algo de pan produzcamos.

Baterías. Remedios. El flagelo de la depresión. El cambio climático y los autos híbridos. Las elites endogámicas. Los errores históricos. La maravillosa aventura de enriquecerse a costa del Estado y luego ejercer e docencia y el mecenazgo cultural.

domingo, 3 de junio de 2012

El Amanecer de los Zombis



Una semana mala para los mercados y pésima para el presidente Barack Obama. Una semana en que dos casos aislados y chocantes de canibalismo urbano estremecieron a Estados Unidos. Dos en un país de más de 300 millones de habitantes no es mucho, y su visibilidad exagera, quizá, el alcance real de las enfermedades mentales severas. Y, sin embargo…

Según datos de la Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por su sigla en inglés), un 4% de la población estadounidense sufre alguna enfermedad mental grave. En el segmento de entre 18 y 25 años es el porcentaje es el doble. Los hombres duplican a las mujeres, y por raza, los más afectados son los mestizos, seguido de blancos y negros. Un 1,2% padece de personalidad límite (borderline), 1,1% sufre de esquizofrenia, 2,6% de bipolaridad y 6,7% son víctimas de depresión severa. Las cifras son de hace 4 años, o sea, antes de que comenzara la recesión.

Sin entrar a comprara estas estos datos con los de otros países desarrollados o emergentes (digamos, Chile o Suecia), lo grave es que se producen en una nación sin un sistema público universal de salud. Un país donde una porción significativa de los ciudadanos considera tal cosa una siniestra e inaceptable intromisión socialista en sus vidas. Un país donde muchos de los individuos que requieren atención médica urgente tienen, sin embargo, acceso legal a armas de fuego.

Hace algunos meses Jill Lepore publicó en el New Yorker una genealogía política de la II Enmienda y sus defensores. Descubrió que el espíritu de la ley era permitir la formación de milicias para la defensa del territorio en caso de invasión extranjera. Que su articulación como programa político de derecha, al igual que la militancia contra el aborto, nació durante las guerras culturales de los sesenta y setenta. El caso de la ley de salud mental de Alaska es sintomático. Dar salud mental gratuita a los habitantes de este remoto e inclemente territorio polar era parte de un complot totalitario.

Hoy una ley federal de acceso a la salud mental sería acusada de totalitaria por los malos lectores de la señora Ayn Rand, cuyo “objetivismo” individualista y libertario opera, para estos efectos, como una verdadera ideología de la anti-empatía. Si sufres alucinaciones, angustias, trastornos del sueño, ansiedad, cambios de ánimo violentos, si temes a tu vecino o estás convencido de que te observan, es tu problema. Si tienes un arma es tu derecho. Yo pago mis impuestos.

Reconozco que puedo estar cargándole los datos injustamente a Miss Rand y sus seguidores, y que el problema tenga una dimensión mayor, más allá incluso a los sistemas económicos y de las políticas públicas. En una sociedad socialdemócrata como la Noruega un supremacista blanco seguidor de los templaros asesinó a sangre fría a setenta personas. Y en Canadá, donde sí existe salud socializada y universal, un actor porno descuartizó a su pareja y filmó, según la policía, actos necrofílicos con los restos, para luego mandarlos por correo a las sedes de los dos principales partidos políticos del país. Esto ocurrió la misma semana de los ataques caníbales en EE.UU., y mientras decenas de miles de estudiantes marchaban en Montreal contra el alza de las matrículas universitarias.

Tal vez haya que buscar las pistas para este tipo de violencia en otra parte, en Deleuze y Guattari, por ejemplo, en el viejo Freud, o en las obras maestras que filmó Fritz Lang a meses de que Hitler subiera al poder. Una de ellas tiene la capacidad de aterrorizarme más que cualquier película contemporánea de asesinos seriales, y me refiero a M, el Vampiro de Düsseldorf, basada en los crímenes de Peter Kürten (en la foto de encabezado de este post). Kürten asesinó violó a mujeres y niñas el mismo año en que se produjo el crash de Wall Street. Fue condenado a muerte y ejecutado meses antes de que Hitler llegara al poder. Y compartía con este el bigotillo recortado.

lunes, 14 de mayo de 2012

Merkel, Lord Byron y el retorno de la dracma



Lord Byron murió el 19 de abril de 1824 en Messolonghi. Había viajado a Grecia para liderar la guerra de independencia y ser rey de une Grecia renovada y moderna, pero las rencillas entre los caciques mermaron su ánimo y sus defensas, contrajo malaria y los médico no hallaron nada mejor que sacarle sangre.

Un año antes Byron de moriri publicó su gran poema épico Don Juan, cuyo Canto II comienza así:

O ye! who teach the ingenuous youth of nations,
Holland, France, England, Germany, or Spain,
I pray ye flog them upon all occasions,
It mends their morals, never mind the pain

Dos litros de sangre le sacaron los médicos a Byron, según testigos presenciales. Una lección que no han aprendido los economistas ortodoxos, los paladines de la cura de austeridad que tienen a la Unión Eupea al borde del colapso.

La culpa, en todo caso, no es de estos economistas ortodoxos. Como los augures de la república romana, son adivinadores de signos que le dicen al César lo que este quiere oír. La culpa es de políticos como Ángela Merlel, que les han dado este crédito casi sacerdotal, hipotecando ante sus oráculos la acción política verdadera, la negociación realista que estima la devastación y los costos políticos de imponerle austeridad en el otro sin practicarla uno.

