miércoles, 17 de agosto de 2011

La ansiedades de la elite


¿Quién es Camila Vallejos? Se pregunta una carta que circula entre miembros la elite. De la elite-elite. Si la palabra escrita pudiese reproducir tonos y énfasis, la de esta pregunta sería de un miedo rabioso, de una estupefacción ante el abismo entrevisto por aquellos acostumbrados controlar. Camila Vallejos, como gran parte del país lo sabe, es una muchacha de gran belleza, de verbo decidido, que estudia en la universidad más antigua del país y milita en un viejo partido izquierdista que durante años apenas tuvo recursos para pagar la cuenta de la luz, después de que su gran sponsor multinacional colapsara por sus contradicciones internas.

La carta de la elite confirma que su desorientación es total. Que sus preguntas retóricas son rabiosas y que sus respuestas pueden ser temiblemente inadecuadas, como lo demostró la peregrina idea de que prohibir las marchas (y reprimirlas) acabaría con ellas. Que el presidente de la república insiste en hablar como Patricio Aylwin (“Chile quiere paz”) y el presidente de su propio partido como el Almirante Merino (“inútiles subversivos”). Que están desfasados en dos décadas y solo pueden ver en su radar una conspiración internacional, una vendetta de la oposición, una campaña masiva de desestabilización, o una combinación imaginaria y monstruosa de todas las anteriores. Y es normal: no han recibido ni la formación teórica, ni son depositarios de la sensibilidad adecuada para percibir que la historia tiene ciclos, que los sistemas son entrópicos (a menos que se reformen) y que los sujetos en esta época (especialmente en esta época) no necesitan grandes formaciones para poner en jaque a la estructura. Basta una narrativa coherente.
Antes la élite menospreciaba la importancia del PC y hoy la exagera. Como no encuentra respuestas, amenaza. Como no se cree sus amenazas, se sobreactúa. Trata de revivir el fantasma del frente de masas, del guevarismo sesentero, del frente popular, pero no hay músicos para esa banda.

Y entonces saca el tema de la violencia.

Tema complejo, la violencia. Sociológico, psicológico, pero fundamentalmente mediático. La violencia de los negros, la violencia de los extranjeros, la violencia de los pobres, de los estudiantes y de los hinchas de fútbol, de los israelíes y de los palestinos. Una imagen vale mil palabras, decía irónicamente Susan Sontag. Pero, curiosamente, a este gobierno le ha fallado la gestión de imagen. Curiosamente este gobierno tuvo un rotundo éxito en prevenir la violencia del llamado Día del Joven Combatiente. Este gobierno (como cualquier gobierno) tiene todas las herramientas tecnológicas y legales para identificar a los jóvenes psicológica y emocionalmente dañados que recurren a la violencia como forma de expresión. Son tan pocos y tan fáciles de identificar (como se demostró el último Día del Joven Combatiente), que cuesta entender la pasividad, la inoperancia, la impotencia del Ministerio del Interior ante la violencia. Usted, partidario del gobierno, miembro de la elite, pregúntele al señor ministro: ¿qué pasó con el sistema diseñado por Jorge Nasser, mediante el cual se logró reducir la violencia el Día del Joven a su menor expresión de los últimos años? Pregúntele por qué se dejó de utilizar: se llevará una sorpresa.

Los mandos policiales dicen que las bombas lacrimógenas son para evitar el combate cuerpo a cuerpo y el uso de lumas, palos y elementos más peligrosos. Yo les creo. Dependen de Interior. Pero a los encapuchados, a los violentos que figuran en una o más bases de datos, ni siquiera hay que reprimirlos más: basta con llamarlos a declarar el día de la protesta. Pero la orden no llega ni a tribunales ni a fuerzas especiales. La orden de Interior como que es dejarlos actuar. La orden como que se diluye en la enorme necesidad de rating de los noticiarios, la necesidad de la elite de explicárselo todo a través del miedo.


4 comentarios:

  1. nada que decir, todos los argumentos son reales y un aplauso por su valentia en seguir adelante

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  2. La necesidad de tener una conspiración a la cual culpar es consustancial al ser humano: en las peluquerías de señoras aburridas dicen que a Camila le pagan no se cuánto, no sé quiénes. Es lo mismo que Chávez y Castro, cada vez que les sale algo mal, el culpable es el "Capitalismo internacional", la lista de ejemplos es infinita, pero claro, el prócer de las teorías conspirativas fue Hitler y su recurso payaso de culpar de todo a los judíos. La verdad es que la educación no daba para más y este desfonde le ocurriría a cualquier gobierno, de derecha, centro o izquierda...

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  3. Que buen aporte!!!
    sin duda estamos en un país en que su elite política no entiende lo que está pasando y no desean hacer un esfuerzo para ello.

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  4. Francisco J. Pinto18 de agosto de 2011, 17:58

    Extraordinario! Gracias por la claridad conceptual. Necesitamos saber de qué estamos hablando y la derecha necesita ver, percibir su sombra ominosa que aparece, por cierto, cada vez que siente miedo.

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