viernes, 13 de mayo de 2011
Hidroaysén
Por la ventana de su departamento Economista Marginal ve cosas interesantes. Ve, antes que nada, el cerro Santa Lucía, enclave verde en medio de los edificios del centro. A los pies del cerro, en un lugar poco visible, hay un trozo de piedra tallada en el que alguien escribió: NICOLÁS PALACIOS, “RAZA CHILENA”
A veces se ven cursos escolares, tours de brasileños de tercera edad, hinchas que regresan del estadio. A veces se ven cosas del todo inesperadas, como los cientos de jóvenes que pasan aplaudiendo, coreando tambores y coreando consignas contra Hidroaysén. El tráfico está detenido y algunos automovilistas tocan sus bocinas sumándose al movimiento de masas.
Esta deja vu también es algo nuevo. Nada similar ocurrió cuando se aprobó la hidroeléctrica Ralco.
Eduardo Bitrán publicó en El Mostrador un análisis frío y ponderado sobre el tema. Califica a las hidroeléctricas como “mal menor”. Es un problema de potencia a firme, la única que puede alimentar la demanda punta del invierno y no dejar el país a oscuras. A su vez, alimentar al sistema genera externalidades como el CO2, cuyas emisiones el gobierno chileno se comprometió internacionalmente a reducir un 20% al año 2020. Las ERNC existen pero tienen desventajas de costo, y la energía nuclear no estará disponible en los próximos 15 años.
Bitrán, quizá el funcionario técnico más sólido que tuvo la administración pasada, va armando las capas del modelo, asume escenarios e introduce cifras. El resultado es un déficit de energía que deberá cubrirse de alguna manera. Una buena cantidad de MGW para que en los próximos años las personas (usted, yo) podamos cargar nuestros aparatos, encender nuestras estufas y calentadores de agua. ¿Cómo los quiere? ¿Con o sin C02? ¿A $92,2 el Kw/h* o a 238? ¿Con un límite de consumo invernal de 350 Kw o 100?
Según las estimaciones de Bitrán, si optamos por energía solar, el sistema deberá cubrir unas 100 mil hectáreas con paneles solares, o sea, tres veces la superficie de Santiago, en el desierto de Atacama: es donde hay más sol y la hectárea de tierra vale menos. Entonces los jóvenes que pasan frente a la placa de Nicolás Palacios ya no gritarían “¡Patagonia sin represas!”, sino “¡San Pedro de Atacama sin paneles!”
Todo esto lo contempla Eduardo Bitrán dejando a un lado toda emoción (por cierto, no es Max Neef). Incluso considera la eficiencia energética, la posibilidad de que la energía solar baje de costo y muchos chilenos inviertan en sistemas domésticos. No tiene error conceptual alguno porque es un ingeniero de la U. de Chile, y no lo creo capaz de mentir: con esos números (discutibles como supuesto), el resultado es ese y punto. Pero por venir de donde viene, Bitrán piensa dentro de la caja, en el horizonte de posibilidades de la economía neoclásica y el keynesianismo, el mix oficial del progresismo político chileno. Por eso merece que respondamos su planteamiento más directo: “los que se oponen a la energía nuclear, la energía a carbón, la energía hidroeléctrica en el sur austral están diciendo que Chile tiene que bajar su crecimiento a menos del 3% al año, con las implicancias sobre empleo e ingresos familiares, a favor de conservar paisajes naturales. Esto significa que no llegaremos nunca a ser país desarrollado.”
Y este es el meollo del asunto: ¿cuánto está Ud. dispuesto a pagar no solo por el desarrollo, sino por ese desarrollo? No solo en términos de su cuenta de la luz. Dicho de otro modo, ¿es el crecimiento sobre el 3% la receta? ¿Un 3% con o sin flexibilidad laboral? ¿Con un royalty minero como el de Canadá? ¿Con una tributación como la de las islas Caimanes? ¿Con subsidios o chorreo?
Aunque la protesta contra Hidroaysén se base en emociones, es un ejercicio de ciudadanía de un valor inestimable. Lo ideal sería que el gobierno siga cometiendo error tras error, y el movimiento gane masa crítica. Porque debiera desembocar, tarde o temprano, en una discusión profunda y radical acerca del modelo económico, ese que Bitrán da por supuesto inamovible.
Respecto de Nicolás Palacios, que ya se ha quedado solo a los pies del cerro Santa Lucía (iluminado con potentes focos) tres cosas: fue un hijo de la provincia de Colchagua, murió en 1931 y publicó una extraña teoría racial acerca del pueblo chileno.
* Calculado según cuenta de Chilectra del 09/05/2011
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El meollo: la reforma agraria líquida. Lo Central de Hidroaysén no es el medio ambiente, sino el feudalismo hiperconcentrado de Endesa, Gener y Colbún que son dueños de todos los derechos de agua. Si atomizamos la propiedad de derechos de agua, entonces bajaremos barreras de entrada al negocio de la generación y solo entonces podremos prescindir de Hidroaysén para apostar a cientos de centrales de paso a lo largo de todo Chile. El asunto es hacerle caso a A. Smith y atomizar el mercado de la generación, ahora bien, para ello debemos chasconearnos antes y hacer la reforma agraria líquida ¡¡¡ya!!!, en la más sesentera!!! Esta es la pesadilla de Matte y Endesa.
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