La debacle europea tendrá como símbolo el retorno de la comunidad imaginada, como la llamó Benedict Anderson. Aquella que se nutre del héroe militar, del artista de la lengua, de la flor o árbol emblemático que la La Unión Monetaria erradicó de las monedas y billetes comunitarios. Deben estar atentas las casas de moneda a la licitación ultrasecreta para imprimir dracmas. Apostemos porque los rostros que se imprimirán en las nuevas denominaciones: yo voy por Aristóteles, Platón, Kafavis y María Callas, aunque la lista es larga y la podrán engrosar deportistas, obispos ortofoxos y, por qué no, al propio Lord Byron.

Las alternativas de Europa son muchas menos que hace seis meses y Krugman las enumeró el fin de semana: seguir con el discurso de la austeridad y dejar que todo se vaya al carajo, o entrar directamente en el modo control de daños. O sea, meterse la mano al bolsillo y evitar que España y Portugal también busquen sus propias imprentas de billetes.

Merkel y el establishment UE están donde están por haber sido esclavos de una mentalidad cortoplacista y pedagógica. Nadie les explicó cómo operan los relatos colectivos. Nunca vieron que castigar al funcionario y al jubilado griego por las turbiedades de sus funcionarios era lo mismo que imponerle sanciones a Irán o a Cuba: una herramienta que solo activa el rechazo a las imposiciones externas. Porque los globalizadores nunca han entendido (o no han querido entender) que las naciones aún existen y que el ciudadano de a pie (taxista, comerciante, asalariado) rechaza a los políticos coludidos con “las fuerzas foráneas”. Un alemán debiera saber eso. ¿Cómo explicar entonces que le hayan impuesto al mileurista griego unas condiciones inaceptables, que vacían de toda legitimidad y contenido al centro político?

Con toda probabilidad las elecciones griegas se repetirán, y el mensaje anti austeridad saldrá reforzado, y así Hollande y Merkel tendrán una muy amena charla en su primer encuentro. Los equipos técnicos de cada lado ya debieran estar acercándose para evitar que a la nueva dracma le sigan nuevas pesetas, nuevos escudos, nuevas liras, y un mundo nuevo, extraño y lleno de peligros.

sábado, 12 de mayo de 2012

Obama dobla la apuesta


El 7 de octubre de 1955 un poeta de 30 años subió al escenario de un tugurio de San Francisco, California. Traía unas hojas mecanografiadas y comenzó a leer con una voz pastosa y dramática ante una sala expectante y repleta de humo:

I have seen the best minds of my generation destroyed
by madness, starving hysterical naked,
draggind themselves through the negro streets at dawn
Looking for an angry fix.


Estaba naciendo algo nuevo, una sensibilidad subterránea que salía rabiosamente a la luz pública. Howl es un grito contra una sociedad conservadora, donde la diferencia era considerada una enfermedad a tratar mediante el electroshock y otras aberraciones. La publicación del poema, en la misma ciudad, dio lugar a un bullado proceso por obscenidad que puso en jaque el alcance real de la libertad de expresión. La libertad para decir y escribir y publicar cosas como:

Who let themselves be fucked in the ass by saintly Motorcylcists, and screamed with joy

Más de medio siglo más tarde, el presidente de EE.UU, en el contexto de su campaña por la reelección, ha dado su apoyo al matrimonio homosexual. No es algo que se vea todos los días. Tampoco un gesto ni remotamente espontáneo sino producto del cálculo electoral, pero que promete sentar una línea de demarcación, un antes y un después en la política occidental. Si Barack Obama es reelegido en noviembre se validará una hipótesis con implicancias de largo plazo, que pocos candidatos podrán obviar.

En ninguna parte del mundo la comunidad homosexual es homogénea ideológicamente. Los hay de derecha o de izquierda, liberales y socialistas, creyentes y ateos. Según el Huffington Post, las encuestas a boca de urna durante las últimas elecciones parlamentarias en EE.UU (2010), 31% de los homosexuales y lesbianas votaron por los republicanos contra un 19% en las presidenciales de 2008. En la última convención del Partido Conservador británico figuraba un delegado travesti que manifestaba, ante las cámaras de The Guardian, su rechazo a la Unión Europea.

La de Obama es, por tanto, una jugada electoral con costos y beneficios que sus asesores han medido con cuidado. Especialmente después del primer rally de campaña en Ohio, donde, según The Guardian, había demasiados asientos vacíos.

La jugada debiera, por lo pronto, galvanizar la campaña del presidente y asentar un golpe difícil de replicar en el campo adversario. ¿Qué Mitt Romney en su propio campo? ¿Prometer la prohibición del aborto? O más aún, ¿quitarle el voto latino a Obama haciendo gestos hacia los emigrantes?

La ingeniería electoral, el afinamiento de los relatos de campaña, es una ciencia y un arte. Es una mezcla de estadística e intuición. Cada categoría sociodemográfica tiene un comportamiento esperado, cada sujeto es una sumatoria de motivaciones, relatos e historiales. ¿Qué harán ahora, por ejemplo, los católicos progresistas como Martin Sheen? ¿Los afroamericanos bautistas como Jesse Jackson? ¿Cuánto pierde y cuánto gana Obama con su inédito gesto, que más encima tiene poco contenido legal puesto que el contrato matrimonial es resorte de los estados y no del gobierno federal?

