viernes, 23 de abril de 2010

Ruedas Calientes


Mientras uno espera en la caja del supermercado, distintos productos residuales le son ofrecidos a la compra impulsiva. Ejemplares del Reader Digest y de la revista Caras, dulces, gaseosas y chocolates marca M&M. Está pauteado el mix según estudios demográficos y estadísticos, y varía de local en local. En el más cercano a mi domicilio debe haber una proporción de padres jóvenes.

Esto explica la presencia de autos de juguete marca Hot Wheels. Vienen en sachets individuales, tienen unos 10 cm. de largo, pero lo que más me sorprende es que sean los mismos modelos con que yo jugaba hace, ejem, tres décadas o más en las calles de Viña. Un Chevelle 70 a escala, un Lincoln Continental 64, un Corvete 72, un Mustang 71. Largos y estilizados atentados contra la biósfera, grotescas huellas de carbono de un país que se creía dueño de la Historia.

Por alguna razón los fabricantes de juguetes encuentran su relato mítico en una experiencia automotriz del pasado. ¿Qué imágenes evocarán los niños al jugar con un Caravelle 70, con un Beaumont 69? ¿Aventuras de cuando papá era chico y se fumaba en todas partes, no había celulares ni notebooks ni mp3, de cuando en Chile no se conocía la comida rápida ni la televisión por cable?

Los autos de juguete eran la artillería cotidiana de uno, junto con las bolitas y los soldados. Los Hot Wheels tenían muy buena suspensión, pero con el carrete los ejes se doblaban. Los míos protagonizaban accidentes tan dramáticos que, llegado un punto, la carrocería entera se soltaba.

Hot Wheels es una línea de productos de Mattel Inc, con sede en El Segundo, California. Mattel cerró su última fábrica norteamericana en 2002 y se llevó toda la manufactura a China. El 80% de sus utilidades provienen de Barbie, ícono, role-model de las niñas de entre 7 y 11 años. En Agosto de 2007 tuvo que sacar del mercado aproximadamente 1 millón de juguetes hechos en China por utilizar una pintura con un 11% de plomo. Dora la Exploradora y Plaza Sésamo fueron los más afectados. Las pérdidas fueron millonarias y Zhang Shuhong, uno de los contratistas, se suicidó.

Imagino el plomo que absorbieron mi piel y mis pulmones cuando mi Chevy Nova 70 pasó a mejor vida. O tal vez no, aún los fabricaban en USA y con normas más estrictas (¿who knows?). Imagino el mercurio que toqué sin querer de la ruptura de un termómetro. Un veneno en estado puro, maravillosa bolita metálica que se separaba y reaglutinaba como por magia. Imagino los solventes químicos que aspiré mientras armaba modelos a escala. Un Spitfire, un Messerschmidt 109, con sus calcomanías siniestras. El instinto de agresión empaquetado en un juguete nerd.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿También tú, Evo?


Parece que ningún tradicionalismo se salva. Ningún regreso a un supuesto origen, ni el Corán, ni la Biblia, ni las tradiciones Aymaras. El cardenal y el ayatolá pusieron lo suyo, ahora es el presidente indígena de Bolivia diciendo sandeces.

En el loable intento de defender la agricultura tradicional de su país, Evo Morales demoniza a los alimentos transgénicos, específicamente aves, con provocar calvicie y conflictos de identidad sexual en el varón.

¿Cómo explica entonces a los homosexuales vegetarianos? ¿A las mujeres calvas? ¿Dijo lo que dijo o fue el muchacho de la agencia France Press que tergiversó sus palabras? Imagino a los poetas progresistas gay de La Paz y Santa Cruz tomándose la cabeza a dos manos, a los organizadores de congresos alternativos pidiéndole explicaciones a sus compañeros campas y kollas.

Con los medios discursivos rústicos que lo caracterizan, Evo ataca sin embargo a una de las industrias más oscuras de la humanidad. En los últimos años grandes empresas multinacionales han patentado aspectos completos del genoma vegetal y agropecuario del planeta. Son los productos frescos que consumimos en los supermercados, hectáreas y hectáreas plantadas con frutos que no germinan como los demás, que desarrollan o inhiben genes específicos para ser más grandes, más dulces, más resistentes a los bichos.
Mientras tanto los cultivos milenarios y las culturas que viven de ellos van siendo desplazados, arrinconados: no pueden pagar los royalties.

