
Animaldelirante se hace esa pregunta y yo la celebro. En estos momentos muchos cuchillos afilados quisieran ver tomadas las bolsas de valores por el pueblo, relegados los operadores financieros a granjas ecológicas, cuando no presos. No es tan simple queridos. Estos pobres y sufridos operadores, proletariado de cuello y corbata, sostienen nuestras vidas. En una economía cualquiera menos del 10% de las transacciones anuales se hace en efectivo. Todo el resto depende de promesas de pago, algunas de corto y otras de largo plazo. Los famosos pasivos. Los cheques, los bonos, las acciones, los fondos mutuos, los planes previsionales y de salud. Nuestras tarjetas de crédito son válidas porque alguien administra esos flujos de datos. Para que nos reembolse la Isapre o nos paguen el seguro del auto, hay mercados financieros. Para que a la abuelita le paguen la pensión. Para que, al introducir la tarjeta en el cajero automático, del otro lado salga cash. La velocidad y los ritmos de la vida dependen, silenciosamente, de estas asambleas del caos que son los ruedos bursátiles.
Antes de que existieran los mercados, el mundo era lento y parsimonioso. Existía el matriarcado y las economías de escala del clan. Donde comían diez comían doce. Todo eso comenzó a cambiar lentamente después de la revolución del sujeto, desde la revolución francesa y la industrial. Íbamos de a poco, pero desde la II Guerra Mundial en adelante todo se aceleró. Ahora vivimos en pequeños espacios y compramos comida preparada, tenemos cable, Internet, transporte público. Nada de eso sería posible sin los mercados financieros. El problema es que los mercados financieros nos están conduciendo al precipicio. Sólo pueden operar en el corto plazo, en horas o minutos. El sistema no tiene los mecanismos para pensarse como sistema, en el largo plazo. ¿Es viable a veinte, treinta años plazo? Yo lo dudo.