En sociedades complejas y seculares, uno o dos puntos porcentuales son la diferencia entre el triunfo o la derrota. No se hace campaña por el voto duro (salvo para asegurarlo) sino por los indecisos. Sarkozy, buscó en vano el voto de ultraderecha, pero si hubiese hecho como Obama quizá hubiera puesto en aprietos a Hollande y el 6 de mayo pasado la fiesta hubiera sido en La Concorde y no en la Bastilla.

No es difícil imaginar cómo hubiera reaccionado Gingbserg ante el anuncio de Obama, o su compañero de vida Peter Orlovsky, fallecido hace dos años. En aquella noche de 1955, el poeta terminó su recital con las siguientes palabras:

America this is quite serious
America I’m putting my queer shoulder to the wheel

domingo, 6 de mayo de 2012

Je t’aime, moi non plus


Hace poco volví de Brasil de madrugada. Tomé un taxi y el chofer tenía la radio encendida en la clásica balada erótica de Serge Gainsbourg. Te Amo, yo tampoco. El sol apenas despuntaba en la cordillera cuando los gorjeos orgásmicos de su pareja de entonces, Jane Birkin, llegaron a su clímax. Francia no solo es el país del glamour, la moda, la alta costura y el marqués de Sade.

Siguiendo la terminología de Benedict Anderson, Francia es una de las primeras comunidades imaginadas, la primera construcción discursiva de una nación de iguales, reunidos bajo una misma legalidad y un conjunto simbólico de imágenes y signos. Al punto de defenderlos militarmente.

El impacto de este discurso republicano-secular llegó a todos los rincones del mundo e imantó la voluntad de individuos como mi abuelo materno, un profesor de estado nacido en 1918 y quien, en 1951 viajó a París, la ciudad que no acaba nunca, para estudiar el idioma de la modernidad y del positivismo.

Yo tenía 15 años y cursaba el primer año de secundaria en la Alianza Francesa de Viña de Mar la última vez que Francia cambió de signo presidencial desde el hemisferio derecho al izquierdo. Eso fue hace casi 31 años, tiempo suficiente para un comentario que es también un compendio de recuerdos. Por ejemplo, la enigmática conferencia de José María Navasal, el comentarista de política internacional de Canal 13 en ese entonces, días después del triunfo de François Mitterrand en las urnas.

No recuerdo el detalle de la conferencia; supongo que Navasal venía a darnos argumentos para que no fuésemos estigmatizados como el colegio socialista de la ciudad, y para que no cayésemos en el terror (y el error) de temer la llegada del “caos marxista” a París. Navasal nos dijo que existía ya algo llamado Comunidad Económica Europea, que le imponía a Francia ciertas responsabilidades y compromisos como, por ejemplo, no pasarse a la órbita soviética, la fórmula que los adolescentes de ese entonces debíamos asociar el Mal Absoluto. Francia era Francia, nos aseguró Navasal, y lo seguiría siendo.

François Hollande ha repetido la hazaña de Miterrand prácticamente con el mismo porcentaje de votos, 51% y fracción. Un detalle no menor, considerando la desaparición del Partido Comunista como fuerza relevante del paisaje político. Y esa Comunidad Económica que en 1981 era apenas un proyecto hoy es una unión monetaria en crisis.

Las diferencias entre 1981 y 2012 no terminan ahí. Basta contrastar los debates presidenciales. El debate civilizado y racional entre Miterrand y Giscard d’Estaing, vs el debate agrio y descalificador entre Hollande y Sarkozy. El hecho que en 1981 aún se hablara de “clase trabajadora”, en contraste con los temas dominantes de 2012: “poder adquisitivo” e “inmigración”.

En su discurso como presidente electo Hollande no mencionó una sola vez a Mitterrand. Ni a León Blum, ni a Mendès-France, ni ninguna otra tradición izquierdista. Ni menos a Ángela Merkel, la dominatrix de Europa. A diferencia de Mitterrand, Hollande no subió al podio con un clavel rojo, y dio su discurso de la victoria junto al tándem formado por el tricolor republicano y las 27 estrellas de la Unión Europea. Hollande no trae consigo un programa de nacionalismo económico sino un mandato para enfrentar la ortodoxia liberal, aquella que encarnan Merkel y su vasallo Rajoy, según la cual la crisis europea es responsabilidad de la dadivosidad socialdemócrata y no de la permisividad de los mercados financieros.

Mitterrand intentó tres veces la presidencia y a la cuarta lo logró. Hollande llegó de rebote, tras la caída en desgracia del fauno Strauss-Kahn. Mitterrando era un hombre de la guerra, de Vichy y de la IV República, un paranoico y un micromanager. Un manipulador lleno de dobleces, que escondió durante décadas un cáncer terminal y una hija natural. Hollande es Monsieur Normal. Un funcionario del partido.

Mitterrand llegó con el slogan de cambiar la vida. Hollande llega para conservarla tal como un francés promedio la concibe: salud y educación gratuitas, subsidio de desempleo, etc. Un conservadurismo republicano enajenado por las gestos nuveau riche de su predecesor y por la idea de que el ciudadano debe pagar por los excesos del banquero.

