martes, 27 de septiembre de 2011

El absolutismo de los mercados



En 1848 una serie de revoluciones sacudió a Europa. En Francia, Alemania, Suiza y el Imperio Austrohúngaro (que incluía el norte de Italia) las personas se rebelaron contra el tándem monarquía-religión. Hubo repúblicas de corta vida, árboles de la libertad, banderas rojas y comunas de corta vida encabezadas por las burguesías ilustradas. La mayoría quedó en nada, pero en el fondo ganaron el futuro. La aristocracia de la tierra tuvo que ceder en parte su poder, y en las décadas posteriores lo seguiría perdiendo hasta su extinción como clase dominante entre 1918.

Corte al lunes 26 de septiembre de 2011. Un operador financiero es entrevistado en vivo por la BBC. Candorosa o cínicamente reconoce que a su gremio le importa un carajo lo que hagan los gobiernos: lo de ellos es ganar dinero en el corto plazo, incluyendo los mercados a la baja y las recesiones. Hedge funds y ventas cortas permiten a aquellos que tienen liquidez ganar grandes sumas apostando a que una crisis se transforme en catástrofe. El sujeto se llama Alessio Rastani, es norteamericano o canadiense (su apellido parece de origen iraní) y pronosticó que en los próximos meses millones de personas perderán sus ahorros. “El mundo lo gobierna Goldman Sachs”, dijo.

Así de claro. Tan claro que muchos pensaron que se trataba de una broma como la que el dúo compuesto por Andy Bichbaum y Mike Bonanno, más conocido como los Yes Men, suele jugarle al capitalismo globalizado suplantando a grandes ejecutivos, dando entrevistas falsas y diseminando noticias que ponen en evidencia lo peor de las grandes corporaciones.

Lo relevante del caso Rastani no es solo la visibilización in extremis de algo que cualquiera con dos dedos de frente puede ver, sino que ocurra en momentos en que el absolutismo de los mercados está siendo, por primera vez en treinta años, impugnado como el estado natural de las cosas. Porque no lo es. Detrás de ello está la acción sistemática de grupos de influencia, del lobby corporativo, del oportunismo de los políticos de todas las latitudes y, sí, la ineptitud de estos mismos para administrar el Estado y sus organizaciones.

No son buenos tiempos para los que pretenden mantener el status “natural” del absolutismo financiero. Tal como las revoluciones de 1848 coincidieron con el auge de la prensa escrita, los movimientos de indignación mesocrática de hoy se valen de las redes y su furiosa velocidad de propagación. En Madrid, Tel Aviv, Santiago, El Cairo o ahora Nueva York, lo que comienza en pequeño gana masa crítica en cuestión de días.

La pregunta es dónde irá a parar todo esto. Puede que Goldman Sachs y compañía, como la monarquía de los Habsburgo, tenga que conservar su poder cediendo espacios a la auditoría de los ciudadanos. O puede que esa monarquía financiera se comporte con la misma ceguera de los Romanov y termine perdiendo la cabeza. Si Warren Buffet fuese el Zar, entonces hay espacio para cambios dentro del orden. Si no, quién sabe…

jueves, 22 de septiembre de 2011

¡Necesitamos a House!




Imagine usted un economista como Dr. House. Irónico hasta la crueldad, obsesivo y contraintuitivo, capaz de encontrar el diagnóstico correcto a pesar de los síntomas más contradictorios de un paciente terminal como la economía capitalista-financiera de hoy. Ahora imagine usted a ese economista en el FMI, la Reserva Federal o el Banco Central Europeo. Imagínelo mal afeitado y peor vestido en las reuniones de la plana mayor, desarmando con la armas ya descritas a los santones de la ortodoxia monetarista, los cortesanos de la política mundial como Madame Lagarde. Monsieur Trichet y Mr. Bernanke.

Sería de gran ayuda contar con un sujeto así. Porque en esta anunciada W recesiva hay dos lecturas contradictorias. La que dice que la desregulación financiera creó un sistema hipertrofiado de apostadores sin mesura, una economía de casino totalmente desligada de la realidad, que enriqueció a unos pocos y cuyos excesos hoy pagamos todos. Otra, más cínica en su origen y coreada por decenas de inocentes palomas que aún creen en el Conejo de Pascua, dice que es culpa del gasto fiscal y que la solución es austeridad, menos impuestos y más apertura comercial.

