miércoles, 15 de abril de 2009

Economía de la Pérdida




















La economía tradicional no sirve para explicar lo que está ocurriendo. Lo que ocurre desde el 97 cuando saltaron los fusibles en Asia, el 98 con Brasil y el 99 con Rusia, el 2001 con las puntocom y el 2007 con las hipotecas-basura. Es decir, puede explicarlo financieramente, dentro de sus límites estrictamente monetarios. Pero no el hambre y la exclusión, como recela Alberto en piso dos.
Por eso se me ha ocurrido desempolvar el caso más radical de análisis económico que tengo en mis registros.
Es radical porque lo hizo Georges Bataille, autor de textos radicales sobre erotismo, religión y muerte. Bataille dedicó 18 años a investigar y leer textos sobre economía y sociología, pese a que su background era básicamente filosófico y estético. El resultado es un libro extrañísimo, La Part Maudite.
Bataille cuestiona la teoría económica circunscrita a la circulación de bienes materiales y dinero. Pide una teoría económica general y esboza sus principios: se debe tomar en cuenta la circulación de la energía en la tierra. Toda la energía viene finalmente del sol, y los seres vivos la transforman en fuerza económica, en ciudades y sistemas. Pero esta energía es tan inmensa, tan excesiva, que no toda se puede aprovechar. No puede ser acumulada como capital, como sostiene Marx. Este capital negativo, o excedente, debe ser dilapidado, y Bataille saca múltiples ejemplos la historia humana. El gasto suntuario de los ricos es la contraparte del hambre de los postergados. La guerra es la forma más radical de dilapidación, y en civilizaciones como la azteca esta dilapidación era ritual.
Bataille concibió esta aproximación poética de la economía después del gran colapso del sistema, el tándem Gran Depresión-Segunda Guerra Mundial. Era una extraña mezcla de comunista y místico. Hijo de ateos, entró voluntariamente a un seminario y quiso ser cura. Su teoría económica da miedo por su lucidez.
La agricultura fue la primera transformación de la energía planetaria en sistema económico, en nutrición socialmente administrada. Luego se le agregó el resto: la industria, el transporte y las telecomunicaciones. La industria necesitaba energía, se la proveyó primero el carbón y luego el petróleo, la hidroelectricidad, etc. Bataille admite que la energía se ha acumulado, pero no sólo en instituciones productivas como las empresas y las naciones, sino también en otras perfectamente suntuarias como el arte arquitectónico, la ritualidad del Estado y el consumo de las clases ociosas. Cuando el sistema acumula demasiada energía, más de lo que el Estado o los ricos pueden consumir, debe dilapidarla en guerras y en crisis económicas o demográficas.
Pero volviendo al tema original, el de Alberto, supongo que el hambre planetaria está concentrada en África y, en medida cada vez menor, en Asia y en América Latina. En África está la mayor desproporción entre energía humana y riqueza acumulada, entre riqueza natural y precariedad institucional. Tasas de natalidad y mortalidad se emparejan. Todo lo contrario de la ejemplar socialdemocracia escandinava.
Alberto tiene toda la razón, aunque esta crisis financiera pase, el sistema seguirá en crisis. Lo más seguro es que avance hacia una crisis terminal. Los niños soldados asesinos de África son la contraparte de los obesos terminales yanquis, los jubilados franceses que, muy pronto, se quedarán sin sustento. En una generación, en dos, lo que tarde el clima en cambiar.

1 comentario:

  1. Lo peor es que la contraparte de esos obesos yanquis no son solamente los niños soldados de Africa o los casi cinco millones de refugiados iraquíes, la consecuencia más ignorada y a la vez más grave de esta dilapidación “bataillesca” que ha sido la “Guerra contra el Terror”. La contraparte también se encuentra en el Primer Mundo y la forman, entre otros, los miles de yanquis esmirriados que viven en la calle y la gente cuya vida útil para esta economía expiró hace años. ¿Sabías que uno de cada cuatro “homeless” de EEUU es veterano militar? En otras palabras, si el país no está enviando tropas a algún lado, esta gente sencillamente es un estorbo. Lo mismo ocurre con las millones de madres solteras y familias pobres que se desempeñan en dos y hasta tres trabajos para mantenerse a flote. Son los llamados “working poor”, las millones de personas que fueron arrojadas a la calle a buscar trabajo durante los 90, cuando Clinton decidió reformar el sistema de bienestar y protecciones sociales (su famosa “welfare reform”) y de paso creo esta nueva clase de personas que vive de sueldo a sueldo, no puede ahorrar y nunca alcanza la seguridad económica. Tiene razón Alberto que la crisis prosigue incluso en tiempos de aparente bonanza como fueron los 90. Me pregunto si efectivamente se avanza a un estado terminal o si de hecho la economía puede perdurar ad eternum dependiendo de cuánto se atenúe o agrave la crisis.

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