Dicho esto, Francia está atrapada en una dinámica demográfica y social de difícil gestión. No es que Sarkozy haya precisamente reducido el Estado. “Es ahora”, rezaba el slogan de campaña de Hollande. Un ahora dudoso y crispado por la necesidad urgente de financiar, con actividad económica real, esas prestaciones y servicios a los que tienen derecho no solo los ciudadanos franceses, sino todos aquellos que pisan el suelo de la república. La igualdad y la fraternidad son caras, y la libertad tiene un precio concreto. Francia ya no tiene un banco central ni menos la holgura fiscal que le permitió a Mitterrand nacionalizar la banca y la industria pesada. Las ambiciones de Hollande son más modestas: en el fondo son conservadoras.

sábado, 28 de abril de 2012

El Topo


  Algunos lectores me han preguntado por el caso Repsol-YPF en términos morales. De ahí viene el uso de la palabra robo, por ejemplo. El caso es visto como defensa o ruptura de principios jurídicos, como el choque entre ortodoxia y heterodoxia económica (como si la economía fuese un sacerdocio). Es la menos interesante de las aristas, a menos que uno crea que los herejes recibirán su castigo en la hoguera y los creyentes su justa recompensa en el cielo.
 
Anoche veía El Topo, el western metafísico y bizarro de Alejandro Jodorowsky, y debe ser por eso que me imagino a dos pistoleros frente a frente, en las calles polvorientas de un pueblo llamado Vaca Muerta.
 
De un lado está Axel Kicillof el joven y guapo bonaerense. Del otro Antonio Brufau, el viejo zorro catalán. ¿Quién desenfunda primero?
 
Kicillof es impetuoso, irónico, dialéctico. Brufau es calculador y avaro y se le conoce en Vaca Muerta como “el perro del hortelano”, el que no come ni deja comer.
 
“Invierte y te perdono la vida”, le dice Kiciloff a Brufau mirándolo a los ojos.
 
“No me pidas lo imposible, chaval”, responde Brufau. “Mátame y mi gente irá a por ti y los tuyos”. “Gallego, no hay lugar para los dos en Vaca Muerta”, dice Kicillof
 
Brufau se encomienda a su curcifijo. Kicillof a Hegel y a la Khabalah. Para sorpresa del catalán, el joven desenfunda y aprieta el gatillo.

Brufau cae de espaldas en el tierral desolado. Y Kicillof camina lentamente hacia las oficinas de la pulpería que hasta hace poco ocupaba su rival.
 
No hay una sola interpretación de la expropiación de YPF por el gobierno argentino. Si es legítimo, si es sensato, si es racional. Si hundirá a Argentina o si hundirá ya no a España sino a Repsol, y en particular a su CEO. Como todo contencioso, las partes reivindican lo moral, pero y sería ingenuo comprarles este argumento sin un mínimo de desconfianza.
 
  Para los que no conocen a Brufau ni la historia de esta disputa, les recomiendo esta crónica publicada en Madrid hace tres años. En esta se le describe como un llanero solitario que dice “no deberle nada a nadie”, aunque dirija la petrolera más apalancada (endeuda) del sector, el rey de los paraísos fiscales. Como “un perro sin collar que hoy está en el punto de mira de muchas pistolas”.
 
  Brufau era un oscuro contador de Arthur Andersen, la misma consultora que quebró por el escándalo de Enron. Ahí dice haberlo “aprendido todo”, para pasar luego a la Caixa, el poder fáctico de Cataluña, y de ahí a Repsol.
 
En sus cinco años a cargo de la petrolera incumplió todas sus promesas; debió incluso repeler a tiros un el intento de toma de control de sus socios Sacyr y Pemex. Y a sus socios argentinos los tenía al borde del ataque de nervios por su torpe insistencia en negociar con un gobierno que nunca lo reconoció como interlocutor válido, de tan avaro que era. “Aparece cinco días en Buenos Aires y se pasa cuatro jugando golf”, dice una fuente entrevistada por el cronista madrileño Jesús Cacho.
 
  ¿Alguien le explicó a Brufau que Kicillof tenía todos los incentivos para un duelo a plena luz del día? ¿Que representaba a un gobierno para quien el ostracismo financiero mundial es un cuco que no asusta? Por Dios, Antonio, ¿quién puede temer ser expulsado de un club al que no pertenece?
 
  Y ahora Brufau está tendido en el suelo, con una bala alojada en el hombro, viendo como Kicillof guarda su pistola humeante y se aleja dejándole solo el polvo de la derrota.
 
 

lunes, 23 de abril de 2012

Casa Tomada

Parece que a Antonio Brufau no lo entrenaron en teoría de juegos. No midió el riesgo, creyó que tenía al frente a un perejil. Hoy tiene más cuentas que rendirles a sus accionistas que CFK a los suyos. Nadie, del entorno de Brufau lo preparó correctamente para entender a Borges y a Piazzolla. Debió haber escuchado, verso por verso, la Balada para un Loco, o leer al revés El Hombre de la Esquina Rosada, para entender el país con que estaba metido.

Otro que se equivoca es Moises Naim. El venezolano propone invocar Freud en el diferendo Argentina-Repsol, es decir, al subconsciente de una sola persona: la presidenta. En realidad debiera haber mencionado a Nietzsche: el eterno retorno. Y a Jung: un inconsciente colectivo.

La historia argentina es cíclica, tiene recurrencias entre la fiesta dionisiaca, el bonapartismo y la república romana, con veneno y cuchillazos. Un país que ha expropiado a extranjeros y nacionales no una sino varias veces. Un país donde la clase dominante renuncia –una y otra vez- a administrar sensatamente el ahorro nacional.

Argentina es la economía más promisoria y decepcionante del G20, el terror de los banqueros de inversión, el enfant terrible de los organismos multilaterales, el escarnio de los economistas del consenso, el lugar donde todavía se hacen las mejores películas y se escriben las mejores novelas, donde 8 mil personas mueren en accidentes automovilísticos y pocas cosas son lo que parecen.

