
Me sumo, modestamente desde mi trinchera económico-marginal, al debate suscitado en torno a la política cultural de un eventual gobierno de Piñera. Mi amigo Andrés la recoge brillantemente en su blog
http://citizenalmeida.blogspot.com/.
Viene al caso pues los primeras muestras de financiamiento estatal de la cultura nacieron, precisamente, con la Gran Depresión. Fue el gobierno de Roosevelt, en el contexto de su política de rescate económico, el que creó los primeros fondos federales para artistas visuales, dramaturgos y escritores. En el
Federal Art Project de los años 35-43 hicieron sus primeras armas artistas de la talla de Mark Rotko, Jackson Pollock y su futura esposa y manager, Lee Krasner. Como si no bastara con incubar al expresionismo abstacto en pintura, el
Federal Theatre Project financió a una nueva generación de dramaturgos de la talla de Orson Welles, Arthur Miller, Elia Kazan y Joseph Losey. Legendaria fue la producción de Macbeth de Welles, con actores negros de un taller de Harlem. Aquí, señores, se hablaba de fascismo, racismo y género cuando estos temas apenas se vislumbraban. El tono de las obras era demasiado izquierdista para algunos miembros del congreso, y el programa fue cortado en 1939.
Pero el paso más decisivo lo dio Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, con la creación del
British Arts Council. A diferencia de los fondos norteamericanos, de corta existencia, los ingleses crearon una
institucionalidad que existe hasta hoy. Y el responsable de ello fue nada menos que John Maynard Keynes, el economista cuyas doctrinas sacaron al mundo de la Depresión. Que el fisco gaste para compensar el bajón. Y mucho. En Ciencia, en Salud y en Cultura. Keynes era, aparte de homosexual y millonario, miembro del grupo de escritores Bloomsbury, amigo de Virginia Woolf, y un amante de la ópera. Cuesta imaginar a un economista chileno con semejante perfil... Uno que diga: ¿El Royalty? 15 para cultura y en veinte años la armamos.
En Francia, país que se precia de una tradición cultural, el Ministerio de Cultura data recién de1959, y fue creado por De Gaulle a instancias de su gran asesor cultural, André Malraux.
¿Qué puede pasar en un país donde el Estado asume proveer bienes públicos de semejante calado en materia cultural? Primero, gana en respeto, nacional y sobre todo internacional. Llegar a un país con buenas políticas culturales es llegar a un país
entretenido. Y eso se paga con o sin crisis. Ciudades donde hay cuento, obras de teatro, música y artes visuales de calidad, espectáculos y oralidades urbanas potentes.
Segundo, una política cultural seria crea una
economía de la cultura, tan validada y relevante en el PIB como la pesca, la agricultura o la industria hotelera. El que haya estado en Avignon o en Edimburgo durante sus respectivos festivales sabrá a lo que me refiero. O en Cartagena de Indias. Huevadas serias, como diría Marcelo Mellado.
No soy de los que piensan que la Concertación lo haya hecho suuuuper bien en materia de cultura. Todavía no veo al Pollock o al Orson Welles chileno. Todavía no veo al Alexis Sánchez de la neoplástica escritural chilena. Pero entregar estas decisiones a la galería no es simplemente torpe y tonto, es
criminal. Es la típica ceguera de los nuevos ricos, que no son capaces de reconocer que la verdadera riqueza de un país está en su historia y en sus discursos. No en el rolex. Mal por Piñera, considerando que del otro lado no hay nada.