martes, 5 de abril de 2011

Consumo luego soy

El consumo es una categoría económica cada vez más compleja cuando aparece la ética.

Me detengo frente a la sección cerveza de mi supermercado local. Unos novedosos Six-pack llaman mi atención. Dice ser la marca más antigua de Guatemala y entran automáticamente en conflicto mi curiosidad por la nueva cerveza (+ su precio atractivo) y un rechazo a la denominación de origen.

Acabo de leer un artículo sobre el asesinato político en este país de Centroamérica, donde la guerra sucia fue un verdadero genocidio y la impunidad el pan de cada día. Los aparatos de seguridad se privatizaron y hoy se dedican al secuestro, la extorsión, el asesinato por encargo y el narcotráfico. Veo una alta posibilidad de que el dueño de la marca esta esté vinculado a estos negocios, al menos indirectamente como miembro de una élite responsable de la muerte de un cuarto de millón de personas.

¿Qué es más racional, la curiosidad, el precio o el rechazo ético al fabricante?

Gana la curiosidad y, seis latas más tarde, he decidido no volver a comprar esta cerveza guatemalteca.

El supermercado donde suelo comprar pertenecía hasta hace poco a un grupo nacional de empresarios nacionales ultraconservadores. Hoy a una multinacional gringa que en algún momento vetó el ron cubano y, en su país, vende munición capaz de caer en manos de cualquiera, y matar a cualquiera. De todos los productos que pueblan las góndolas, ¿cuántos están genuinamente haciendo algo con sus desechos, cuántos cumplen 100% con la legislación laboral? ¿A quién pertenece mi AFP? ¿A qué grupo económico le debo plata? Una de las cosas que más me carga de la izquierda es su aversión a desconocerle al consumo categoría de proceso social. Es más, creo que cada día que pasa es más un proceso político.

Lo curioso es que la ética entró en la economía con la religión. Aparte del padre de las Casas, que peleó por los derechos laborales de los naturales de América, en el mundo protestante la revolución industrial no fue indiferente. Los metodistas desarrollaron una ideología de la responsabilidad social empresarial en el siglo XVIII.

Si la praxis de Alberto Hurtado se fundó en las relaciones de producción, en EEUU el protestantismo de izquierda uso el boicot económico para avanzar en su agenda. El arma política de Martin Luther King incluía amenazar a las empresas del área urbana de Chicago si no ofrecían condiciones de trabajo aceptables a los afroamericanos. Ya muchos fondos de inversión de los credos luterano y metodista tenían inversiones grandes en blue chips de Wall Street, y en los 60 empezaron a vender posiciones en la industria de la defensa. Hoy el mercado financiero de la ética es rico y diverso. Fondos de inversión católicos no invierten en empresas que fabrican drogas abortivas. Fondos socialdemócratas, en armas y menoscabo del medio ambiente. ¿Qué clase de inversionista es usted?

La iglesia católica estará débil estos días, pero cuatro órdenes católicas estadounidenses, accionistas del banco de inversiones Goldman Sachs, hicieron algo notable pidieron públicamente una revisión de las políticas de remuneración de la alta dirección de la empresa, que permitieron el año pasado a cinco individuos repartirse US$ 70 millones en plena crisis económica.

Usted puede revisar su lista de supermercado y evaluar qué marcas le parecen aceptables. Saber si su AFP invierte en transgénicos, tabaco y juegos de azar, en empresas que emplean trabajo infantil o arrasan la selva húmeda, le será un poco más difícil.

1 comentario:

  1. Pero tiene que haber una némesis, o más vulgar todavía: no existe el almuerzo gratis (Chicago dixit): ojo con columna de Qué Pasa de hace 2 semanas en que un señor de apellido Mena advierte de un detalle no menor: las reaseguradoras están sacando cuentas amargas con los, todavía, presuntos efectos del calentamiento global. En concreto, las catástrofes naturales que les ha tocado cubrir (huracanes, inundaciones, sequías) han crecido groseramente desde la década del 70, en los 90 y 2000 la tendencia iría para insostenible. El freno podría ir por ahí, la reaseguradora puede influir en el fondo de pensión y este en las inversiones "inconvenientes". Ojo con Japón, acaba de igualar su desastre nuclear con el soviético. Luksic las debe estar viendo ¿verdes?

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