Nadie entrenó a Brufau para jugar el juego criollo. Y tampoco para leer que su adversario tenía mucho menos que perder. Como dijo Lavagna en El País: No se engañe: si mañana hubiera condiciones de seguridad, van a venir las compañías americanas que ayer a la tarde festejaban la situación de Repsol... Es que el agua, el petróleo y el gas son materias primas vitales. Que España no compre más biocombustibles es un problema de España.

Brufau fue además víctima de sus delirios de grandeza (Freud podría tener algo que decir aquí). Olvidó que Repsol es un advenedizo en las majors petroleras del mundo. Que no es BP, ni Texaco ni Chevron. Ningún asesor comunicacional le recomendó leer “Casa Tomada”. Habría entendido mejor, habría agachado el moño.

viernes, 20 de abril de 2012

Borges e YPF

¿Qué hubiera dicho Borges del affaire? Leí que se refirió a la guerra de Las Malvinas como dos pelados peleándose por una peineta. Lo comenté a propósito de YPF, aunque en este caso el más pelado es España. Una economía de rentas, España, sin agua ni hidrocarburos. Socialistas y populares (España S.A) apostaron por el galeón de Indias y el negocio inmobiliario. Reventada la burbuja se les hunde el estado de bienestar.

Argentina también es un poco calva. Digamos un pelado joven y prematuramente obeso. Una república del G.20 que, en el curso de una generación, cortó toda conexión al financiamiento internacional. Para bien y para mal. Pero Argentina, a diferencia de España, está parada sobre una cuenca hidrográfica, con acuíferos generosos, ganadería y agroindustria. Hablar de seguridad jurídica en Argentina es un eufemismo porque el Estado, cada diez años, se jode a alguien. A los propios argentinos en 2001 y en 1989, o al banco Barings en 1891. Repsol es uno más en una larga lista de víctimas.

¿Qué más represalias tiene que temer Argentina? El verdadero riesgo para Cristina Fernández es no aumentar la producción. Tiene vencimientos por 14.000 millones y un déficit petrolero de 10.000. Y 40.000 en reservas. Seguramente están depositadas en jurisdicción donde Repsol no las puede embargar.

Para España, en cambio, es una cuestión de principios. Y de amor. España y Argentina se quieren y se odian más de lo que desearían. Es algo freudiano. "Esta no es la Argentina querida", dijo Antonio Brufau, CEO de Repsol YPF en rueda de prensa.

No tiene tanto que perder España. El affaire Repsol YPF no cambia su situación frente a los mercados. Sigue siendo parte de los PIGS, por el momento. Además que la famosa certeza jurídica está más que asegurada en América Latina, ¿O realmente creen que Correa expropiará alguna constructora? ¿Ollanta? ¿Pepe Mujica? La película "Naconalización 2" no tiene muchos voluntarios para el casting.

El gallito por YPF ha sido personalizado entre Cristina Fernández y Mariano Rajoy. Incluso el rey de España dicen que tomó un teléfono. Pero la verdad es que la pelea es entre un economista heterodoxo argentino de 41 años, y un funcionario catalán de España S.A., de 64 años, Antonio Brufau.

Dos sistemas discursivos están en choque. Juzgue usted, lector (a).





En Madrid hablan de robo, pero la expropiación es una herramienta legal. La usaron los laboristas británicos en 1945. Mitterrand en 1982. Es cara, financiera y políticamente. Y Cristina Fernández la usó. Pero Brufau sí también tiene un caso legal contra el Estado argentino, porque la expropiación es discriminatoria: es solo contra Repsol, no contra el resto de los accionistas. Y no se hizo con OPA, como ordenan los estatutos. Un decreto ley y, según acusa Brufau, un decreto ley vigente desde el dictador Videla, bastaron para allanar las oficinas y expulsar a los funcionarios.

España es un pelado viejo y Argentina un pelado joven. Un pelado viejo y zorro y un pelado joven que podría envejecer luego. Es como un tío viejo y avaro y un sobrino joven y revoltoso, que no reconoce sus deudas, que todavía sonríe como esas antiguas estrellas del cine italiano.

lunes, 16 de abril de 2012

El Crucero del Amor




El vuelo partió con 10 horas de retraso. Los pasajeros armaron tal escándalo que terminé huyendo de sus gritos y refugiándome en el bar del aeropuerto. Pero en fin, al menos llegué a Puerto Vallarta y durante el viaje pude ver The Inside Job, repetírmela y tomar nota de los nombres y apellidos de los genios de la física que crearon dinero artificial con los derivados financieros y se lo repartieron a ellos mismos mediante bonos y compensaciones que los directores aprobaron sin chistar. También les llegaba.

Escandaloso, oprobioso, sin nombre. El ministro de hacienda que antes de asumir fue director de un fondo de inversiones, el académico que hacía papers financiado por los especuladores y asesora al gobierno para borrar de un plumazo todo rastro de la palabra regulación. Un verdadero circo romano de aviones privados, yates y escorts.

Ahora estoy en Puerto Vallarta, estado de Jalisco, Estados Unidos Mexicanos, sin maleta, con la misma ropa de hace 72 horas, buscando sustituir las prendas perdidas por otras nuevas en la tienda de departamentos de nombre Liverpool. Justo al frente está el malecón donde, como me recuerda Gonzalo León, recalaba El Crucero del Amor.

Ahí mismo se inaugurará, dentro de pocas horas el World Economic Fórum Latin America, cuyo lema es “comprometidos para mejorar el mundo”. Loable labor.