Cada una de estas visiones tiene su corpus epistemológico y su soporte estadístico para clamar asidero en la realidad. Pero nuestro hipotético House de la economía no se come las explicaciones teológicas. Sabe que en ciencias sociales la religión es veneno. Será intransigente en exigir que se les ponga un bozal a los fundamentalistas y a los apostadores. Y será implacable en atacar los problemas medulares de la economía en el largo plazo: la curva demográfica, la crisis del agua y de los alimentos, la dependencia de los combustibles fósiles.

Ahora, sí no encontramos a Dr. House pronto, la convalencia de este sistema moribundo quedará en manos de otro tipo de personajes. ¿Nurse Jackie, por ejemplo?

jueves, 15 de septiembre de 2011

Las peleas que se vienen


En cierta forma los estudiantes ya ganaron. Aunque estén llegando al final de sus fuerzas por esta temporada (quedan muchas), ya instalaron un tema que no se va a terminar. Y que más encima se ramifica hacia otros supuestos del modelo.

Se instaló gracias a ellos que la provisión privada de bienes públicos es problemática. Que la estructura tributaria debe ser revisada. Que la financiarización de la economía es problemática. Que las personas necesitan al Estado y, lo que es más grave, la representatividad de los representantes es una ficción: el sistema político no necesitaba algo más que una inyección bótox.

Los estudiante ganaron y los próximos años serán de una feroz puja por más gasto público y por leyes que reequilibren la relación entre ciudadanos y grandes empresas. Solo en previsión y salud el pasivo es enorme, monstruoso, la contracara de los equilibrios macroeconómicos que hicieron de Chile el niño mimado de The Economist, el Financial Times y los medios del consenso noventero.

Para quienes duden del futuro previsional aterrador que nos espera, recomiendo la columna de Eugenio Rivera en El Mostrador. En cuanto a los seguros privados de salud que recaudan el 7% de todos los salarios del país (y devuelven, por lo visto, una fracción), vale la pena leer al profesor de derecho Gonzalo García en Ciper. Son las peleas que se vienen, que recién empiezan.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cumbia macroeconómica




“Ey, teacher, voz que me la vendés como ciencia exacta, decíme, ¿cuánto es cero dividido por cero?”

Es la pregunta que usted podría hacerle a un economista con PhD en alguna escuela Ivy League. Al ministro de hacienda, por ejemplo.

Por mi parte, yo no sé si los Wikipedia son un hecho cultural. Creo que sus canciones (La Cumbia Matemática, por ejemplo) son objetos semánticos potentes, capaces de ser leídos de varias maneras. La más evidente es como humorada (“con la geometría se mueve mi tía”). Otra es como dispositivo mnemónico para aprender matemática (“¡menos por menos más!, ¡más por menos, menos!”). La letra y el estribillo se basan en los conceptos básicos del programa escolar, lo que incluso abre la posibilidad de una canción de protesta contra la calidad de la educación. “Si no nos enseñan los teacher, enseñémonos nosotros mismos”, parece decir el singular vocalista de la banda, quien cita sus fuentes mejor que José Joaquín Brunner:

¡Wiki-wiki-wiki-pedia!

Si de cuestiones matemáticas se trata, le propongo echarle una mirada a los ingresos del fisco chileno. Tomemos un año cualquiera. 2009, por ejemplo (plena crisis). Y comprobemos que el Estado recauda 19% del PIB. Un 33% son impuestos directos (rentas de personas y empresas) y un 63% indirectos (mayormente IVA).

Como referencia, lo que pagan personas y empresas en otros países España: 72%; Argentina, 34%%; Brasil, 57%; México, 54% (datos CEPAL).

Y ahora hágase las preguntas. ¿Cómo quiere financiar una mejor educación escolar y universitaria para su país? ¿Pagando $ 2.500 por una cajetilla de cigarros? O elija una combinación no excluyente de tributos a subir. ¿Las contribuciones a los bienes raíces de más de una cierta cantidad de UF? ¿El royalty minero? ¿Los contratos (timbres y estampillas), el combustible? Súmele (sobre todo) impuesto a la renta. ¿Personsa o empresas? Póngale los números que usted quiera y pídale a su economista más cercano que se los calcule. Pídale que maximice la recaudación y minimice el costo, especialmente las externalidades macro: que no tumbe el dólar, que no obligue a subir tasas, que no caliente mucho la economía ni tampoco la deprima.

Pidámosle entonces al ministro de hacienda que haga los cálculos y den una respuesta seria. De lo contrario tendremos que pedirles a Los Wikipedia que nos canten La Cumbia Macroeconómica:

Si querés pasarla mal, ¡subí los intereses!
Si querés seguir bailando, ¡dale al gasto fiscal!
Si querés emoción, ¡tolerá la inflación!


