viernes, 29 de abril de 2011

Concepto Dittborn


Que un posteo del ex parlamentario UDI Julio Dittborn sea trending topic es sintomático: No hay que tomar a la ligera las ciencias sociales. “Es el chorreo lo que disminuye el robo”, dice en su frase más contundente este Master of Arts de la Universidad de Chicago. Para llegar a semejante conclusión, toma por ejemplo un suburbio neoyorquino donde “no hay rejas y usted deja la casa vacía por unos días y le llega una encomienda, el cartero la deja en la puerta y… ¡nadie se la lleva!”

Sobre esta observación rigurosamente cierta, Dittborn construye una asombrosa teoría social basada en el determinismo matemático y la teoría económica neoclásica. Cuando Chile tenga un salario mínimo equivalente al de EE.UU. –y los artículos de segunda mano sean igual de baratos- habrá paz en los barrios de Vitacura y Las Condes. La delincuencia como problematización del ABC1. “Acá casi no hay casas con alarmas, de hecho las casas no tienen cercos. ¡Para que hablar de cercos eléctricos! Nunca he visto uno.”

¿Se puede criticar a un individuo por su sinceridad? ¿A un ex político por mostrar su precariedad intelectual en la red? “Las cosas son acá muy baratas y no tiene sentido arriesgarse a robar para conseguir cosas”.

Son comentarios extraídos de una oralidad de club de Golf. Tampoco se le puede criticar a un ingeniero comercial PUC no manejar literatura especializada en urbanismo, sociología o neurociencia. O por no haber tomado, siquiera por curiosidad, el transporte público ferroviario (PATH) y haberse bajado en la siniestra Newark, o en Jersey City. ¿Cómo podría comprender Dittborn que a negros y latinos, a los dominicanos o a los puertorriqueños no les conviene pensar siquiera en asaltar la casa de un blanco estadounidense?

Dittborn cree en el sueño americano: “Un salvadoreño o guatemalteco recién llegado acá se compra un auto en un par de meses si gana el mínimo”. Su cosmovisión es coherente, redonda y anti-complejidad.

Si usted busca videos de Julio Dittborn en la red, se encontrará con un político sensato y articulado. ¿Qué pasó? Cuando ejercía su función de Estado, tendría jóvenes economistas de un think tank conservador editándolo, robusteciendo sus textos con argumentos jurídicos y estadísticos. Hoy ya no representa a nadie. Ya no participa en comisiones parlamentarias, su voto ya no decide el subsidio a las madres solteras, los fondos culturales, el royalty minero o la política energética. Es un simple expatriado chileno ABC1 en “un muy buen barrio” cerca de Nueva York, viviendo de sus rentas, enviando archivos adjuntos a un medio electrónico de alto tráfico, ingenuo a la lectura devastadora de las redes sociales.

martes, 12 de abril de 2011

Buenos días, Perú

¿Qué llevó a la centroderecha peruana a levantar tres candidaturas que no llegaron a ninguna parte? La soberbia, la fe ciega en la cifras macroeconómicas y, como dice el muy lúcido Farid Kahhat, la falta de cultura teatral de la élite, que solo conoce la tragedia y, más encima, confunde siempre a los personajes.

“En San Marcos hay demasiados cholos”, dice el padre de Zavalita en un diálogo memorable de Conversación en la Catedral. Su autor es hoy adalid del statu quo, pero hace cuarenta años tenía propuesta y visión. Y compartía claustro con el padre de Ollanta Humala. Sí, están los cholos y los indios, los zambos alejados del oropel, las comunidades andinas que se están quedando sin el agua que succionan las grandes mineras, y un largo etcétera de agravios cuya única expresión concreta es el voto.

Ríos de tinta corren acerca del singular sistema de partidos (o más bien de no-partidos) de nuestros hermanos. Quiero más bien centrarme en la metástasis común a las democracias de mercado, en las cuales la asignación de recursos es eficiente y aparentemente racional, pero el sistema de políticas públicas atrozmente cortoplacista.

No hay político ni gobierno que no abogue por las pymes. O que declare su férreo compromiso en la lucha contra las drogas y la delincuencia. Aunque el sujeto de marras, actor de un espectáculo de masas, declare su más estricto apego a la ética judeocristiana, la intimidad es más compleja. Oh, naturaleza humana, consume drogas, tiene amantes y, en las votaciones relevantes, se abstiene discretamente para que se forme otro oligopolio bancario. Y si se declara progresista, heredero de tradiciones sindicales y obreras, no se sorprenda de sus tratos privados con los mismos oligopolios e intereses corporativos que suele denostar en público.
Ocurre en nuestras economías emergentes católicas, y en la propia Babilonia protestante de mercado, donde las armas de fuego y la libre expresión son derecho constitucional.

Desde que el sonriente Ronald Reagan conquistó los corazones de la América profunda hace ya treinta años, la desigualdad y su correlato, la concentración del ingreso, no hacen sino aumentar en el mundo. No es solo que las rentas de capital aumenten más que los salarios; o que el discurso de la eficiencia y la externalización se traduzcan en un crecimiento económico sin creación de empleos. Si usted no está en la creación de valor a través de la magia de las finanzas, el deporte de alta competencia o la entretención masiva, lo más probable es que jubile de manera modesta y tenga severos problemas para comprarse los remedios para la osteoporosis, o arreglar esos dientes descalcificados que su seguro de salud no le cubre porque su caída es un lamentable dispositivo de la evolución para que los viejos cedan paso a los jóvenes. Eso por no hablar de su salud mental, que se reembolsa de manera tan austera como los subsidios a la educación.

