viernes, 27 de marzo de 2009

El ciclo económico


Lo primero que debemos tener claro es que esta crisis es medular. Es uno de esos fenómenos que marcan vidas y generaciones completas. Lo que está en juego ahora no es una simple recesión, o sea un exceso de capacidad productiva o de gasto, corregible en un par de meses por usando la tasa de interés (ya hablaremos de lo que es eso y como se produce).
La crisis actual es como la de 1929 en tanto crisis del dinero mismo.
En aquellos años en que yo ejercía la profesión "seriamente", pagado por intereses corporativos, estaba en boca el Consenso de Washington. Los popes decían, con descaro, que el ciclo económico se había abolido gracias a la combinación virtuosa de mercados libres, democracia liberal y globalización comercial y financiera. Así de cara de palo eran. Así de soberbios. La culpa la tenían no tanto ellos como el fiasco del socialismo real que se había desmoronado, y la desorientación total en que habían caído los socialdemócratas.
Pero eso es harina de otro costal...
¿Qué es el ciclo económico?, se preguntan ustedes. Pues el que impera desde que el capitalismo nació entre los siglos XVII y XVIII. Antes, durante los miles de años de historia humana, los ciclos dependían del planeta mismo. El clima que devastaba cosechas o paría plagas y enfermedades, las guerras de religión o conquista. Pero a partir del siglo XVIII apareció otro fenómeno. Ciclos de auge y caída de la confianza en el sistema mismo, provocados por la especulación.
He elegido esta imagen del tsunami de Tailandia no para infundirles miedo, sino para recordarles la sabiduría de los animales. Fíjense en la actitud displicente del turista (¿australiano?, ¿inglés? ¿cuántos euros pagó por esas lindas y mortales vacaciones?) El tipo observa la ola mortal que avanza como si fuera un videojuego, mientras que la fauna local (pájaros, mamíferos, simios más sabios que nosotros) se largaba discretamente en pos de árboles y tierras altas... Es una metáfora porque la crisis económica nos sorprende ad portas de una crisis ambiental y demográfica. La tormenta perfecta, como dijo alguien.

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