lunes, 23 de abril de 2012

Casa Tomada

Parece que a Antonio Brufau no lo entrenaron en teoría de juegos. No midió el riesgo, creyó que tenía al frente a un perejil. Hoy tiene más cuentas que rendirles a sus accionistas que CFK a los suyos. Nadie, del entorno de Brufau lo preparó correctamente para entender a Borges y a Piazzolla. Debió haber escuchado, verso por verso, la Balada para un Loco, o leer al revés El Hombre de la Esquina Rosada, para entender el país con que estaba metido.

Otro que se equivoca es Moises Naim. El venezolano propone invocar Freud en el diferendo Argentina-Repsol, es decir, al subconsciente de una sola persona: la presidenta. En realidad debiera haber mencionado a Nietzsche: el eterno retorno. Y a Jung: un inconsciente colectivo.

La historia argentina es cíclica, tiene recurrencias entre la fiesta dionisiaca, el bonapartismo y la república romana, con veneno y cuchillazos. Un país que ha expropiado a extranjeros y nacionales no una sino varias veces. Un país donde la clase dominante renuncia –una y otra vez- a administrar sensatamente el ahorro nacional.

Argentina es la economía más promisoria y decepcionante del G20, el terror de los banqueros de inversión, el enfant terrible de los organismos multilaterales, el escarnio de los economistas del consenso, el lugar donde todavía se hacen las mejores películas y se escriben las mejores novelas, donde 8 mil personas mueren en accidentes automovilísticos y pocas cosas son lo que parecen.

Nadie entrenó a Brufau para jugar el juego criollo. Y tampoco para leer que su adversario tenía mucho menos que perder. Como dijo Lavagna en El País: No se engañe: si mañana hubiera condiciones de seguridad, van a venir las compañías americanas que ayer a la tarde festejaban la situación de Repsol... Es que el agua, el petróleo y el gas son materias primas vitales. Que España no compre más biocombustibles es un problema de España.

Brufau fue además víctima de sus delirios de grandeza (Freud podría tener algo que decir aquí). Olvidó que Repsol es un advenedizo en las majors petroleras del mundo. Que no es BP, ni Texaco ni Chevron. Ningún asesor comunicacional le recomendó leer “Casa Tomada”. Habría entendido mejor, habría agachado el moño.

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