martes, 21 de abril de 2009

Paisajes de Crisis



En mi trayecto diario casa-trabajo tengo la oportunidad de observar el aspecto urbano de la crisis. Conviven los adefesios de Paz Froimovich con las casitas bajas del viejo Santiago. Es extraño como se ha ido configurando este paisaje bipolar. Sólo en la cuadra donde trabajo hay cuatro construcciones que lentamente han ido encerrando y aniquilando las viejas casas de Santiago y su estilo de vida. Donde antes había un almacén de barrio hoy hay una lavandería autoservicio, un Big John o una farmacia coludida.

En el universo íntimo, cerrado sobre sí mismo, de la antigua casa chilena, los techos eran altos y el aire circulaba entre las celosías discretamente entreabiertas y un patio interior. Eran reductos secretos, matriarcales, cuyo intercambio con el exterior estaba marcado por pequeños ritos sociales y religiosos. En su lugar ha surgido un verdadero panóptico de edificios de clase media, donde los sujetos se observan unos a otros desde distintos pisos y perspectivas. Allí donde había unidad de clan (y sus consiguientes tabúes), hay ahora multiplicidad de universos (¿subjetividades?) que se encuentran y comunican a chispazos, desde un anonimato que sólo unifica el registro parcial de las cámaras de seguridad.
El panóptico aspiracional no es centralizado, como en la prisión. Se ha dicho que su interior es una suerte de socialismo de mercado: techos bajos, puertas que no cierran, terminaciones truchas pero que de lejos parecen buenas. Y una sociabilidad de ascensor, parca y fugaz. La dualidad económica del edificio radica en que por él pasan las líneas de demarcación entre inclusión y exclusión, auge económico y crisis. Las grúas operando señalan una economía robusta y dinámica, su paralización lo contrario. La acumulación de departamentos sin vender, el abandono de las faenas y el deterioro de los carteles publicitarios son las señales ominosas de la crisis.

Lo paradojal es que los edificios son necesarios, imprescindibles para el sistema: el dinero que mueven, la masa laboral que absorben, los préstamos hipotecarios y de consumo que se requieren para adquirir cada uno de sus escasos metros cuadrados, por no hablar del rol que desempeñan como instrumentos de normalización individual: el hipotecario te hipoteca, te hace más conservador, cauteloso, calcular y someterte al poder. No se hacen grandes saltos de vida, reinvenciones, emprendimientos cuando estás pagando un bien raíz. Eres un pequeño capitalista, el dueño de un activo que te da derecho a mirar la ciudad desde lo alto.

9 comentarios:

  1. A si es la vida no más, uno se convierte en un pequeño cerdo burguès capitalista,pero esos edificios no son nada, con los que hay en la periferia, donde una política de vivienda tirada d elas emchas que busca originalmente repoblar los centros urbanos, ¿quien va a comprar una casa con 5 millones? al final las personas que solicitan el beneficio de el subsidio solidario de vivienda, se tienen que ir a los mismos departamentos y poblaciones d ela que buscar irse....y para ellos no hay hipotecarios que vengan....

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  2. Tal vez la respuesta contemporánea a la fragmentación y el anonimato del paisaje urbano sean estas comunidades web... Yo tengo diecisiete mil dicoms desde que me divorcié, y sólo he podido arrendar algo gracias a conocidos y amigos, aquí mismo en el centro. Me sigue sorprendiendo la belleza histórica que hay en el casco viejo de Santiago, y de lo precaria que es la situación ante la voracidad de los intereses inmobiliarios. Bienvenida crisis, que le pone cota a las ínfulas de estos piratas... Mefisto, hay que buscar nuevas formas de habitar la ciudad. No sé bien cuáles, pero por la vía de los departamentitos ojalá no sea...

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  3. Hace poco caminaba por la calle santa filomena, pasado Matta, que barrio mas bonito, eso si, atrás se veian los Paz Froimovich que parecian callampitas, hace cinco meses que no venía a Santiago y habían edificos que no había visto,la cagó, viví como 7 meses después de mi separación en el centro de Santiago, me gustaba San Diego, el Barrio Yungay,caminar por el sobre todos los domingos en el centro de santiago es otro mundo,por santa rosa (donde hay mas departamentos que diez), el forestal,santa Ana...lo que me llama la atención es que las inmobiliarias andan ofreciendo a precio de huevo sus moustritos, y la gente engancha,obvio, pero que queda de la vida de barrio, hablarse con el vecino, comprar en la feria, en fin...hay que buscar nuevas formas...

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  4. El otro día fui al estadio. Me gusta sentarme bien arriba entrando por la puerta 18 de la galería sur. Voy al estadio frecuentemente desde niño y siempre me ha gustado mirar Santiago desde la parte más alta. En los últimos años he visto como han ido apareciendo numerosos edificios tipo paz-f hacia el sur del estadio, son los que se han edificado en el eje de Irrarazabal (por lo demás, pienso que eso edificios van a envejer de muy mala manera). Bueno la cosa es que ese día estaba oscureciendo y me fui fijando cuando depatamentos se iban predniendo, y eran muy pero my pocos, esos edificios están vacios.

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  5. Son fantasmas que demandan vidas inocentes para "estar en el mundo"... lentamente aparece una cortina ahí, allá un ficus, o una cuelga de ropa. ¿Cómo será habitar en solitario esos mausoleos donde va a morir el deseo? Imagino historias sobrenaturales, sugestiones nacidas del eco de las voces y de los pasos de uno contra el vacío...

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  6. yo viví un tiempo por el barrio yungay casi cerca donde está la peluquería francesa, antiguos caserones que se sub-arriendan,había un espacio solitario, casi al llegar a la plaza Brazil, donde habian muchos gatos, pero muchos ¿de donde salian todos?, y las personas le daban comida, por la calle libertad había un negocio tan bueno, siempre te saludaban por el nombre...

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  7. Carlos,
    La síntesis es lo que nos falta. Los economistas viven enclaustrados en variables financieras y macroeconómicas, pero ciegos a lo que pasa con el sistema "tierra" como totalidad. Es como lo que ocurre en física, que vemos a los científicos enfrascados en el esfuerzo de unir la teoría de lo cosmológico con las hipótesis de lo atómico. En economía la brecha puede ser todavía más grande entre la choca del obrero de la construcción y los derivados con subyacentes esotéricos como el índice S&P multiplicado por algoritmos que ni siquiera entienden los astrónomos contratados por Wall Street con cinco post doctorados en matemáticas. En fin, tal vez el desafío sea tan grande que apenas nos queda asumir que somos san agustines posmodernos y dedicarnos a contemplar la degradación del imperio, escribir nuestras confesiones. Estoy seguro que tras el cataclismo lloraremos y seremos nostálgicos de Wall Street. Ellos no eran los depravados, solo intentaban realizar nuestros sueños consumistas desmedidos, eran precarios magos de circo pobre, entusiasmados con derivados absurdos. Y nosotros unos boquiabiertos comprando televisores planos en 36 cómodas cuotas, amén.

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  8. Se viene el LEVIATÁN...yo lo supe, con esto de la gripe porcina, justo justo ataca a personas entre 20 y 40 años....a comprar a comprar que el mundo se va a acabar....sobre lo anterior,concuerdo plenamente...

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