sábado, 31 de julio de 2010

BanDesigualdad



Cuando Economista Marginal era un simple estudiante de pregrado en el convulsionado Valparaíso de los 80, una cosa le llamaba la atención de la disciplina. De la manera de modelar la esfera micro y macro solo cabía sacar una conclusión: que las rentas del capital siempre crecen por encima de los salarios.

En Chile corren hoy ríos de tinta y acusaciones cruzadas por la encuesta CASEN. Mucho más relevante es el informe de brechas de ingreso de la OCDE, que pasó casi desapercibido salvo por un buen artículo del Diario Financiero y notitas marginales en el Decano y en el Aspiracional.

La OCDE llega a una conclusión apabullante: en los últimos veinte años casi todos los países de mayor desarrollo han visto crecer la brecha de ingreso entre quintiles. Los pobres y la clase media se han empobrecido y los ricos son más ricos a pesar de la crisis de 2008. Compruébelo usted mismo país por país, salvo contadas excepciones como la francesa (vilipendiada y caricaturizada por The Economist y sus seguidores).

Cruce estos datos con los de la matriz del programa Doing Business del Banco Mundial y váyase a la sección “impuestos pagados como % de las utilidades” y verá como la tributación corporativa en Chile es un regalo de Dios. Ojo que el dato se refiere a impuestos pagados y no al IVA, que es meramente recaudado por las empresas.

Lo que nos lleva a la pregunta que nos corresponde a nosotros como genuinos aspiriacionales que somos: ¿qué país del mundo ha salido de la pobreza en base a un sistema económico determinado? Peor aun, en qué país el neoliberalismo ha ayudado de manera determinante a estrechar la brecha de ingresos y, al mismo tiempo, crecer.
La terrible respuesta es que ninguno: cero.

Los ingleses le rinden culto a Adam Smith, pero debieran poner en el mismo pedestal a su querida Commonwealth, notable eufemismo para decir Imperio. Rentas si no gratuitas, a bajísimo costo por el solo hecho de plantar una bandera y reivindicar la dolorosa responsabilidad del hombre blanco. Francia, monárquica, imperial o republicana, pero estatista hasta la médula e imperialista de corazón. Bélgica, con el coto de caza privado de su rey Leopoldo en el Congo, uno de los genocidios más infames y desconocidos de la historia. Y Norteamérica, tierra de los libres… Michael Moore ya lo dijo todo en su brillante historia resumida: le robaron sus tierras al nativo y su trabajo al africano, por no hablar de la mitad de la republica mexicana. Se le llama acumulación, y su magnitud en sangre, sudor y lágrimas hace palidecer todo lo que pudieron contribuir los grandes científicos e innovadores de estas naciones, que por cierto fueron muchos.

El crecimiento económico, mantra de los economistas, crea hoy empleos precarios bajo la tutela operativa del outsourcing o internacionalización. La sindicalización es una mala palabra y los sistemas educacionales fallan en lo básico: ensenar a pensar y a mirar, estimular las habilidades adaptativas y las soluciones no convencionales

Frente a este panorama siniestro, el candor y entusiasmo con que nuestras élites abrazan el modelo resulta casi ofensivo. Sube la pobreza, aumenta la brecha y se echan la culpa unos a otros. Que no hay plata para un sistema de salud público. Que no hay para subsidios. Que los programas están mal focalizados. Un poquito de vergüenza.

martes, 27 de julio de 2010

Toma Chocolate


El Economista Marginal se ha podido dedicar, por fin desde el Mundial, a asuntos más serios y de su competencia que el control mental de las masas por una pelota (el Complot Adidas).

¿Le gusta el chocolate? Pues sepa usted, dama o varón, que su placer es el sufrimiento de millones de trabajadores del Tercer Mundo, que extraen el fruto en regiones tropicales de África y América Latina, y la ganancia millonaria de unos pocos especuladores afincados en esa bella y excitante ciudad llamada Londres.

Sepa usted, si no lo sabe ya, que el chocolate es un subproducto de la mantequilla de cacao, extraida a su vez de la semilla fermentada de la Theobroma cacao.

Como cualquier commodity agrícola, el cacao ha experimentado unas alzas de precio brutales en los últimos cinco años.

¿Oferta y demanda? Sí y no. El mundo no solo tiene hambre dura, la que marca la supervivencia. También tiene hambre de placer, y en los países emergentes de Asia y América Latina, la demanda por chocolate aumenta cada año al ritmo de San Valentín y otros ritmos de apareamiento burgues. A pesar de lo que le digan los economistas, este mercado (el de los alimentos) no es transparente. Lo manipulan unos pocos y, en el caso del cacao, tiene un nombre: Armajaro.

Armajaro es una empresa de corretaje financiro británica, especializada en cacao, azúcar y café, o sea, tres de las cosas más agradables que ofrece la vida aparte del sexo. Tiene unos mil empleados, y hace ocho años compró el 5% de la producción mundial. Con esta operación hizo subir el precio a un nivel record de USD 2.220 por tonelada, ganando US$ 82 millones en la pasada.

Armajari acaba de hacer lo mismo hace unas pocas semanas. Esta vez por un 7% de la producción mundial de cacao. No entraremos en las complejidades de un contrato a futuro por 240 mil toneladas; solo cabe mencionar que con esta cantidad se puede cubrir la demanda estadounidense de unos 6 meses.

Teóricamente los contratos futuros fueron diseñados proteger a los productores y consumidores de las fluctuaciones de precios, de las tormentas, sequías y otros desastres naturales. Pero en la práctica ocurre lo contrario. No solo la demanda por alimentos está desbalanceada por el cambio climático y el creciente poder adquisitivo de las clases medias en Asia y América Latina. En medio están los especuladores, ganando, y los trabajadores en Costa Marfil, Ghana, Indonesia y Nigeria al límite de la subsistencia (los brasileños, ecuatorianos y dominicanos estarán un poco mejor, pero ni tanto).

Todo esto, querido consumidor(a), nos lleva al tema de la empatía. Sea usted consumidor de Garoto o de Varsovienne, su placer es la riqueza de unos pocos y el hambre de muchos. ¿Podemos lograr un sistema más armónico que el actual?