miércoles, 30 de marzo de 2011

Al Rico Carbón

Tiene razón Hidroaysen. Tienen razón el ministro Goldborne y el lobby nuclear. Tienen razón los ambientalistas (y no la tienen). Es linda la energía eólica, pero los molinos son maquinas moledoras de carne de aves migratorias. Y para alimentar la mitad del consumo chileno con energía solar tendríamos que tapar el desierto y secano costero con paneles: ¿Sabe usted dónde meter al tamarugo, la vizcacha, el zorrito culpeo?

Tiene razón también el periodista y escritor Mauricio Hasbún al señalar que los debates energéticos de esta parte del mundo les falta perspectiva. Hace poco me ha hecho llegar un artículo, publicado en diciembre de 2010 por The Atlantic, la revista liberal bostoniana por excelencia, cuyo titulo habla por si solo: Dirty Coal, Clean Future.

Sin negar la ciencia del cambio climático (ni su incertidumbre inherente), James Fallows, el autor, va en contra del consenso de los correctos, según el cual la únicas alternativas para evitar la catástrofe son bajar el consumo de energía y reruralizar la vida (¿candidatos para volver al horno de barro?), o apostar todas las fichas a las energías renovables no convencionales. Y el argumento es uno solo: hay tanto carbón en el mundo y es tan barato como fuente de energía por la simple razón de que sus externalidades negativas no están incorporadas como costos operacionales. Para que esto ocurra y se cobre un impuesto por emitir CO2, las 294 naciones soberanas del mundo deben alcanzar un consenso político que, si de algo sirvieron las conferencias de Copenhague y Cancún, fue para demostrar su imposibilidad práctica. En otras palabras, para el articulista lo único que vale hoy es usar el carbón de manera inteligente. Y la respuesta para está en la colaboración científica entre China y EE.UU.

Además de ser los dos mayores emisores de CO2 del planeta, son economías especulares: una consume y diseña los productos que la otra produce, el déficit de cuenta corriente de una es el superávit de la otra, y así… Pero lo que el artículo pone en evidencia es que una crece a una velocidad infinitamente superior que la otra, y con ello su demanda por energía. En los próximos 50 años unos 350 millones de chinos vivirán en ciudades y sectores urbanos que hoy no existen, lo que obligará al Reino Medio a crear un sistema energético equivalente al que hoy tiene EEUU. Y si algo caracteriza la tecnocracia de partido único de China es su frío realismo. Tienen enormes reservas de carbón y lo van a usar. Hasta aquí llega el estereotipo: los mayores avances en tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 se están haciendo en China… con ayuda estadounidense. Lea el articulo y verá que la cosa va en serio.

Las dos grandes naciones están asentadas sobre verdaderos océanos de carbón, formados hace millones de años por la descomposición de materia orgánica vegetal. Y la ecuación es simple: sacamos el carbón del suelo (proceso particularmente sucio, erosivo, invasivo y mortalmente peligroso para los mineros), lo quemamos en centrales eléctricas que alimentan el aparato económico del que usted o yo somos cómplices al recargar nuestras baterías, viendo El Discurso del Rey DVD tras calentarnos una sachet de popcorn en el microondas.

Según el bioquímica británico Nick Lane, autor de Life Ascending, uno de los grandes libros científicos de 2010, cada átomo de carbono es la antitesis de una molécula de oxigeno en el aire: por cada átomo de carbono que sacamos del suelo y quemamos como combustible fósil, una molécula de oxigeno desaparece. Pero afortunadamente no nos quedaremos sin oxigeno por la simple razón de que todavía hay suficiente materia vegetal en el planeta que lo sigue generando continuamente a través de la fotosíntesis. Oxigeno que los seres vivos consumimos para respirar, que las vacas queman en sus estómagos y transforman en lácteos y pedos ricos en metano. Nuestro metabolismo mamífero no funciona con energía solar como el de los lagartos, sino con oxigeno y CO2.

Dentro de poco seremos 8 mil millones de quemadores andantes de CO2. Y para que usted se deleite con algún video viral en Youtube los servidores de este proveedor de contenido seguirán consumiendo cantidades monstruosas (y crecientes) de energía para refrigerarse. ¿La idea no es la digitalización, salvar a los bosques y ayudar a las Pymes?

Hay laboratorios que hoy se desvelan por encontrar la piedra filosofal del hidrógeno, una fuente prácticamente infinita de energía, que terminaría de raíz con el problema en discusión. Pero cuando eso ocurra habrá pasado su tiempo. No parece haber un apuro excesivo de los ciudadanos por exigir un impuesto al CO2: más preocupan el futbol, la delincuencia y el microtráfico en La Legua. Y mientras tanto la relación de costos entre las energías alternativas v/s la termoelectricidad a carbón es tal que no valdría la pena hacerse ninguna ilusión acerca de ciudades alimentadas por paneles solares o molinos eólicos. ¿O no, Mauricio?

2 comentarios:

  1. ¿O si? Primera consecuencia del terremoto de Japón: elevó tanto el costo de la energía nuclear (una planta en chilito debiese resistir un terremoto como el del 60 en Valdivia), que la hace impracticable para nosotros por un tema de costos. Nos queda el gas natural, el cual cada día nos da nuevas sorpresas con nuevos yacimientos y, ojo, que el fondo marino de Talcahuano podría estar atestado de gas natural. En resumen, el debate está centrado entre maltusianos vs.cornucopianos. Los primeros no gozan de gran récord predictivo, pues si aplicamos las intuiciones de Maltus, con 6 mil millones de habitantes no debiese existir la especie humana en la tierra y, hecho incómodo, seguimos aquí quemando oxígeno. Por su lado, los cornucopianos advierten que el cerebro humano es, lejos, lo más impredecible y, cada tanto, nos sorprende con una nueva revolución científica (nuevas y mejores formas de prospectar petróleo, energía nuclear por fusión, hallazgos de gas natural subterráneo a granel, descarbonización del carbón y reinyección de CO2 en la tierra etc). En fin, la lista es larga y sospecho que la madre tierra está condenada a soportarnos por un buen tiempo más, el tema es que los siglos que nos quedan sean con calidad de vida y en medio de sociedades decentes y relativamente justas. Ahí el tema se complica, porque hay un tema moral de todos nosotros: firmamos por greenpeace, pero nos gusta el Ipod y la internet, como si hacer esos dispositivos no costara CO2 en la atmósfera, por otra, ¿qué derecho tenemos a pedirle a paises con millones de pobres a que consuman energías más limpias y caras a costo de relentizar el que dichos pobres accedan al agua potable, a las vacunas y la dieta mínima de calorías diarias? ¿nosotros? los que nos abanicamos con ipods? Podría ser, pero prueben primero a vivir con 1000 calorías diarias, con miedo permanente a la tuberculosis y tomando agua que, seguro, nos provocará una diarrea de proporciones bíblicas...

    ResponderEliminar
  2. La paradoja actual es que la presión sobre los recursos (energía, alimentos) proviene precisamente de aquellos que están consumiendo por primera vez...

    ResponderEliminar