El subtexto de hoy es que el mundo está mal. Que muchas certezas se vienen abajo. En Noruega un asesino serial se declara inocente y afirma haber asesinado a decenas de personas en defensa propia. En España una generación completa está arruinada y sus gobernantes muestran más firmeza para defender una empresa petrolera. Mañana estará Mariano Rajoy acá, y seguramente no escatimará palabras contra la perfidia de Cristina Fernández.

Los pasajeros del Crucero del Amor erran matrimonios maduros, que peleaban y lloraban, sanaban sus heridas y se reconciliaban antes de descender en tierras mexicanas. Eran otros tiempos.

jueves, 5 de abril de 2012

Boda de Locas




En vísperas del Mundial de 1962, un grupo de homosexuales de Valparaíso y Viña del Mar organizaron una fiesta. Alguien los denunció, llegó la policía y el hecho fue descrito en el chileno vernáculo de la época por Clarín, el diario populista de Darío Saint Marie, bajo el título de “BODA DE LOCAS EN EL PUERTO”.

Lo curioso es que la humorada dio lugar a una investigación judicial, el nombramiento de un ministro en visita (el equivalente al ministerio público de hoy), la dictación de órdenes de detención… Y el diario de Saint Marie festinó durante días con los rumores acerca de la condición socioeconómica de “las locas”, alimentando simultáneamente el morbo populista y homofóbico.

Hubo un tiempo en que sucedían estas cosas en Chile. Hubo un tiempo, anterior incluso, en que las mujeres no tenían los mismos derechos que los hombres. Hubo un tiempo, más remoto aún, en que los judíos no podían ejercer ciertas profesiones en el imperio austrohúngaro (o entrar siquiera a España). Hubo un tiempo en que la sodomía era un delito castigado con pena capital, como la que se aplicó al obispo irlandés John Atherton (en la imagen).

“Todos los animales son iguales, pero hay animales más iguales que otros”. La frase de Orwell sigue vigente, en el caso de los homosexuales. Varios parlamentarios que se oponen a la ley antidiscriminación se escudan detrás del artículo 19-2 de la constitución chilena, que “ya establece la igualdad ante la ley”. El mismo argumento lo retoma el abogado conservador Álvaro Ferrer en La Tercera. Y saben que no es cierto, que hay animales más iguales que otros. Los más iguales entre todos los animales, en países como Chile, siguen siendo los varones heterosexuales.

Un homosexual, por el contrario, no puede celebrar un contrato de tuición de un menor de edad, aun siendo su hijo. Ni un contrato de vida en común, con derechos y deberes recíprocos. En la práctica, el legislador los deja fuera del famoso artículo 19-2.

Hubo un tiempo en que el contrato matrimonial ritualizado de la iglesia era el único válido. Un tiempo en que los servicios de salud y educación eran competencia exclusiva de la iglesia, que monopolizaba además los registros de nacimiento, matrimonio y muerte: el ciclo completo de la vida. Nacieron los Estados modernos y este monopolio dejó de existir. Los judíos pudieron ejercer contratos, las mujeres algunos, y la vida se secularizó. O parte de ella. Porque sigue existiendo una fracción importante fuera de la órbita del constitucionalismo, regida aún por relatos tradicionalistas para los cuales el matrimonio es una institución autónoma de la historia, independiente al devenir de las subjetividades e inmune al debate democrático. Las locas ya no van presas por hacer fiestas, pero son menos iguales que los otros animales.

viernes, 23 de marzo de 2012

Los hombres que no amaban a las mujeres




En EE.UU. los candidatos republicanos atacan Wade vs Roe, la jurisprudencia que legalizó el aborto en 1973. En Argentina se aprueba el aborto terapéutico. En Chile se debate el aborto terapéutico. En Irán una mujer espera ser ejecutada por adulterio. En Marruecos una mujer se suicidó al ser obligada a casarse con su violador. En Arabia Saudita las mujeres son multadas por conducir. En África se practica la mutilación femenina. En Austria un hombre construyó un sótano especial para encerrar a su propia hija y a los nietos-hijos que tuvo con ella.

Las mujeres son objeto de prohibiciones, de normas, políticas publicas, de relatos místicos. Por supuesto, los hombres son también objeto de restricciones, pero no como hombres, esto es, no como cuerpos masculinos. Ninguna ley regula la erección o la eyaculación (precoz, oportuna o estéril).

Muchas mujeres tienen razón en reclamar más mujeres en el debate sobre el aborto. Son sus cuerpos los que protagonizan el hecho. Una de las pocas mujeres en el parlamento chileno, la senadora Von Baer, sintetizó la posición conservadora sobre el tema con una metáfora singular: la mujer presta su cuerpo al embarazo.

El vendaval de críticas que le llovió es lógico, pero pasa por alto que la senadora empleó un término económico: préstamo. Pudo haber dicho arriendo o contrato, y hubiera dado en el punto sin por ello ayudar a su causa. Todo lo contrario porque, ¿qué ocurre cuando las mujeres prestan el cuerpo bajo amenaza? ¿Cuando el préstamo es riesgoso? ¿O cuando es inútil? ¿Cómo es posible que alguien de a préstamo algo propio renunciando a todos sus derechos y aceptando solo obligaciones?

El amor, dirá usted...

Lector, lectora, una montaña de evidencia histórica, antropológica y sociológica lleva a pensar que el amor entre un hombre y una mujer es un evento relativamente tardío en la historia de la evolución. Si los poetas (Virgilio, Shakespeare) lo celebraron fue por su rareza. Este amor de los poetas es peligroso y hasta subversivo.