En la magistral ficción de anticipación Oryx y Crake, Margaret Atwood imagina una economía completamente dominada por empresas de biotecnología, cuyos científicos viven vidas de reyes en unos condominios blindados. Algo así como La Dehesa, pero con puros PhDs en bioquímica.

En los laboratorios de estas empresas se crean cerdos hinchados (pigoons) con genes humanos para extraerles órganos; perros-lobos (wolvogs) de aspecto tierno pero instinto cazador para la industria de la seguridad, capaces de desgarrar la garganta de un sospechoso. Pero lo más radical son los chickie-nobs, trozos de carne blanca y tubular, desprovistos de sistema motriz. Son pechugas de pollo en estado vegetativo, sin cabeza ni cerebro, capaces tan solo de sorber nutrientes a través de una abertura mínima en la barriga antes de ser faenadas y transformadas en hamburguesas y todo tipo de snacks.

Evo tiene razón y no la tiene. Es triste lo suyo, porque perpetúa la máxima maquiavélica, banaliza un problema mundial usando prejuicios autóctonos para convencer a su electorado. Ya podemos imaginarlo miembro fundador de un eventual eje Teherán, Roma y La Paz. Usted póngale nombre.

lunes, 19 de abril de 2010

Fuego Divino






Según el ayatolá iraní Kazem Sedighi, los terremotos y erupciones volcánicas que han afectado al mundo recientemente son culpa de las mujeres, agentes del Demonio que tientan al hombre y lo alejan del camino de Dios. Es un llamado y una advertencia para todos aquellos pecadores y pecadores de Teherán, megalópolis ubicada sobre una fractura tectónica tan virulenta como la sudamericana.

Kazem Sedighi salió así a competir de igual a igual en inanidad con el cardenal católico Tarcisio Bertone, alto funcionario del Vaticano a quien nadie le recordó que hay homosexuales asumidos en los gabinetes de varios gobiernos europeos, con los que la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas.

Pero al margen de los oscurantismos ecuménicamente distribuidos a Oriente y Occidente, la explicación secular de los hechos telúricos todavía deja mucho que desear. Los científicos, con la actitud cautelosa que los caracteriza, no descartan ni confirman el vínculo entre cambio climático y actividad geológica. El derretimiento de grandes masas de hielo implicaría una presión sobre las capas tectónicas del fondo marino, pero para confirmar su relación con los terremotos y erupciones hace falta más investigación, señala Richard Betts, un experto en modelamiento climático de la Universidad de Exeter (http://www.guardian.co.uk/environment/2010/apr/19/climate-change-geological-hazards ).

De ser cierta la ecuación cambio climático = terremotos + volcanes, estaríamos frente a una fantástica constatación de que la economía mundial y nuestra propia supervivencia no descansa tanto en el trabajo y el capital, sino en los caprichos de la energía geológica y bioquímica del planeta.

Debido al penacho de humo que cubre Europa del Norte, no solo vemos el comercio, el turismo y las reuniones de negocios paralizadas, a miles de personas atrapadas en los aeropuertos, sino también la fragilidad desnuda de un sistema que depende de la termodinámica, el electromagnetismo y los combustibles fósiles para funcionar. La crisis económica la instaló el hombre, pero la estaría prolongando y profundizando la naturaleza… ayudada por nosotros.

En 1991, cuando el cambio climático recién asomaba en algunas revistas especializadas, se produjeron casi simultáneamente las dos mayores erupciones volcánicas del siglo XX. La primera fue el 2 de abril en Pinatubo, Filipinas, y la segunda en octubre en el Monte Hudson, en la zona de Aysén (¿alguien la recuerda?). Millones de metros cúbicos de azufre, magma, aerosoles, gases y partículas cubrieron la atmósfera, destruyendo secciones enteras de la capa de ozono y alterando drásticamente las telecomunicaciones. En Pinatubo hubo que evacuar a unas 60 mil personas, en Chile ninguna: nadie vivía en aquellas soledades australes.

Pasará algún tiempo antes que la academia se pronuncie. De confirmarse lo que ya algunas mentes apocalípticas temen, comenzará a configurarse un escenario donde ya no solo las costas se inundan y las sequías se alternan con aluviones, sino uno donde además el cielo y la tierra ya no muestran su cara más amable. Será el regreso al origen, a la furia magmática de la sopa original. Ojalá tenga razón el ayatolá y sea solo cosa de hacerle caso al Libro Sagrado, dejarnos de jodienda y ponernos a rezar.