Los liberales le dicen que, oh sorpresa, usted tiene la libertad de elegir entre un servicio estatal decadente y otro privado lleno de promotoras, vendedoras y call centers: eduque a su vástago de acuerdo a su conciencia, cristiana o agnóstica. Es cosa suya. Venga y pague. Firme el pagaré.

El neoliberalismo es hijo de la teoría económica neoclásica. Determinación de precios, producción y distribución del ingreso en mercados de oferta y demanda, mediados por la maximización de beneficios, la información disponible, la limitación de los recursos y la teoría de las decisiones racionales. Un pensum complejo y tan elaborado como la teología cristiana, y no menos basado en la fe.
Como toda racionalización, compendia y sistematiza los atavismos de la especie: usted primero, segundo y tercero. Usted antes que el otro perdedor que le antecede en la fila. Pero su gran enemigo no es la izquierda nostálgica o Al Qaeda. Es la demografía: las sociedades que han alcanzado el ideal capitalista operan con costos de tal magnitud que tener muchos hijos es un mal negocio. Ergo, la población económicamente activa se estanca y los únicos que la alimentan son los inmigrantes, esos convidados de piedra que diluyen la pureza de la raza, y las minorías religiosas.

Lo paradojal del caso peruano es que el modelo se está contradiciendo antes de dar sus frutos en plenitud. Nación de emigrantes antes que de inmigrantes (al menos en el último cuarto de siglo), que aún no entra en la transición demográfica, donde la raza es mixta y, sin embargo, sigue siendo discurso. Keiko tiene pasivos políticos de magnitud, ¿pero cabe negarle su derecho a la peruanidad? Sintomático el caso del derrotado PPK, un gringo con pasaporte al día, que contribuye al partido republicano de Palin. ¿La única forma de apropiárselo que encontró la cholada adicta? Agarrarle los testículos.

martes, 5 de abril de 2011

Consumo luego soy

El consumo es una categoría económica cada vez más compleja cuando aparece la ética.

Me detengo frente a la sección cerveza de mi supermercado local. Unos novedosos Six-pack llaman mi atención. Dice ser la marca más antigua de Guatemala y entran automáticamente en conflicto mi curiosidad por la nueva cerveza (+ su precio atractivo) y un rechazo a la denominación de origen.

Acabo de leer un artículo sobre el asesinato político en este país de Centroamérica, donde la guerra sucia fue un verdadero genocidio y la impunidad el pan de cada día. Los aparatos de seguridad se privatizaron y hoy se dedican al secuestro, la extorsión, el asesinato por encargo y el narcotráfico. Veo una alta posibilidad de que el dueño de la marca esta esté vinculado a estos negocios, al menos indirectamente como miembro de una élite responsable de la muerte de un cuarto de millón de personas.

¿Qué es más racional, la curiosidad, el precio o el rechazo ético al fabricante?

Gana la curiosidad y, seis latas más tarde, he decidido no volver a comprar esta cerveza guatemalteca.

El supermercado donde suelo comprar pertenecía hasta hace poco a un grupo nacional de empresarios nacionales ultraconservadores. Hoy a una multinacional gringa que en algún momento vetó el ron cubano y, en su país, vende munición capaz de caer en manos de cualquiera, y matar a cualquiera. De todos los productos que pueblan las góndolas, ¿cuántos están genuinamente haciendo algo con sus desechos, cuántos cumplen 100% con la legislación laboral? ¿A quién pertenece mi AFP? ¿A qué grupo económico le debo plata? Una de las cosas que más me carga de la izquierda es su aversión a desconocerle al consumo categoría de proceso social. Es más, creo que cada día que pasa es más un proceso político.

Lo curioso es que la ética entró en la economía con la religión. Aparte del padre de las Casas, que peleó por los derechos laborales de los naturales de América, en el mundo protestante la revolución industrial no fue indiferente. Los metodistas desarrollaron una ideología de la responsabilidad social empresarial en el siglo XVIII.

Si la praxis de Alberto Hurtado se fundó en las relaciones de producción, en EEUU el protestantismo de izquierda uso el boicot económico para avanzar en su agenda. El arma política de Martin Luther King incluía amenazar a las empresas del área urbana de Chicago si no ofrecían condiciones de trabajo aceptables a los afroamericanos. Ya muchos fondos de inversión de los credos luterano y metodista tenían inversiones grandes en blue chips de Wall Street, y en los 60 empezaron a vender posiciones en la industria de la defensa. Hoy el mercado financiero de la ética es rico y diverso. Fondos de inversión católicos no invierten en empresas que fabrican drogas abortivas. Fondos socialdemócratas, en armas y menoscabo del medio ambiente. ¿Qué clase de inversionista es usted?

La iglesia católica estará débil estos días, pero cuatro órdenes católicas estadounidenses, accionistas del banco de inversiones Goldman Sachs, hicieron algo notable pidieron públicamente una revisión de las políticas de remuneración de la alta dirección de la empresa, que permitieron el año pasado a cinco individuos repartirse US$ 70 millones en plena crisis económica.

Usted puede revisar su lista de supermercado y evaluar qué marcas le parecen aceptables. Saber si su AFP invierte en transgénicos, tabaco y juegos de azar, en empresas que emplean trabajo infantil o arrasan la selva húmeda, le será un poco más difícil.