La cruda verdad es que, hasta hace muy poco (¿doscientos años?), los hombres consideraron a las mujeres como su propiedad antes que como objeto amoroso. Los contratos matrimoniales se celebraban entre hombres. Dos pater familias quienes, junto con acordar el matrimonio de sus hijos, fraguaban junto algún negocio agrícola, inmobiliario o político según el lugar que ocuparan en la escala social.

Muchas mujeres le encuentran más sentido a los relatos místicos y tradicionales sobre sus cuerpos. Muchos hombres también.

Más que el amor romántico, la noción tradicional del cuerpo femenino comenzó a resquebrajarse con la economía capitalista. No fueron Marx ni Rosa Luxemburgo sus bestias negras, sino Adam Smith.

En el siglo XIX las mujeres burguesas se alfabetizaron y ya no necesitaron los conventos para encontrar libros. Las campesinas emigraron a la ciudad y entraron a las fábricas. De bien de capital de los hombres, las mujeres pasaron a ser trabajo asalariado, obrera textil, mecanógrafa de banco, profesora de Estado. Las mujeres burguesas comenzaron a leer poemas y novelas, abrieron salones de discusión. Las mujeres obreras se hicieron sindicalistas y agitadoras, las intelectuales burguesas se movilizaron por el voto. Margaret Sanger, una mujer norteamericana, creó en 1916 una clínica para entregar contracepción gratuita a mujeres pobres. La metieron presa. Pero no por mucho tiempo.

Las mujeres ocupan un rol central en la economía actual, una economía de servicios culturales, simbólicos, servicios de la entretención y del cuidado. Están entrando, de a poco, en los mapas del poder. Si están unidas a un hombre es por un contrato libre, rescindible y negociable. La negociación actual es si el embarazo forma parte o no del contrato. Es extraña la noción de un contrato sin cláusulas de salida, donde una de las partes (las mujeres) cede todos sus derechos a cambio de puros deberes. No hay siquiera que citar a Hitchens para encontrarlo injusto.

Hay una resistencia encarnizada (en la que militan muchas mujeres), a revisar este supuesto contrato o préstamo uterino, siguiendo la metáfora de la senadora Von Baer. Pero tengo la impresión de que tienen la batalla cuesta arriba, cuando no perdida. La economía es más fuerte que el relato místico. Por ahora.

sábado, 3 de marzo de 2012

Dos imágenes





Aysén y Castro, dos imágenes relacionadas de un modo directo y casi siniestro.

Los habitantes de Aysén, una remota ciudad ubicada en la Patagonia chilena, se toman un puente en protesta por el precio de los combustibles. La respuesta gubernamental es básicamente policial.

A algunos kilómetros al norte, una inmobiliaria construye un enorme centro comercial que modifica radicalmente el paisaje natural y el singular urbanismo de Castro, en la isla grande de Chiloé. Son parte del mismo relato: la loca geografía chilena y la imposibilidad de integrarla en un sistema económico y político coherente. La respuesta policial de Aysén se complementa con la respuesta de mercado de Chiloé. El centro comercial se instala en la colina más prominente de la ciudad, antes que el hospital público o el campus universitario, de manera más ostentosa y simbólicamente avasalladora que los sistemas de conocimiento y cuidado de la salud. Incluso más contundente que la tradición representada por la iglesia y la arquitectura patrimonial.
La pregunta obvia que sigue es cómo estas decisiones adquieren una velocidad y una fluidez superiores a la de cualquier bien público. Una velocidad solo inferior la del desplazamiento de las fuerzas especiales para sofocar la revuelta ciudadana de Aysén.

Tiene que ver con la particular combinación sistémica del país. República unitaria donde la única centralización verdadera es la del Ministerio del Interior y su policía militarizada, Chile se ha convertido en un paisaje marcado por un Estado subsidiario y unos gobiernos locales cooptados y supeditados a los intereses inmobiliarios. Como la Rusia zarista, tiene su Siberia, su desierto de los Tártaros y sus ciudades Potemkin. Como el resto de América Latina, tiene una democracia formal y unos mercados distorsionados por la colusión y el tráfico de influencias.

El mall de Castro ha tenido más visibilidad y repercusión (¿gracias a la mitología chilota?), que el de San Antonio, ubicado a apenas cien kilómetros de Santiago, o que los silos que construyó la empresa Agrosuper en esa misma ciudad, a metros de un barrio residencial. La destrucción del borde costero de San Antonio importó menos que el mall de Castro por la simple razón de que, para efectos prácticos, el puerto está más lejos que Chiloé en el imaginario nacional, más aislado espiritual y simbólicamente que Aysén.

Ahora nos toca asistir al levantamiento de centros comerciales y hoteles en toda la loca geografía. En el borde costero de Valparaíso, en Rapa Nui, San Pedro de Atacama y Puerto Natales. Y es normal: no producimos nada aparte de materias primas y paisajes.

domingo, 15 de enero de 2012

La Nana



La comuna de Chicureo es hoy el epicentro de la lucha de clases en Chile. Curiosa postal del sistema económico vigente, de sus relatos inmobiliarios, sus estrategias territoriales y sus representaciones de lo otro. La imagen de una mujer joven, justificando en televisión normas que recuerdan el apartheid sudafricano ha dejado a muchas almas sensibles “marcando ocupado”. La cercanía entre un niño de esta nueva burguesía y un jardinero es un foco de riesgo inaceptable para esta madre, catalogada por sus detractores en las redes sociales como “aspiracional”. Nada más distinto entre ella y la madre encarnada por Claudia Celedón en la película de Sebastián Silva. Aquella madre es, aparentemente, una trabajadora social UC conectada a la doctrina social de la iglesia. Y la familia vive en Providencia, que fue el equivalente a Chicureo hace 100 años.

