domingo, 3 de junio de 2012

El Amanecer de los Zombis



Una semana mala para los mercados y pésima para el presidente Barack Obama. Una semana en que dos casos aislados y chocantes de canibalismo urbano estremecieron a Estados Unidos. Dos en un país de más de 300 millones de habitantes no es mucho, y su visibilidad exagera, quizá, el alcance real de las enfermedades mentales severas. Y, sin embargo…

Según datos de la Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por su sigla en inglés), un 4% de la población estadounidense sufre alguna enfermedad mental grave. En el segmento de entre 18 y 25 años es el porcentaje es el doble. Los hombres duplican a las mujeres, y por raza, los más afectados son los mestizos, seguido de blancos y negros. Un 1,2% padece de personalidad límite (borderline), 1,1% sufre de esquizofrenia, 2,6% de bipolaridad y 6,7% son víctimas de depresión severa. Las cifras son de hace 4 años, o sea, antes de que comenzara la recesión.

Sin entrar a comprara estas estos datos con los de otros países desarrollados o emergentes (digamos, Chile o Suecia), lo grave es que se producen en una nación sin un sistema público universal de salud. Un país donde una porción significativa de los ciudadanos considera tal cosa una siniestra e inaceptable intromisión socialista en sus vidas. Un país donde muchos de los individuos que requieren atención médica urgente tienen, sin embargo, acceso legal a armas de fuego.

Hace algunos meses Jill Lepore publicó en el New Yorker una genealogía política de la II Enmienda y sus defensores. Descubrió que el espíritu de la ley era permitir la formación de milicias para la defensa del territorio en caso de invasión extranjera. Que su articulación como programa político de derecha, al igual que la militancia contra el aborto, nació durante las guerras culturales de los sesenta y setenta. El caso de la ley de salud mental de Alaska es sintomático. Dar salud mental gratuita a los habitantes de este remoto e inclemente territorio polar era parte de un complot totalitario.

Hoy una ley federal de acceso a la salud mental sería acusada de totalitaria por los malos lectores de la señora Ayn Rand, cuyo “objetivismo” individualista y libertario opera, para estos efectos, como una verdadera ideología de la anti-empatía. Si sufres alucinaciones, angustias, trastornos del sueño, ansiedad, cambios de ánimo violentos, si temes a tu vecino o estás convencido de que te observan, es tu problema. Si tienes un arma es tu derecho. Yo pago mis impuestos.

Reconozco que puedo estar cargándole los datos injustamente a Miss Rand y sus seguidores, y que el problema tenga una dimensión mayor, más allá incluso a los sistemas económicos y de las políticas públicas. En una sociedad socialdemócrata como la Noruega un supremacista blanco seguidor de los templaros asesinó a sangre fría a setenta personas. Y en Canadá, donde sí existe salud socializada y universal, un actor porno descuartizó a su pareja y filmó, según la policía, actos necrofílicos con los restos, para luego mandarlos por correo a las sedes de los dos principales partidos políticos del país. Esto ocurrió la misma semana de los ataques caníbales en EE.UU., y mientras decenas de miles de estudiantes marchaban en Montreal contra el alza de las matrículas universitarias.

Tal vez haya que buscar las pistas para este tipo de violencia en otra parte, en Deleuze y Guattari, por ejemplo, en el viejo Freud, o en las obras maestras que filmó Fritz Lang a meses de que Hitler subiera al poder. Una de ellas tiene la capacidad de aterrorizarme más que cualquier película contemporánea de asesinos seriales, y me refiero a M, el Vampiro de Düsseldorf, basada en los crímenes de Peter Kürten (en la foto de encabezado de este post). Kürten asesinó violó a mujeres y niñas el mismo año en que se produjo el crash de Wall Street. Fue condenado a muerte y ejecutado meses antes de que Hitler llegara al poder. Y compartía con este el bigotillo recortado.

4 comentarios:

  1. O sea, ¿tenemos que abrir los paraguas porque se viene alguna forma de canibalismo industrial (o como parte de una siniestra economía de servicios)?

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  2. El reflejo condicionado de las teorías conspirativas en el inconsciente estadounidense es de una eficacia asombrosa: identificar un plan totalitario a partir de un programa universal de salud es un tic psiquiátrico que ya portaban los colonos puritanos que huían de Inglaterra y que veían en las grandes religiones organizadas (Católicos, Luteranos, Anglicanos) verdaderos pactos con Satán. Soy pesimista: creo que este oscurantismo conspirativo no tiene remedio, a los gringos hay que quererlos como son.

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  3. Moro, usted es mi pesimista preferido, un verdadero estoico de estos tiempos. Tal como dice Rodrigo, cabe temer lo peor en estos tiempos, De hecho no mencioné el autocaníbal japonés.... el hombre que se cortó su propio pene y se lo sievió cual sashimi radical a selecto grupo de invitados

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  4. Sr. Marginal, debo confesar, por mi parte, que usted es el único economista al que todavía no bajo del pedestal. Respecto del japonés, no nos debemos preocupar, pues teniendo un SERNAC tan efectivo, en nuestro país jamás le permitirían a un depravado de ese calibre servir, vender o traficar Sushi de tan dudosa procedencia. Es así que podemos dormir tranquilos. Estoy seguro de que jamás leeré este titular en Chile: se contagió de ETS por comer Sushi...

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