“Ey, teacher, voz que me la vendés como ciencia exacta, decíme, ¿cuánto es cero dividido por cero? Ya nos dimos cuenta que el infinito es un ocho acostado, gil”.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Armagedón demográfica



Es simple: los economistas adquirieron un poder desmedido en la sociedad y se apoderaron de la política. En vez de ser los técnicos encargados de traducir las decisiones soberanas de una democracia en políticas públicas viables (desde el punto de vista financiero y macroeconómico), los economistas neoclásicos pasaron a ser los defensores, lo cancerberos de una supuesta racionalidad incontrovertible y absoluta, que dice como Moisés en el Sinaí: la solidaridad no tiene valor económico, la justicia intertemporal es una construcción poética y los bienes públicos deben ser administrados como privados.

Recuérdelo cada vez que usted ve a un twittero diciendo barbaridades con faltas de ortografía, cada vez que usted escucha a un economista diciendo un sofisma con olor a cátedra religiosa o a un diputado dando vergüenza ajena. Cada vez que nos enteramos de una nueva estadística que confirma que Chile no tiene otra fuente seria de ingresos que una materia prima no renovable.

En nuestro país nos dicen, desde la derecha, que el lucro en educación es una señal adecuada para expandir la cobertura del sistema primario y secundario. Por centroizquierda nos dicen que la gratuidad del sistema es regresiva (ojo que no dicen que sea inviable). Regresiva es, pero en el actual esquema tributario fundamentado en el IVA.

Pero hay un pequeño detalle que ni la izquierda ni la derecha binominal asignan la menor importancia, el más mínimo análisis: la evolución demográfica del país. Ni Bitrán, ni Brunner, ni Ramos, ni Libertad y Desarrollo lo consideran. Como si la población chilena estuviese detenida en el tiempo, per secula seculorum, en su distribución actual. A mí me vendieron la economía como una ciencia social, y a la hora de hablar de educación estos adláteres del saber no consideran la variable social más importante de todas: la población.

Chile está viviendo un dividendo demográfico: las tasas de mortalidad y de natalidad han caído de manera simultánea, alterando la distribución de las franjas de edad de manera irreversible. La población dependiente (menores de edad y jubilados) es menor que la económicamente activa. Es lo que le pasó a Corea en los años 60 y Finlandia en los 50: la matrícula de la educación básica cayó, permitiendo al Estado asignar recursos para mejorar la calidad de la educación en el nivel universitario. Hoy Corea es una potencia económica, y con Finlandia campean en todos los indicadores de rendimiento escolar, producción científica e innovación tecnológica. Transformaron sus ventajas comparativas estáticas (recursos naturales) en dinámicas (conocimiento).

Pero ojo, que el dividendo demográfico es acotado. Pasado un umbral, la población de jubilados aumenta y la población económicamente activa tiene que sostenerla. Nuestro flamante sistema previsional privado no será capaz de financiar integralmente la vejez precaria, y ni hablar de las enfermedades degenerativas, el Alzheimer, la obesidad, la diabetes producida por décadas de vida urbana sedentaria y alimentación rica en sodio y grasas saturadas. Ni en los sueños húmedos de José Piñera hay solución para esto.

Cuando la tasa de dependencia aumente de manera irreversible (cantidad de viejos por cada trabajador), cuando Chile esté saturado de profesionales cesantes, improductivos, frustrados y endeudados, y de ancianos con jubilaciones insuficientes, se habrá producido la tormenta perfecta. El punto de no retorno. El colapso.

El momento transformar radicalmente la educación es ahora. No mañana ni pasado. Hoy. Con reforma tributaria que grave las rentas altas. Y no las del quintil superior, que incluyen a la clase media precaria, sino del décimo decil. Las que se acogen a crédito fiscal cuando las empresas que controlan distribuyen utilidades. Grandes bancos, cadenas de retail, constructoras, mineras privadas, aseguradoras. Las empresas del IPSA, las fortunas Forbes (incluyendo al presidente).

Inscríbase, vote informado, exija respuestas, lea la letra chica y aprenda a detectar los sofismas. No se deje engañar. Obligue a los economistas a proponer salidas razonables a una crisis incubada por ellos mismos. No les delegue el poder. Aprenda su lenguaje y a detectar cuando le están vendiendo la pescada. Será un ciudadano más libre. Se habrá ganado el futuro. Y cuando le toque jubilarse lo recordará.