Como relato de marketing, un condominio suburbano es antes que nada una utopía, una arcadia que ampara a la familia de la violencia y la sordidez de la ciudad. De cada metro cuadrado nacen flujos financieros claves para el sistema. La capacidad de pago opera como vehículo de ascensión y legitimidad para jóvenes profesionales y emprendedores. Los hijos crecerán lejos de la depravación, en colegios ad hoc; las madres pueden entregarse al paisajismo, la gimnasia y el desarrollo personal. Los sistemas de seguridad y vigilancia son una barrera sicológica y los sentidos se terminan de fraguar en un centro comercial.

Pero existe un detalle terco e irreductible en el relato. El pasto hay que cortarlo, las tuberías, las piscinas y los sistemas eléctricos requieren mantención; las alfombras deben ser aspiradas y las ollas pulidas. Más aún, el territorio debe ser poblado y edificado desde sus cimientos, lo que fatalmente implica la contratación de personal de tez oscura. Son peruanos y mapuches en Chicureo, salvadoreños y mexicanos en Los Ángeles, bolivianos en Buenos Aires, filipinos y ecuatorianos en Madrid.

Cuenta la leyenda que Calvin Coolidge, el trigésimo ocupante de la Casa Blanca, odiaba la visión del personal de servicio. A este presidente parco y austero le incomodaba ver jardineros, mucamas, mujeres con toca y plumero en los salones y pasillos de la sede de gobierno. Dice la misma leyenda que el personal tenía sistemas para comunicarse la cercanía de Coolidge para desaparecer de su vista. El aseo y el orden de la Casa Blanca pasaron a ser obra de fantasmas que se escondían detrás de los pilares apenas el presidente ponía un pie en las inmediaciones.

Chicureo sería entonces el espacio donde las fantasías de José Donoso sobre las relaciones amo-sirviente adquieren velocidad y tono posmoderno. El viejo paternalismo aristocrático ha sido sustituido por relaciones contractuales semidesreguladas. No es solo cuestión de arribismo y horror al origen, sino también de terror a la historia, que regresa y amenaza el paisaje idílico.

¿A cuánto asciende el PIB de las nanas, un componente del sector “servicios personales, sociales y comunales”? Un misterio que los economistas sitémicos han pasado por alto. Según las estadísticas del INE, 359.160 personas están clasificadas como “personal de servicio”. Una de ellas es la nana de Inés Pérez, la ingenua madre de gimnasio diario, que ha levantado el tupido velo.

martes, 3 de enero de 2012

Con la mano del Gato




Entre los males nacionales hay que sumar “las cuentas alegres”. Los tecnócratas de la UP sacaron cuentas alegres en 1970 y miren lo que pasó. Y los estrategas políticos de este gobierno en 2010, con terremoto y mineros. Las siguen sacando, los pobres, al apostar a una pérdida de momentum del movimiento estudiantil.

Después de leer el artículo de Paul Mason en The Guardian no queda sino compadecer a los optimistas como el rector de la UAI, quien sigue creyendo que el sistema está el descueve. El movimiento chileno es parte de una corriente global, uno de sus nodos, sin ir más lejos. El egresado sin pega, según Mason, es el protagonista de la plaza Tahir, de la puerta del Sol y del Occupy y del movimiento chileno. El estudiante encalillado, el tesista hasta el pico, el ayudante sin otro horizonte que el de profesor a honorarios.

Como en 1848 y 1968, esta generación ha estado sometida desde que nació a un mix mediático distinto al de sus padres. Están irradiados por los símbolos y ahora, gracias a las redes sociales, los saben operar. Son más audaces que los gobiernos en usar la modernidad, están vinculados pero desconcentrados.

La omisión de Camila Vallejo en los personajes del año en El Mer es síntoma del síndrome de cuentas alegres. Muchos quieren creer que Camila es una pesadilla pasajera, un mal rato. Así de grande es el ostracismo, el solipsismo y la claustrofobia elitista. Un buen editor, por Dios, les explicaría a sus lectores conservadores de qué va la cosa, entrevistaría a sociólogos y politólogos.

Curiosamente, el que no está sacando cuentas alegres es el más anodino y ninguneado de los ministerios de la actual administración: el de Hacienda. Monsieur Philip Larraín, a quien interpelamos en estas páginas mediante el recurso a la cumbia villera. Contra todo pronóstico, Mr. Larraín anunció una megaemisión de deuda pública por 6 mil millones. Con esa guita en caja el gobierno anula la discusión por la reforma tributaria (desgastante para su propio sector) y podrá solventar más gasto en educación, planes contracíclicos si la cosa se pone mala y, si realmente son napeoleónicos en esto de l’audace, algo de redistribución vía Junji, junaeb y un largo etc.

Lo brillante de la movida es que será emisión local. Eso anula, y de un plumazo, el temido efecto cambiario y de tasas que implica emitir en el extranjero.

Cortita: el gobierno de Sebastián Pinera les está pidiendo dinero a las AFP para enfrentar el año del descontento. Una novedosa actualización del viejo dicho "sacar las castañas del fuego con la mano del gato".