jueves, 7 de octubre de 2010

Dilema del Prisionero y Conflicto Mapuche (II)

Siguiendo la aplicación de la teoría de juegos al conflicto mapuche, esbozada en el post anterior, supongamos que los jugadores son dos: uno es un comunero y el otro un terrateniente. El Estado hace de banca y baraja las cartas. Las rojas significan “cooperar” y las negras “no cooperar” (léase mandar al otro a la cresta). Cada jugador sabe su carta pero desconoce la del otro.

Los resultados posibles son cuatro:

a) los dos ganan por cooperar; b) el comunero gana mucho por mandar a la cresta y el terrateniente pierde mucho por cooperar; c) el comunero pierde mucho por cooperar y el terrateniente mucho por mandar a la cresta; y d) Ambos pierden por no cooperar.

Hay, por lo tanto, una tentación por mandar a la cresta al otro, una recompensa por cooperar mutuamente, un castigo por mandarse a la cresta simultáneamente y un “pierde-todo” si se coopera con el abusador.

Estos son los resultados si el juego se realiza una sola vez. Es el dilema del prisionero en su forma básica, donde la tentación de mandar a la cresta rinde más que el premio por la cooperación, el castigo mutuo y, ciertamente, mucho más la opción ingenua de colaborar con el abusador.

¿Pero que pasa si el juego se realiza varias veces, y cada jugador puede cambiar su estrategia en base a lo que hace el otro?

Este experimento de la teoría de juegos, conocido como el dilema del prisionero con iteración, fue realizado a principios de los 80 por el cientista político Robert Axelrod, de la Universidad de Michigan. En vez de una repartición aleatoria de cartas, el juego consistía en elaborar una estrategia evolutiva que respondiera a la del contrincante y maximizara los resultados en una serie finita de vueltas. El experimento reveló que a las estrategias egoístas les iba peor que las cooperativas, o aquellas que al menos tenían una de las siguientes cuatro características:

Fair-play: el comunero o el terrateniente no mandan a la cresta si no en
respuesta al otro.

Retaliación: El optimismo ciego tampoco sirve: siempre cooperar da una ventaja desmedida a la estrategia depredadora. Si me pegan, pego.

Conciliación: Aunque comuneros y terratenientes recurran a la retaliación, en un momento tienen que volver a cooperar si el adversario da señales en ese
sentido.

Cero envidia: no sirve buscar a toda costa un puntaje mayor que el adversario, sino el equilibrio global de la situación.

Volviendo entonces a la metáfora nacional. El terrateniente y el comunero pierden más mandándose a la cresta que cooperando en el largo plazo. Hay una memoria histórica que le dice al mapuche que cooperar con un terrateniente abusador da beneficio cero, y al terrateniente una tentación de abusar porque los pobres indios no cachan nada. La situación ha cambiado, por primera vez desde 1881 (la “pacificación”), ya que los comuneros están dispuestos a esgrimir el garrote y empujar al terrateniente a definirse por una estrategia mixta: seguir abusando o cooperar según el caso.

Si nos remitimos al documental de María Teresa Larrain, fundacional para estos efectos, los comuneros jugaron primero la carta de la cooperación y Juan Agustín Figueroa los mandó a la cresta, como era lógico en su concepción del mundo y de las personas. Se han jugado ya varias partidas, en ese punto de la Araucanía y en muchos más. Los comuneros han recurrido a la única no-cooperación que les queda: no comer. Ante este emplazamiento radical, el Estado se saltó su rol de banca sesgada por el terrateniente y ahora esta cooperando. Falta ver que harán los terratenientes.

Este análisis se puede aplicar a otros conflictos que el Estado chileno (o su clase político-financiera dominante) mantiene hoy en día: La carrera armamentista con Perú o el mar para Bolivia. Esclarecedor, creo.

2 comentarios:

  1. Sirve sin duda, pero ambas partes deben renunciar a la ingenuidad del "futuro esplendor", ya sea en su versión de estado-étnico-mapuche o en el esquema de la sacro-santa e intocable propiedad independiente del estadio civilizatorio que la rodea. En resumen, las ganancias se vuelven reales cuando se está dispuesto a perder...

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  2. Creo que esa es la clave, y lo que está haciendo, de hecho, Evo Morales en su relación con Chile.

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